Celos y reproches.

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Me despertaron los primeros rayos de sol, aún no había amanecido del todo. Seguíamos en la misma posición de la noche anterior.

Levanté un poco la cabeza y me crucé con esos ojos pardos, no esperaba que ella estuviera despierta y menos que continuara sobre mí. Se movió un poco quedando a mi lado.
Me levanté para dirigirme al pequeño balcón de la habitación, cogí una manta de la cama, pues aún hacía bastante frío y tiré de ella.
Z- ¿Qué haces?
Yo- Aún no ha terminado de amanecer, vamos.
Z- Tú flipas... -dijo metiendo su cara en la almohada.
Yo- Venga tía. -tiré de ella haciendo que se levantara a regañadientes y salimos al pequeño balcón, viendo como los primeros rayos de sol se reflejaban en aquella pequeña playa desierta.
Nos quedamos unos segundos mirado al horizonte, vi como se emocionaba, pero secó sus lágrimas rápidamente.
Instintivamente me puse a su lado y pasé un brazo por encima de ella, haciendo que la manta también la cubriera. Se quedó sin saber cómo actuar, completamente estática, pero a medida que pasaban los minutos se fue relajando.

Vimos cómo terminó de salir el sol y a Macarena saludarnos desde debajo del balcón. Moví mi mano en señal de saludo y volvimos a entrar a la habitación.
No estaba acostumbrada a que le mostraran cariño, cuando eso pasaba se quedaba estática, sin saber cómo reaccionar, como si estuviera en alerta.
Yo- Debería de ir a comprar ropa.
Z- ¿y tu maleta?
Yo- Pues ahora mismo debe de estar en Inglaterra...
Z- ¿la dejaste en el avión?
Yo- Es una larga historia.
Z- Tranquila, tengo tiempo de sobra. -dijo sentándose en la cama.
Yo- Digamos que me lo pensé en el último momento. ¿Vamos a desayunar? -me levanté y bajamos a la cocina, donde estaba Maca haciendo torrijas.
M- Veo que habéis madrugado.
Yo- Con eso amaneceres ¿quién no?
Z- Hombre, yo. -dijo riendo.
Yo- Que graciosa.
M- Pues yo os vi muy a gusto...
Yo- Oye Maca, ¿qué fue de Fabio? La última vez que lo vi fue cuando fue a verte a la cárcel antes de todo lo de la lavadora.
M- Me pidió matrimonio... pero no acepté... él necesita centrarse y no alguien a quien salvar.
Yo- Ya, siempre ha sido así...
M- Creí que estaba contigo. -Zulema me miró arqueando una ceja.
Yo- Estuvimos juntos, hace muchos años. Después el dejó el cuerpo y comenzó a trabajar de funcionario de prisiones.
M- He de decir que antes te odiaba... -dijo llevándose una torrija a la boca mientras reía.
Yo- ¿por?
M- Porque cuando te infiltraste y nos la colaste a todos, lo vi en tu celda, muy juntitos... y me dieron celos, también lo llamé una noche y me dijo que estaba preparando tu traslado, cuando esta te grapó los párpados, pero yo escuché tu voz de fondo y copas chocando junto a la música. Y supe que estabais en un bar... Después entendí que estabas infiltrada, claro y que teníais que hablar de cómo iba el caso... -vi como la cara de Zulema iba cambiando haciéndome imposible descifrar que estaba pensando.
Yo- Ya... me dijo que nos tomáramos unas copas, para arreglar nuestras diferencias ya que íbamos a trabajar juntos... -Zulema dejó con rabia los cubiertos y salió de la casa.
M- ¡Zule! -dijo intentando en vano que volviera a entrar.
Yo- ¿pero qué cojones?
M- El escorpión celoso, desde luego un hecho histórico...
Yo- agh joder. -dejé la servilleta en la mesa y salí detrás de ella.- ¡¿pero de qué vas?! -dije notoriamente mosqueada.
No entendía esta actitud infantil por su parte.
Z- ¡No te acerques! -me dijo amenazante haciendo que frenara.- o sea que a parte de follarte a presas... también a funcionarios. Desde luego eres una joyita.
Yo- Mira, primero, tú y yo no hemos hablado de ningún tipo de exclusividad sexual. Y segundo, al contrario que tú yo no me follé a Fabio. Pero tú no dudaste en tirarte a Hierro en el avión de vuelta. Creo que no soy yo la que debe dar explicaciones.
Z- Yo no tengo nada que explicarte.
Yo- Pues de puta madre. -me giré y volví a entrar a la casa dando un portazo.

No había sido la mejor reacción por mi parte, desde luego. Pero me había molestado muchísimo que fuera capaz de echarme nada en cara después de todo lo que había hecho por ella.
M- Dale tiempo Helena. Ella es así... le duele porque te quiere, aunque no lo va a admitir.
Yo- No tiene nada que reclamarme... joder ¿crees que la he cagado quedándome aquí?
M- ¿qué? No. Por supuesto que no. Helena todas las parejas discuten...
Yo- ¡que no somos pareja! -dije desesperada.
M- Bueno, igual. No deje que una discusión te hunda...
Yo- No es una discusión es que no me gusta su puta desconfianza, además de que no tenemos exclusividad... no entiendo qué carajos le pasa. -escuchamos la puerta y Maca me hizo un gesto para que me callara.
Zulema entró y sin decir nada subió, pensamos que se habría metido a duchar pues escuchamos el agua.
M- la quieres mucho... ¿no?
Yo- Hombre... estoy aquí...
M- Tenle paciencia... y gracias por ayudarnos.
Yo- No hay de qué... antes he recibido un mensaje de Castillo. Ya está en Inglaterra... dice que al final se quedará unos días.
M- Me alegro de que haya llegado bien.
Yo- y yo...
M- Pensé que te ibas a ir...
Yo- Yo también... pero teníais razón. No puedo dejar para otra vida lo que quiero hacer en esta... al menos tengo que intentarlo.
M- Exacto. -dejamos de escuchar el agua y comenzamos a oír golpes.- ¿pero qué cojones? -subimos corriendo las escaleras y la puerta de la habitación estaba cerrada.
M- Zulema, abre. -No obtuvimos respuesta.- ¡Zulema joder!
Yo- No va a abrir -corrí hacia el balcón del pasillo.
M- ¿pero estás loca?
Yo- Tranquila, puedo llegar al balcón de la habitación desde aquí. -me subí al borde y caminé por la estrecha cornisa.
M- Ten cuidado. -caminé hasta llegar al balcón manteniendo el equilibro y me agarré a este, me bajé ya dentro del balcón y entré a la habitación.
Zulema se sorprendió al verme, estaba de espaldas y con los golpes no me oyó entrar.
Había una lámpara rota, una de las puertas del armario estaba en el suelo con una hendidura y ella estaba de espaldas apuñalando una almohada.

ARDER EN TU FUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora