Dormir contigo.

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Bajamos del tejado cuando estábamos lo suficientemente cansadas. Nos pusimos el pijama y fuimos a la cama.
Yo- No voy a dejar que te pillen, ¿Vale?
Z- Ya...
Yo- Zule, no voy a dejar que te vuelvan a meter en esa mierda. -acaricié su cara y dormimos abrazadas, como siempre que dormíamos juntas.

Me despertaron fuertes golpes en la ventana, me levanté y me di cuenta de que estaba granizando.
El paisaje era precioso, era un gran campo verde cubierto por el granizo blanco. Castillo había escogido perfectamente bien la localización. Me giré y vi como se despertaba, también por el sonido del granizo.
Z- ¿Qué cojones es eso?
Yo- Está granizando.
Z- agh. Que coñazo.
Yo- No seas alargada, mira que bonito se ve. -Ella se levantó lentamente y se acercó a la ventana. Nos quedamos unos minutos admirando el paisaje que ante nosotras se dibujaba.- ¿tienes hambre?
Z- La verdad es que sí.
Yo- Eso es nuevo, vamos a desayunar. -Bajamos a la cocina, todos estaban durmiendo. Era muy temprano aún.
Preparé dos cafés y unas tostadas.
Los tomamos en silencio mientras nos mirábamos.
Z- No entiendo como no se despiertan con los golpes...
Yo- Tendrán el sueño profundo.
Z- Y que lo digas. -terminamos de desayunar en silencio y dejé café y tostadas para cuando ellos se despertaran.

Decidí hacer ejercicio en el garage durante una hora y media. Había estado bastante tiempo sin entrenar y no quería perder la forma física.
Al terminar subí y me di una ducha, bajé al salón y vi a Zulema leyendo en un sofá y a Maca y Castillo en otro leyendo.

Yo- Voy a comprar, ¿necesitáis algo?
M- ¿Me puedes traer una caja de tampones?
Yo- Claro, ¿Zule?
Z- ¿un libro nuevo? -preguntó.
Yo- Claro. Volveré en unas horas si no hay mucho tráfico. -le dediqué una sonrisa sincera y me fuí.
Conduje algo más fe una hora y media hasta el centro de Londres. No iba desde que era niña y amaba la cuidad. Aprovechando que me quedaban unos de millones por la fuga de las chinas, no ahorré en gastos. Compré varios abrigos para todos, ropa y algunos caprichos. También compré lo que me dijo Macarena.
Comí un Falafel en un puesto de comida ambulante y seguí paseando por las abarrotadas calles Londinenses.
Busqué los libros de Zulema cayendo en la cuenta de que todos estaban en inglés. Por suerte encontré un vendedor ambulante que tenía algunos libros en español y se los compré todos, sabía que Zulema se los devoraría en un abrir y cerrar de ojos.
Estos eran: "Orgullo y Prejuicio" de Jane Austen, "Veinte poemas de amor" de Pablo Neruda, "Otras maneras de usar la boca" de Rupi Kaur, "Poeta en Nueva York" de Federico García Lorca, "Guerra y Paz" de León Tolstói y "Flores en la Tormenta" de Laura Kinsale.
Tras comprar los libros y con el coche abarrotado de cosas, fuí a comprar varias cosas de higiene y lo que me había pedido Macha, compré también para Zulema y para mí, pues así tendríamos.
Tras terminar todo me di cuenta de que eran las seis de la tarde pasadas. Al final se me había pasado el día en la cuidad.
Llamé a Castillo.
Yo- Oye, no hagáis la cena, voy a irme ya, pensaba comprar japonés para cenar.
C- Vale, me parece genial.
Yo- Pregunta a las chicas. -escuché como Castillo gritaba que si querían cenar japonés.
M- ¡Sí! ¡Trae Shushi!
Z- Pija tenía que ser... -escuché a través del teléfono.
Yo- Vale, pues en unas horas llego. -pasé por un japonés muy recomendado y compré varios arroces, noodles, shushi y ramen.
Con todo esto me dirigí a casa. Como dijo Maca cuando estábamos en Marruecos, éramos como una familia disfuncional...

Puse desde mi móvil la canción de "Running with the wolves" de Aurora y comencé a cantarla a todo pulmón. Me hacía desahogarme y despejar la mente.
Aún no sabía que tipo de relación tenía con Zulema, pero fuera la que fuera no quería que terminara.
Tuve que frenar de golpe al ver que había una cola inmensa ante mí.
Era de esperar debido al clima y a que la carretera estaba mojada. A si que me dediqué a esperar a que la cola avanzara.

ARDER EN TU FUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora