Canadá.

251 27 8
                                    

No podía quedarme sin palabras, si no le contestaba le demostraría que tenía razón y no era así, claro que la quería. Con su pasado, presente y futuro.
Yo- Zulema yo te quiero por como eres.
Z- Tú no sabes cómo soy.
Yo- Sí, sí que lo sé, tienes una coraza para evitar que te hagan daño, no eres una asesina sin escrúpulos solo buscabas vengarte de esos que un día te hirieron y por mucho que lo niegues tienes sentimientos. Has tenido un pasado y te quiero con él. La cagué diciéndote eso, pero todos cometemos errores joder... Sabes que no lo pienso, si lo pensara ahora mismo no estaríamos aquí. Joder Zulema te quiero, te quiero tanto que no sé cómo cojones actuar para no espantarte... Te quiero del todo, por mucho que lo intenté no pude evitar quererte... Nunca he sabido querer a medias y tú no eres la excepción, te quiero con todo. -Ella me miró sin saber cómo reaccionar.- No necesito que me digas nada ahora, no necesito que me contestes. Pero no pienses que no te quiero más que a nada en este puto mundo. -dejé un beso en su cabeza y me dirigí a donde estaban Macarena y Castillo de nuevo.
Sabía que ella necesitaba pensar y le iba a dejar su espacio, pero no quería que dudara de mí.
M- Gran discurso.
Yo- Es lo que pienso y lo que siento.
C- Ay Helena... estas jodida. Nunca te había visto así. Ahora veo que no es solo capricho lo que sientes por ella.
Yo- Te aseguró que no, no había sentido algo así ni pro Fabio, Castillo.
C- Lo sé... Espero que volváis a estar bien.
Yo- Y yo...
C- Cuando dejé el coche en el aeropuerto compré una baraja de UNO. ¿Jugamos?
M- Vale, ¡Mora! Ven vamos a jugar al UNO. -Ella nos miro confundida.- No seas amargada coño. -Zulema se levantó y se acercó a nosotros. Castillo abrió la baraja que había comprado y repartió las cartas.

Jugamos varias partidas para tratar de amenizar el tiempo. Vimos cómo se hacía de noche. Quedarían unas siete horas de vuelo.
Z- Yo paso de jugar más.
M- Eso lo dices porque no has ganado.
Z- pero si te he ganado tres veces...
M- Sí sí lo que tú digas.
Yo- Voy. Ver si puedo dormir un rato...
Z- Y yo. -dijo poniéndose en pie para estirarse.
Volvimos a nuestros asientos y tratamos de dormir, había varias turbulencias pero por lo general íbamos bastante tranquilas.
Estuve cambiando de posición en el incómodo sillón pero no conseguía dormir nada.
Miré para Macarena la cual se había dormido al instante y Castillo estaba leyendo un periódico.
Zulema se acomodó y cerró los ojos. Las turbulencias comenzaron a notarse más y yo estaba bastante mareada. Me bajé del asiento y me estire en el suelo dejando los pies en alto para evitar que se me bajara el azúcar.
C- ¿estás bien Helena?
Yo- Algo mareada...
C- Toma, un sobre de azúcar, come antes de que se te baje. -Me incliné un poco y tomé un poco de azúcar de la que me dió Castillo seguido de un buche de agua. Zulema abrió los ojos escuchando la situación.
Z- ¿Todo bien?
C- Se ha mareado. -Pese al azúcar y al agua seguía con la cabeza dando tumbos. Vi como Zulema se arrodilló a mi lado colocando su mano en mi hombro.
Z- Venga Helena, un poco más que nos quedan seis horas para ser libres. -asentí y tomé un poco más de agua con azúcar.

Pasó un rato hasta que se me pasó el mareo, me incorporé y me volví a sentar en mi asiento.
Z- ¿Mejor?
Yo- Sí, habrá sido una bajada...
Z- Eso seguro. -volvió al libro que estaba leyendo y yo me puse a leer uno de los periódicos que había por ahí.
Al final conseguí dormir un poco. Cuando me desperté quedaban dos horas de vuelo.
Se nos había hecho pesado y largo, estábamos agotados, y cuando llegaron nos querían más de dos horas en coche hasta la casa en la afueras que había alquilado Castillo.
Me acerqué a ellos para repasar el plan.
C- Vosotras salís por aquí, es la zona de mercancía y a la hora que llegaremos no habrá nadie. Yo iré a por el coche y os recogeré para irnos a la casa. No hagáis tonterías.
Yo- Hecho.
M- Por fin vamos a ser libres... bueno, más o menos.
Z- Más libres que ayer, pero menos que mañana. -dijo Zulema sentándose en el suelo del avión junto a nosotros.- ¿Está todo claro?
M- Clarísimo. -volvimos a nuestros asientos esperando que pasaran las dos horas que quedaban.

ARDER EN TU FUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora