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- Papo, aquí estabas

Eleve mi vista hacia Isaza que se sentaba frente a mí. Lleve la botella a mi boca, el alcohol callaba mis penas por unos instantes desde que ella me mando al diablo.

- Deja de tomar – suplico

- Es la primera botella – comente – por si es lo que te preocupaba

- Me preocupa más tu que la cantidad de botellas que puedas llegar a tomar

Reí negando frente a eso. No sabía cómo sentirme al respecto con todo lo que sucedía. Hace más de una semana que no me podía acercar a ella sin que me alejara con frialdad.

- Voy a estar bien – volví a llevar la botella a la boca

- Los muchachos vienen para acá – agrego – así podemos hablar contigo

Asentí y elevé mi vista hacia la puerta de aquel local. Fruncí el ceño cuando vi al tipo de las fotos con Lía, ¿Qué hacía aquí? Se acercó a la barra y pidió algo, sentándose ahí.

- Espérame aquí

Tome un sorbo de aquel líquido y me levante para caminar hacia él. Quería saber quién era, quería saber si él era el que me había enviado esas fotos, quería saber todo.

- Hola – hable una vez a su lado

El volteo a verme confundido cuando fruncí el ceño desafiante.

- Hola – hablo como si nada y tomo su trago

- ¿tú eres?

- David – agrego y me observo - ¿tu?

- Juan pablo

- Ah – volvió a tomar de su trago

- ¿Cómo conoces a Lía?

- ¿lía? – frunció el ceño confundido

- Amalia – mi voz se tornó dura

- Ah – sonrió y se relamió sus labios - ¿Por qué lo preguntas?

- Le pregunte primero

- La conozco de la vida – movió sus hombros – ¿para qué quieres saber? ¿Ya te has acostado con ella? – bromeo y tomo un sorbo de su trago

Apreté mi puño con fuerza conteniendo mi bronca.

- Déjame adivinar – se puso frente a mí – eres otro que cayó en su trampa de niña pobre e indefensa – sonrió – eso hacen las personas manipuladoras

- ¿tú qué sabes? – mi rostro se volvió de piedra, intentaba con todas mis fuerzas contener mi enojo

- Por algo preguntas – movió sus hombros - ¿Qué? ¿ya viste lo bien que lo hace?

- Villa – Isaza se puso a mi lado – vámonos

- ¿no te gusto? – frunció el ceño divertido – que raro, porque con todos los que se acostó y enamoro, dicen que es muy buena en la cama como toda una puta

- Villa, vámonos – suplico nuevamente mi amigo – no lo escuches

Asentí sin perder de vista al hombre, Isaza me tomo del brazo para obligarme a caminar. Me aleje un poco de el sin perderlo de vista, pero no quería perder la oportunidad de acabar con mi enojo que volví a él y termine por estrellar mi puño en su cara.

- Villa

El grito de Isaza solo hizo que me enfureciera aún más que lo golpee otra vez antes de que se volviera a levantar.

¿Que sabrá Neruda? - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora