30.

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Si bien muchas veces me había acostado con una mujer a la cuál no conocía bien y al otro día no significaba nada para mi, con Caroline había sido distinto. La conocía hacía tres días, además de verla como profesora, y la había envuelto en mi dedo sin problemas, pero a la vez ella también me había envuelto en su dedo con su belleza.

Reí nuevamente al sentir ese cosquilleo en el cuello.
—¿Qué? —preguntó y rió.
—Los besos en el cuello me dan cosquillas —confesé y sonreí.
Allí mismo nos encontrábamos, acostados, tapados solo con una delgada sábana, disfrutando el momento. Su cabeza descansaba sobre mi cuello y me abrazaba al rededor de mi cintura mientras que yo la abrazaba por encima de sus hombros. 
Mi celular sonó interrumpiendo todo aquello y maldije para mis adentros. Nos separamos y me estiré un poco para tomarlo ya que estaba en el piso. Era un mensaje de mi padre que decía “Ya es tarde, Harold.” Volví a la misma posición de antes y gruñí frunciendo el ceño.
—¿Qué pasa? —preguntó. 
—Debo irme, es tarde.
Miró el reloj digital detrás de ella y se volvió a mi pero esta vez apoyó su cabeza en la almohada.
—De hecho sí, mañana ya es lunes —recordó triste. 
—No quiero dejarte.
La abracé y escondí mi cara en su cuello. Tocó mi pelo y rió.
—Yo tampoco quiero que te vayas...—dijo—. De todas maneras, nos veremos mañana.
—Te raptaré en algún receso, ya verás —amenacé en forma de broma.
—Al menos el timbre me rescatará.
—No lo creo.
Reí de manera traviesa.
—Esto comienza a darme miedo...
—Ahora. Espera a mañana y te gustará.
—Eres un pervertido.
Me empujó y rió.
—¿Por qué? Yo no he dicho nada, tú mal pensaste solita.
—Tonto —dijo y reímos.
“Tonto”. Esa palabra resonó en mi mente. Esa es la palabra que Amber usa cada vez que hago un chiste... No, basta, no puedo seguir así. Tengo que encontrar la manera de olvidarle, de hecho, iba bien con Caroline hasta que la mínima cosa me recordó a ella. 
—Hey... —me llamó tras quedarme distraído.
—Lo siento, me quedé pensando...
Sonreí creíblemente, para ella claro.
Finalmente, tomé mi ropa y me vestí. Ella se envolvió en un salto de cama y me acompañó hasta abajo. Tomé mi camisa que yacía en el piso, cerca de la puerta y me la puse.
Se apoyó contra la pared y me jaló de la última prenda que me acababa de poner. La besé nuevamente sin pensarlo dos veces. Se impulsó, la sostuve y terminó a horcajadas sobre mi. Repentinamente, yo estaba allí físicamente pero en realidad yo estaba en otra parte. La imagen de Caroline paso a ser la de Amber. Nuestro al rededor pasó de ser una casa a un cuarto de limpieza. Por último, ese domingo por la noche pasó a ser aquel viernes por la noche en que dejaba el internado y me marchaba al otro.

“...—Adiós, Harry, cuídate —dijo simplemente y se dirigió a la puerta.
—¿En serio? —pregunté incrédulo.
—¿Qué? —se volteó.
—¿Adiós, cuídate? ¿Nada mas?
—¿Qué mas quieres?
—Tú no te irás tan fácil cariño —me acerqué a ella y la tomé por la cintura.
—¿Ah, no? ¿Qué debo hacer para que me dejes ir? —me miró a los ojos con cara inocente.
—Lo tendría que pensar...
—No pienses, actúa.
Repentinamente se impulsó, quedando a horcajadas sobre mi y ¿me besó? ¿En serio Amber Tomlinson me besó? 
La sujeté mejor, y le seguí el juego. Mientras nos besábamos, ella comenzó a jugar con mi cabello, lo que me causó gracia y no evité una risita entre medio del beso. Sus labios eran suaves y cálidos y su beso era eléctrico y a la vez vehemente, besaba condenadamente bien.
Finalmente, nos separamos dando espacio a algunas miradas...”

Ese flash salió de mi mente de un momento a otro. Abrí los ojos y allí estaba Caroline, a nuestro al rededor su casa y seguía siendo domingo por la noche. Sonrió y tuve que imitarla aunque no tuviera justamente ganas de sonreír.
—Fue una noche perfecta, a pesar de lo del restaurante —dijo.
—Sip.
—¿Qué pasa?
Se bajó de encima de mi.
—Nada —sonreí—. Fue una noche perfecta y sobre todo la última parte —bromeé.
—¡Vesvque sí eres un pervertido! —exclamó. Reímos y me golpeó el brazo—. Anda, vete ya.
Me empujo hacia la puerta.
—Adiós, nos vemos mañana, preciosa.
La besé cortamente en los labios y me fui.

Confía en mi || h.s - Original - (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora