Huir.

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Traté de recomponerme como pude. Mi mente no terminaba de asimilar las cosas. Macarena se levantó, cogió a Nui y me acompañó hasta la casa.
Caminamos entre los árboles un buen rato. Decidí coger el coche e irme a dar una vuelta para procesar todo.
Llegamos a la casa y sin entrar me subí al coche, arranqué el motor y me fuí sin rumbo. Por mi cabeza pasaba la idea de desaparecer y no volver. De coger el primer avión sin destino fijo y empezar de nuevo, lejos de ellos, de Zulema y de lo que hasta ahora había sido mi vida estos meses, pensé en volver a España, en volver a trabajar en la cárcel y pudrirme ahí dentro. También barajé la opción de desaparecer por completo. Comprarme una casa en algún lugar como Bali alejada de todo y sin volver a tener contacto con nadie que ya conociera.

Esas ideas volaron rápidamente se mi cabeza, no iba a irme. Zulema me debía una explicación y la iba a conseguir.
Estuve conduciendo a ninguna parte por varias horas. Volví a la casa cuando ya era de noche. Entré con una mezcla de desgana e ira, no sabía por qué cojones me ocultaba algo tan grave, estaba muy cabreado, dolida, decepcionada, quería romper todo y llorar todo lo que pudiera. Pero por ahora simplemente me bastaba con conseguir el valor para subir a esa habitación y pedirle las explicaciones que me debía.
Caminé y subí las escaleras muy lentamente, abrí la puerta y vi a Zulema en la cama leyendo, como si nada pasara.

Zulema's POV:

Estaba leyendo cuando vi entrar a Helena, levanté la mirada y noté algo raro en ella.
H- ¿No tienes nada que contarme? -dijo, haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo, dejé el libro y me levanté para ponerme a su altura.
Yo- ¿contarte qué? -dije despreocupada haciéndome la loca.
H- Te estoy preguntando por las buenas.
Yo- ¿y si no, qué? -su mirada se tornó en ira y me apartó bruscamente para registrar el cajón de mi mesa de noche.- ¡¿qué coño haces?! -sacó el bote de pastillas y me lo mostró. Yo la cogí bruscamente del cuello pegándola a mi cara.- Mi enfermedad y mi muerte me pertenecen. -le quité el bote bruscamente y ella instintivamente sacó su arma y la colocó bajo mi cuello.
H- ¿a qué coño juegas? -se apartó unos pasos y le apuntó.- Yo también tengo un cancer, eres tú. Tú qué das vueltas y vueltas a mi puta cabeza todo el día. Que vine hasta aquí por ti dejando mi vida. ¡Y ni si quiera le cuentas esto!
Yo- Pues dispara... dispara coño. ¡Dispara! -su pulso comenzó a temblar, pude ver a través de la ira de sus ojos como estos se llenaban de lágrimas. Lanzó fuertemente el arma al suelo con furia y me apartó bruscamente para salir de la habitación.

Me quedé un rato arriba, no sabía que decirle. Tras un rato decidí bajar. Si se había enterado había sido por la pura rubia. La iba a matar, le dije que no le dijera nada. Vi a la rubia en el salón leyendo.
Yo- ¿Me quieres explicar por qué cojones le has dicho nada?
M- Joder Zulema...
Yo- Ni joder ni hostias. ¿Por qué cojones te has metido en mi puta vida?
H- Deja a Macarena en paz que al menos ella ha tenido los cojones que tú no has tenido para contarme que tienes un puto cancer. -dijo Helena apareciendo, Castillo entró con ella pero no participó en la conversación, simplemente se quedó sorprendido en silencio.
Yo- A ti no te incumbe lo que yo tenga.
H- Me incumbe desde el momento en el que te saqué de esa puta cárcel. Me incumbe desde el puto momento en el que me juego la vida por ti. ¡Me incumbe desde el puto momento en el que te quiero! ¡Pero tú eso no lo entiendes... claro que no!
Yo- ¿qué iba a ganar diciéndotelo? ¿Un poco de lástima?
H- No es cuestión de ganar, Zulema. Que no estamos hablando de una partida al parchís, que es tu vida lo que te juegas.
Yo- Mi vida ya ha pasado Tijuana.
H- Me importa una mierda lo que creas que ha pasado. La Zulema que yo conocí no se rendiría tan fácilmente. ¿Dónde está? Eh...
Yo- Métete en tu vida Helena.
H- No me da la gana.
Yo- Mi vida solo le pertenece a mí.
H- ¡Como si le pertenece al papa Zulema! Que le da igual. Que no voy a dejar que te dejes morir. ¿Eres gilipollas?
Yo- Helena, no me toques los cojones.
H- No sé quien ni qué cojones te han dicho, pero vamos a ir a otro doctor, a los que haga falta. Porque no voy a dejar que te dejes morir, no me sale del coño.
Yo- Lo que a ti te salga del coño o no, me la suda.
H- Zulema estás siendo una puta cobarde. Me importa una mierda el porqué te estás comportando como una niñata, pero deja de hacerlo.
Yo- Preocúpate por tu vida.
H- Pues no esperes que me quede quieta viendo cómo te mueres. -tras decir eso salió de la casa dando un portazo.

ARDER EN TU FUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora