Vuelve.

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Salí de la habitación llevándome las manos a la cabeza. ¿A qué estaba jugando? Me iría a Inglaterra con Castillo, no tenía tiempo para romance y menos con ella.

Bajé a la cocina y me serví un vaso de agua para dirigirme al sofá.
M- ¿No comes nada?
Yo- No tengo hambre. Comed vosotros. -me senté en el sofá con la mirada perdida.
Zulema no bajó a cenar esa noche y yo no tenía fuerzas para subir.
C- Te veo muy cómoda, pero esa es mi cama. -dijo Castillo sacándome de mis pensamientos.
Yo- Sí, voy al balcón. La luna está llena y preciosa. Que descanses. -dejé un beso en su calva cabeza y subí las escaleras. Castillo había sido para mí como el padre que nunca tuve, le tenía mucho cariño.

Me senté en el pequeño puf que había en el balcón y me quedé observando la luna...
No me había dado cuenta pero era más de media noche. El tiempo se me había pasado volando, entré a la habitación con cuidado y vi a Zulema ya cambiada y dormida.

Me di una ducha rápida, me cambie y me metí en la cama. Noté como se percató de mi presencia.
Z- Pensé que no vendrías. -dijo girándose y mirándome con esos penetrantes ojos verdes.
Yo- ¿Te he despertado? -Ella negó. Le dediqué una media sonrisa y volvió a girarse. Me pegué a ella colocando mi cabeza en el hueco de su cuello y pasando mi mano por encima de su cuerpo. Está la cogió y la entrelazó con la suya.

Me desperté pronto, como de costumbre. Zulema estaba frente a mí, se movió un poco durante la noche, retiré un mechón que le caía por la cara y tras observarla unos segundos me levanté y entré a la ducha. Me puse un pantalón corto y una camisa ancha y bajé a desayunar.
No tenía demasiada hambre, esa tarde saldría el vuelo y se me había cerrado el estómago.
Cogí una manzana y salí al porche, donde vi a Macarena y a Castillo con unos cafés.
C- Buenos días.
M- Menuda cara que traes.
Yo- ¿qué pasa?
M- Que se nota que no has descansado nada.
Yo- Sí, estoy algo agitada por el viaje de esta tarde... son más de cinco horas hasta el aeropuerto de lindes y no me gustan demasiado los aviones.
M- Pues quédate. Tú te ahorras el vuelo y nosotras tendremos a alguien que nos vaya a hacer la compra sin exponernos.
Yo- Tú lo que quieres es tenerme de criada. -dije riendo mientras daba un bocado a la manzana.
Z- No estaría mal tener criada... -dijo saliendo también con una manzana.
M- Reina mora, ¿cual es el plan?
Z- ¿cuál va a ser...? Quedarnos aquí...
M- Ya... es una mierda no poder llevaros al aeropuerto.
Yo- Tranquila, lo mejor es que os quedéis aquí.
Z- ¿A qué hora es el vuelo?
Yo- Tenemos que estar ahí a las seis, el vuelo sale a las ocho.
M- Pues descansar, porque lo necesitareis.
Yo- Tienes razón. Va a ser un viaje largo.
C- Bueno cinco horas... podría ser peor...
Yo- Desde luego, el de mañana son nueve horas...
Z- nueve horas los dos en un avión... mmm de locos...
Yo- Castillo es una buena compañía.
M- Desde luego no te aburrirás...
Yo- Voy a preparar las cosas, así después me ahorro quebraderos de cabeza. -Subí a la habitación y comencé a meter mis cosas en la maleta. Me dejé bastante ropa pues ellas aún no habían comprado y Macarena tenía la que le había cogido Castillo pero Zulema había estado usando la mía.
Cogí mi pasaporte, mi DNI... tenía los billetes en el teléfono a si que parece que estaba todo.

Al terminar me fuí a dar un paseo por la playa hasta la hora del almuerzo.
Aunque no quisiera, mi mente no paraba de pensar en Zulema. Esa morena de ojos pardos me había jodido.
Todo era una mierda, me planteé volver a España y dejar toda esta locura, pero tampoco quería. Había tomado una decisión, y debía irme. Al final el paseo se alargó y llegué a la casa después de la hora de comer.

C- Helena, ¿no comes nada?
Yo- No tengo hambre.
M- Tienes que comer algo.
Yo- Comeré algo en el aeropuerto luego, no tengo hambre. De verdad. -subí a la habitación a coger las cosas. En unas horas debíamos salir. Era una hora de trayecto desde el aeropuerto hasta la casa en la que estábamos.
Cogí la maleta y me quedé observando aquella habitación. Solo había estado dos noches, pero para mí había sido una vida... Zulema era un escorpión, me mataría lentamente con su veneno y lo peor es que yo regresaría una y otra vez a morir en sus brazos.

ARDER EN TU FUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora