.42. segunda parte

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- Mi amor

Hice una mueca de sonrisa una vez que ingresé al departamento que compartíamos. Se acercó a mí y me brindo un abrazo. Trague saliva respondiéndole su saludo. Se alejó un poco de mí y beso mis labios, no sabía porque sentía como si ellos se quebraran, no funcionaban, no sentían.

- Te extrañe – murmuro con una sonrisa

- Y yo – hice nuevamente mi mueca – creo que iré a guardar esto a la habitación

- Claro, ve – sonrió

Arrastre la maleta hacia la habitación y sentándome en la cama, largue un suspiro. Volver era lo que quería, pero no me sentía satisfecha, no sentía que había tomado la opción correcta esta vez. Comencé a sacar mi equipaje y sonreí levemente observando las margaritas de mentira, las había traído conmigo y una de ellas se la deje para que jamás olvidara que lo amaba con locura. 

- ¿Qué es eso?

Voltee rápidamente hacia la puerta, Manuel me observaba intrigado. Bajé mi mirada hacia las margaritas y volví hacia él.

- ¿trajiste margaritas de mentira en la maleta? – frunció el ceño divertido – mi amor, que ridículo – se acercó a mí y me las quito de mano

- Devuélvemelas – hable con seriedad

- ¿Por qué? – pregunto intrigado

- Porque me las regalo mi abuelo

Las observo con el ceño fruncido y me las entrego nuevamente. No dejaría que nadie me quite estas margaritas. Esto era lo único que tenia de él, como así también, sus notas de amor.

- Sigo considerando que no eres de estas flores, tú debes ser las rosas

- Las rosas me parecen insulsas – aclare

- Y las margaritas son horribles – se defendió

- Que lo sean para ti, no significan que serán para mi también – asegure – además, no son tuyas son mías

Camine molesta hacia el gran armario que teníamos en la habitación y las guarde en uno de los cajones que habían ahí.

- Mi amor – murmuro, ni siquiera voltee a verlo – lo lamento, no pensé que eran tan importantes para ti ese tipo de flores

- Pues lo son – voltee a verlo con seriedad – y lo van a ser siempre

El asintió rápidamente y bajo su mirada al suelo.

- Creo que iré a trabajar

- Claro – susurre

Él se acercó a mí y beso mis labios con deseo, ni siquiera sentía nada.

- Esta noche tengo mi despedida de soltero – comento divertido una vez que se separó de mi - así que no me esperes

- Claro – susurre

- En este fin de semana nos casaremos, ¿no te emociona eso? falta tan poco

Asentí observando un punto fijo de la habitación.

- Sí, yo iré a ver el vestido en un rato – agregue

El sonrió y volvió a besar mis labios con intensidad.

- Te amo

Suspire cuando salió de la habitación.

Cuando escuché la puerta principal cerrarse, me recosté sobre el armario y sentí como el hormigueo subía por mi garganta, sentía angustia, me sentía pésima. Voltee para observar las margaritas que había guardado, mis lágrimas comenzaron a caer lentamente. No sabía porque lloraba esta vez, pero no lo había podido hacer dentro del avión ya que mi abuelo y bruno se encontraban a mi lado.

¿Que sabrá Neruda? - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora