Dormir sola.

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Helena's POV:

Había pasado una semana en Marruecos desde que las chicas llegaron a Inglaterra, era hora de volver a España.

Había hablado con Castillo un par de veces, pero no me había atrevido a hablar con Zulema. Estaba aterrorizada y no sabía qué narices decir. Aunque me moría por hablar con ella, si lo hacía, está soledad y lejanía me mataría un poco más.

Cogí todas mis cosas y las metí en una maleta, avisé al dueño de la casa de que me iría. Cogí al pequeño escorpión, lo metí en un transportín para reptiles y animales de ese tamaño. Pedí un traslado del coche en barco, ya que lo había comprado y no lo iba a dejar ahí, a si que en unos días lo tendría en España.

Llegué al aeropuerto y pasé los controles, me senté a esperar a que abrieran la puerta de embarque y mandé un mensaje a Castillo diciendo que estaba a punto de volar a España.

El viaje fue largo y hubieron algunas turbulencias, pero por lo general podía haber sido peor. Pasé la mayoría del tiempo mirando por la ventanilla con los ojos aguados, recordando esos días en Marruecos con las chicas. Esa playa tan serena y solitaria y las noches de luna llena que nos acompañaban.
Llegué a España y pedí un taxi hasta mi casa.
Lo primero que hice fue deshacer la maleta, sacar el terrario del escorpión y colocarlo en mi mesilla de noche, para meter al pequeño animal en él. Le había cogido demasiado cariño, era lo único que había tenido esos días para hacerme compañía.

Avisé a Castillo de que había llegado bien y dejé el móvil un rato, este tiempo había extrañado mi pequeña casa en Madrid. Decidí salir a dar un paseo por sus calles para tratar de despejarme, me tomé una caña en una terraza cerca de casa y volví de noche.
Me había sentado bien volver.
Llegué a casa, abrí la maleta de nuevo para echar la ropa a lavar y me puse una de las camisas anchas que no había usado, solo la habíamos usado una vez y como de costumbre había sido Zulema la que la usaba.
Dejando su olor impregnado por completo en mi camisa, aunque en este caso, se lo agradecía.

Decidí ver una película sin darme cuenta de cuando me quedé dormida. Me desperté pronto, me hice un café y encendí la tele para ver si daban algo en las noticias. No había nada interesante a si que decidí ir a dar un paseo matutino.

Estaba paseando por Gran Vía cuando me encontré a Palacios, era la última persona a la que esperaba ver.
P- ¡Helena! ¿Cómo te va todo?
Yo- Muy bien, ¿y a ti? -le dije sonriente.
P- Pues bastante bien, la cárcel va de maravilla. Pero te echamos mucho de menos.
Yo- Y yo a vosotros...
P- ¿vamos a tomar un café? Aquí al lado hay una cafetería preciosa.
Yo- Claro, así nos ponemos al día. -pasé la mañana en el café charlando con Palacios, cuando nos dimos cuenta era tardísimo a si que nos despedimos y me fuí a mi casa.
Era la hora de comer, pero no tenía hambre a si que me hice un sándwich y encendí netflix.

Vi Peaky Binders durante bastante rato, tanto que no me di cuenta de que se me había pasado la tarde. Me duché y volví a la cama. No era nada productiva, pero tampoco podía. Había pasado pocos días con Zulema pero prefería estar escondiéndome en una casa con ella a estar en completa libertad por Madrid...
Traté de leer antes de dormir a ver si conseguía que me diera sueño, pero no funcionó. Había dormido muy poco desde que se fueron.
Pasé varias horas dando vueltas tratando de buscar una posición correcta hasta que me harté y decidí escribir a Castillo.
"Dile que la quiero" Fue lo único que envié, el sabría a lo que me refería. Dejé el teléfono, pues era muy tarde y seguramente lo leería al día siguiente.
Conseguí dormir un poco y me desperté bastante tarde.
Decidí ir a un gimnasio cerca de casa para despejarme, estuve toda la mañana haciendo deporte, después pasé por una tienda de animales y compré más comida para el escorpión.

ARDER EN TU FUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora