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Le hice señas a Lía para que ingresara a la casa. Ella bufo algo desganada e ingreso sin decir ni una sola palabra. Me recorría un escalofrió extraño pensarla dormir entre los arbustos de noche, ¿Qué hubiese pasado si no la encontraba a tiempo?

- Bien – sus ojos azules me observaban con aflicción – creo que te llevare a tu habitación

- De verdad, no te hubieses molestado – susurro – puedo arreglarme sola

- Claro, durmiendo entre las plantas – hable con sarcasmo – Lía, ¿entiendes el peligro de la calle?

- Viví en la calle mucho tiempo – susurro con seguridad, tragué en seco frente a esa realidad

Suspiré y asentí bajando la mirada al suelo.

- Pero ya no perteneces ahí – volví a observarla – ahora te quedaras aquí, perteneces aquí

Ella iba a responderme, pero mis ojos se instalaron en la escalera. Mi madre bajaba preocupada y se ponía a nuestro lado.

- Lía – hablo con algo de sorpresa - ¿Qué sucedió? – se acercó aún más para abrazarla por los hombros

- Lía se quedará aquí, mama – hable antes de que a esta chica se le saliera decirle que no sucedía nada o simplemente hiciera que mi madre ponga el grito en el cielo por su estúpida idea de dormir entre los arbustos – se quedara a vivir con nosotros – lía abrió sus ojos observándome fijamente

- Claro que si – mi madre emocionada la abrazaba con fuerza – eres bienvenida en esta casa

- De verdad, no es necesario todo esto – Lía se ponía un poco más distante – suficiente es lo que están haciendo por mi hermano y se lo agradezco pero

- Pero – tome la maleta – vamos te llevare a tu cuarto

Ella viro sus ojos hacia mi madre y ella solo sonrió con emoción de que Lía se quedara en esta casa. Ambos subimos las escaleras y la guie hacia la habitación que era de Laura. Encendí la luz y dejé dentro la maleta. Voltee y Lía me observaba con miedo.

- No voy a morderte – aunque quisiera, pensé

- ¿Por qué me ayudas? – susurro e ingreso lentamente

Me detuve un momento a pensar por qué y era por el simple hecho de querer conocerla. De saber quién era, que escondía y todo lo que tenía en su mente. Jamás me había pasado que la ansiedad y la intriga me dominaran totalmente.

- Porque quiero hacerlo – susurre seguro

- Eso no es una respuesta – frunció el ceño

- Claro que lo es – me defendí - ¿Por qué piensa que lo hago?

Ella se quedó en silencio por unos minutos, esperaba que al menos descubriera todo lo que quería.

- Bien, creo que debes descansar – sonreí – mi cuarto es el de al lado y el de Bruno es el del frente

Ella asintió y camine hacia la puerta.

- Juan pablo

Voltee rápidamente, era increíble cómo podía hacerme accionar con tan solo decir mi nombre.

- Gracias – susurro

- Deja de agradecerme – murmure divertido - y tan solo descansa

Ella asintió y sonrió levemente. Cerré la puerta de la habitación y me recosté en ella. Suspire con tranquilidad, Lía se encontraba aquí y ahora podía terminar con aquella cruel sensación de que le sucedía algo.

¿Que sabrá Neruda? - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora