.43. segunda parte

1.1K 83 214
                                    

Parpadee intentando ubicarme en el lugar en donde me encontraba, moví mi cuello intentado que se relaje. Me había dormido en la bañera ya que en el piso no quería, me traía malos recuerdos. Suspiré y temerosa Salí de ahí para luego abrir lentamente la puerta del baño. Mire por la habitación, Manuel se encontraba durmiendo boca abajo. Con miedo busqué algo de ropa sin hacer ruido y volví a ingresar al baño.

Tenía mi corazón a mil, asustada me encontraba luego del suceso de anoche. Me cambie rápidamente, quería ir con mi hermano y mi abuelo. Quería quedarme con ellos y escaparme de este lugar por unos instantes.

Salí lentamente de la habitación y tomando mi bolso en silencio desaparecí del departamento sin dejar rastro de que pudiera encontrarme.

- Hola – susurre cuando mi abuelo abrió la puerta del departamento en donde se encontraba parando

Me acerque y lo abrace con fuerza, quería llorar.

- Lía, ¿te encuentras bien? – preocupado se encontraba

Asentí aun en su abrazo, no quería decir nada de lo que me había sucedido. Me era difícil de explicar con palabras todo lo que pasaba. Me separe de él y aunque su rostro se tornara con preocupación intente regalarle una sonrisa.

- Tú no te encuentras bien – susurro

- Tengo hambre – confesé en el mismo tono

- ¿quieres desayunar?

- Quiero fresas

Bien, ahora empezaba con eso que se llamaba antojos que tenían las embarazadas. Mi abuelo abrió sus ojos con sorpresa.

- ¿fresas? ¿Dónde sacare fresas?

- No lo sé, solo sé que las quiero – comencé a angustiarme porque quería fresas

- Lía, ¿te encuentras bien? – frunció el ceño confundido

- ¿Por qué?

- Pareciera que quieres llorar

- Solo quiero comer fresas – rápidamente hable

- Bueno, tranquila – elevo sus manos para que me tranquilizara – iré a comprar en algún lugar fresas, tu solo quédate aquí

Asentí y vi como el desapareció del departamento dejándome sola. Lleve mis manos a mi vientre y lo observe, ni siquiera se notaba, pero era extraño tener algo ahí dentro.

- Eres demasiado glotón, ¿lo sabe? – murmure divertida

- ¿con quién hablas?

Abrí mis ojos con gran sorpresa y llevé mis ojos hacia mi hermano que me observaba con el ceño fruncido. Aun no quitaba mis manos del lugar. Sonreí levemente.

- Hola, buen día

- Hola, buen día – se acercó lentamente a mí y se froto los ojos, recién despertaba - ¿con quién hablabas?

- ¿yo? – hable confundida

- Si, tu – murmuro confundido – le decías a alguien que era demasiado glotón

- Claro que no – reí nerviosa – no hablaba con nadie

Me acerque a él y despeine su cabello.

- Lía, cada día te encuentras más loca ¿lo sabías?

- ¿Qué? – abrí mis ojos divertida – tu eres el que escucha cosas extrañas

¿Que sabrá Neruda? - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora