.39. segunda parte

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Suspire recostada en aquella cama, todo estaba tan vacío. Más bien, me sentía vacía desde que tome rumbo de vuelta a la ciudad dejándolo solo en la casa de campo. Había partes de mi incompletas que solo se llenaban con su presencia y ahora no tenía nada.

Hacía dos días que no salía del departamento, no contestaba nada del teléfono. No quería escuchar a Manuel, ni a Sam, ni a nadie. Estaba en guerra conmigo y con el mundo por hacerme sentir de esta manera y terminar por lastimarme el doble.

Fruncí el ceño cuando el timbre sonó, desganada me levante de aquella cama y camine hacia la puerta. Abrí mis ojos con sorpresa cuando noté que el encargado del edificio se encontraba del otro lado.

- Señorita García – sonrió con emoción al verme – que bueno es verla al fin, creí que le había sucedido algo

- No, solo no he tenido muchos ánimos de salir – sonreí levemente cruzando mis brazos - ¿sucedió algo?

- Am – observo sus manos, tenía un par de sobres y temía que hubiera uno con partes de Neruda porque podría llegar a romperme aún mas – creo que esto es suyo – sonrió entregándome algunos

Lo tomé temerosa y vi que eran las invitaciones de la boda. Solo había dos, una para Sam y la otra para Isaza, tragué saliva nerviosa y volví mi vista hasta el encargado del edificio, sonreí levemente.

- Gracias

- No hay de que señorita García – asintió camino para irse, pero volteo a verme pensativo – es un hermoso día en la ciudad como para que se quede encerrada

- Si – asentí pensativa

- Que tenga un lindo día

- Adiós – eleve mi mano como saludo

Cerré la puerta y me recosté en ella, cerré mis ojos con fuerza. ¿Por qué tenía estas invitaciones y no las demás? Abrí mis ojos con sorpresa y fui directo a la habitación para tomar mi teléfono y ver la cantidad de mensajes que tenía. Busque alguno de Manuel, tenía varios.

"mi amor, mañana enviare las invitaciones de la boda"

"necesito la dirección de Sam y de Isaza, es la única que me falta" debía ser una maldita broma

"ya se las envié directamente a tu abuelo y a la familia Villamil, así que solo quedan Sam e Isaza"

- Maldita sea – murmure

A esta altura, quizás, Juan Pablo ya había visto aquella invitación y estaría maldiciéndome una vez más por haber decidido esto. Me senté en la cama con gran pesadez, ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado? ¿Por qué nos había pasado esto? Abrace mi cuerpo con fuerza, comenzaba a extrañarlo más de lo que lo había extrañado la primera vez que nos habíamos separado.

Esto no era por algo que nos había sucedido, más bien, era un peso gigante en el pecho que hacía que no pudiera quedarme con él.

Me asusté cuando mi teléfono comenzó a sonar, fruncí el ceño cuando vi un número que no tenía agendado.

- ¿hola?

- Lía – escuche un suspiro de tranquilidad salir del otro lado

- ¿Pierce? – fruncí el ceño confundida – pero ¿Cómo?

- No preguntes, solo escúchame – suplico – se cómo sacar a Pacheco de la empresa

- ¿Cómo?

Narrado por Juan Pablo Villamil

Lance un suspiro cansador en la puerta de casa, no sabía para que había vuelto, pero estando solo me incitaba a cometer locuras como ir a buscarla a donde se encontrara. No importaba si volvía a romperme, solo la quería a ella.

¿Que sabrá Neruda? - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora