Sin retorno.

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Yo- No tenemos nada pendiente -dije muy cerca de su cara.
Z- ¿A no?
Yo- No -nos quedamos mirándonos muy cerca, miré sus labios instintivamente.
Antes de que pudiera darme cuenta nuestros labios estaban unidos.
Rodeé su cuello y ella me sujetó de la cintura pegándome más a ella.
Podría morir en sus labios una y mil veces, ella el veneno que estaba dispuesta a beber, pero sabía que eso no podía ser. No podía enamorarme, no de Zulema. Ella me utilizaría para alguno de sus macabros planes y después, aire...
Nos separamos por la falta de aire y nos quedamos unos segundos mirándonos a los ojos.
Me alejé un poco para mentalizarme de que debía salir de ahí, de que me estaba metiendo en un viaje sin retorno el cual no prometía nada bueno.
La parecer mi cabeza y mi cuerpo no se pusieron de acuerdo, pues cuando me iba a ir, me giré y esta vez fuí yo la que la pegó contra la lavadora, subiendo la intensidad del beso.
En medio de una guerra de besos en la cual no le importaba perder, volví dentro de mí y me separé.
Ella caminó lentamente hacia mí y mordió mi cuello.
Yo- Esto no debería de pasar... -justo cuando dije eso bajó su mano a mi pantalón.
Z- ¿Segura? -fue lo último que dijo antes de introducir un dedo en mí.
Yo solté un jadeo ahogado y ella puso su mano cubriendo mi boca, introdujo un segundo dedo y comenzó a moverlos con más rapidez mientras su pulgar masajeaba mi clítoris.
Bajó y comenzó a besar y morder mis pechos sin reducir la velocidad de sus dedos. Quitó su mano de mi boca y comenzó a rozar mis pezones por encima de la tela, proporcionándoles caricias y pellizcos que solo hacían que me encendiera más.
Cuando sintió que estaba a punto de llegar, aumentó la velocidad, haciendo que llegara al instante, soltando un gemido que ahogó su mano.
Ella regresó a mis labios dejando besos desde estos hasta mi cuello, yo bajé sus pantalones y le agaché, mientras con una mano masajeaba sus pechos, con la otra introduje dos dedos de inmediato en ella mientras besaba el interior de su muslo, dejé besos desde su ingle hasta sus labios exteriores haciendo que ella se arqueara, aceleré el movimiento de mis dedos dentro de ella y comencé a besar y succionar su clítoris.
Esta trataba de callar en vano los gemidos que soltaba, tras unos minutos de lamer, besar y succionar, además del acompañamiento de mis dedos en su vagina, noté como se venía por cómo comenzaron a temblar sus piernas, llegó al orgasmo y se apoyó en la lavadora mientras se subía el pantalón.
Nos sentamos en el suelo para recuperar el aliento, y nos quedamos unos segundos mirándonos.
Yo- Joder... -dije apoyando mi cabeza en la lavadora. Me habían advertido, no tenía que acercarme a Zulema, y yo hice exactamente todo lo contrario.
Z- ¿Qué?
Yo- Nada. Debería de borrar las cámaras de grabación...
Z- Tranquila, las chinas tienen tapadas las cámaras -me dijo señalando la cámara que efectivamente estaba completamente tapada- así pueden meter a gente en la lavadora sin llevarse la culpa.
Yo- Ya veo... tengo que volver. Altagracia tiene que estar buscándome, además ya es la hora de los talleres...- Ella asintió me levanté y salí rápidamente.
La había cagado, la había cagado pero bien.
Fuí a hacer turno al gallinero.
P- Helena, creo que tenemos un ultimátum...
Yo- ¿Qué? -Me acerqué a donde estaba Palacios y me percaté de que la gallina de Zulema estaba ahorcada- No me jodas, que la acabamos de sacar de la lavadora...
P- Van a por ella...
Yo- Ya me he dado cuenta... hazme el favor y quita ese bicho -me dirigí hacia el módulo, donde debía de estar Altagracia. No tardé en encontrarla.
A- ¿Todo bien?
Yo- No, han intentado meter a Zulema en la lavadora y han ahorcado a su gallina. Le están dando un ultimátum.
A- Déjalas, que se maten entre ellas.
Yo- No, serán unas hijas de puta pero sabes como yo que no podemos dejar que se maten.
A- Últimamente estás muy ansiosa... ¿Qué te traes con Zahir?
Yo- ¿Yo? Nada. Solo velo por el bienestar de las reclusas.
A- Cuéntaselo a otra... desembucha.
Yo- me gusta Zahir.
A- Joder Helena, ¿no había alguna peor?
Yo- Ahórrate los comentarios, ya sé que la he cagado, pero eres la única persona en la que puedo confiar aquí.
A- Tranquila. Pero ten muy cuidado con ella.
Yo- Ya...
A- La he visto en la celda, estaba con Saray y Anabel...
Yo- Primero las chinas y ahora la camella...
A- Que se ande con cuidado, le han puesto una diana... -Subí y las vi tranquilas, decidí pasar de largo y hacer el resto de la ronda.

ARDER EN TU FUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora