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Yo no lo quiero, Amada.

Para que nada nos amarre

Que no nos una nada

Tome un poco del café que se encontraba a mi lado mientras leía, en la cafetería se encontraba todo muy tranquilo. Sam se encontraba cocinado unos muffins y yo me encontraba atendiendo a los clientes en la parte de adelante. La mayoría del tiempo me la pasaba aquí dentro con la excusa de que la madre superiora me necesitaba.

Eleve mi vista cuando un hombre llamo mi atención tosiendo levemente.

- Si, dígame – sonreí levemente

- ¿Samanta se encuentra? – me observo con seriedad

- Si – fruncí el ceño confundida - ¿Quién la busca?

- Solo dígale que la buscan aquí

Abrí mis ojos con sorpresa y dejando mis cosas sobre la mesa caminé hacia la cocina. Sam cantaba una canción muy linda de forma divertida. Sonreí cuando se percató de mi presencia y puso silencio a aquella pegadiza melodía.

- ¿sucedió algo? – pregunto curiosa

- Am – dude unos minutos, pero era mi jefa, debía comentarle la situación – hay un hombre buscándote fuera

Ella frunció el ceño y camino hacia la puerta para poder ver al extraño sujeto que la esperaba. Abrió sus ojos e ingreso rápidamente asustada.

- ¿te encuentras bien? – preocupada me acerque a ella

- Dile que se vaya, por favor – suplico

- Sam ¿Qué sucede?

- Por favor Lía – suplico nuevamente, sus ojos comenzaron a ponerse rojos – dile que se vaya

En gran confusión asentí y caminé fuera de la cocina para ponerme frente nuevamente de aquel hombre. El me observo con seriedad y yo solo tenía que decirle que se retirara. Me inspiraba terror.

- Samanta salió – comenté como si nada, el solo frunció el ceño confundido – lamento haberle dicho que se encontraba, me confundí

- ¿está segura? – el intento ingresar a donde me encontraba

- ¿A dónde cree que va? – me puse frente a él interviniendo su camino

Narrado por Juan Pablo Villamil

- Tengo hambre – comento Simón

Lo observe con diversión, mi estómago rugía con fuerza.

- Yo también

- ¿vamos por algo de comer? – sugirió

Asentí y dejando el banjo ambos salimos del estudio camino a algún lugar cercano. Se había abierto una nueva cafetería y había escuchando que se vendían cosas dulces demasiado ricas que ansiaba probarlas de una buena vez.

Ambos ingresamos al local, pero automáticamente fruncí el ceño cuando vi a Lía pelear con un hombre. Se encontraba furiosa, me acerque a ellos rápidamente dejando a simón en la puerta.

- No va a ingresar – lía se ponía firme

- Muévete o si no

- o si no ¿qué? – interrumpí la conversación

Lía abrió sus ojos con sorpresa mientras yo solo apreté mis labios con fuera. El hombre solo me observo sobre su hombro y bufando se alejó de nosotros rápidamente. Lo seguí con la mirada con el ceño fruncido y luego escuché un suspiro sonoro salir de Lía. Volví mi vista hacia ella, ¿Qué hacía aquí?

¿Que sabrá Neruda? - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora