21.

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—Y... ¿Cómo llegaste hasta aquí? —cuestionó Liam
—Me escapé —respondí simplemente—. Yo te dije que volvería, te lo dije, aquí me tienes.
—¡Eres un genio! —rió—. Oye Harry, tenemos que hablar —habló más serio.
—¿De qué? 
—De Amber... —dijo y al escuchar su nombre juro que sentí... una sensación rara en el pecho. Fue rara, pero era buena.
—Eh... sí. Escuché la discusión que tuviste con ella.
—¿Cómo? —preguntó extrañado.
—Amber me llamó al celular, bueno, me llamó sin querer, supongo que se le marcó mi numero...
—¿Entonces... escuchaste todo? 
—Todo —afirmé.
—¿Incluyendo lo de Zayn?
—Ya... ya lo sabía.
—¿Qué? ¿Y nunca me dijiste nada? —preguntó atónito.
—No era mi asunto, Amber me prometió contarle ella misma a alguien —expliqué—. Y mucho menos te lo diría a ti. ¿Qué querías que te dijera? ¿Qué tu mejor amiga es maltratada por el chico por el cuál te abandonó hace un año y unos meses?
—Sí, tienes razón... —dijo y desvió la mirada—. ¿Ella te gusta?
—No, no me gusta, pero admito que Tayra-- —me interrumpí yo mismo—. Perdón, Amber —me corregí—, sí me causa algo.
—¿Tayra? ¿Por qué Tayra?
—Es que justo estaba pensando en ella porque la vi antes de venir aquí y me quedé algo preocupado...
—¿Le pasó algo? ¿Cómo está? —preguntó enseguida.
—¿Cómo estarías tú si te enteraras que tu pareja te engaña?
—¿Justin? Que idiota, nunca me cayó bien —habló aborrecido.
—¿Lo conocías? Espera, ¿la conoces a ella en persona?
—Sí lo conozco y sí la conozco —respondió.
—¿Cómo conoces a Tayra? —cuestioné confundido.
—Por la prima de Niall, Chelsea.
—Oh, claro... —analicé. 
—¡Mierda, Harry! ¡Un guardia! —exclamó.
—Tranquilo amigo, estas con el rey de las mentiras —presumí.
—¿Ah, si? Quiero ver como salimos de esta.
—¿Qué hacen aquí muchachos? —preguntó el guardia—. Les voy a pedir que me acompañen.
—Disculpe, ¿usted no sabe quién soy yo? —hablé con aire de superado y me puse de pie.
—No, pero lo que sé es que no eres de aquí, ese no es el uniforme de ésta institución.
Sonreí y me acerqué a él.
—Querido, querido... —le llamé y apoyé mi mano en su hombro—. Soy Josh Devine, el nieto menor y el más consentido de mi abuelo, el director.
—Así que eres el nieto del director... ¿Qué harás para comprobarlo? —me retó.
—¿Quiere pruebas? Muy bien —saqué mi celular del bolsillo—. Nada más le digo que a mi abuelo no le gustará para nada que lo llamen a estas horas y menos porque un guardia de seguridad no cree en su adorable nieto.
Disimulé fingiendo que marcaba un número y me llevé el celular a la oreja.
—De acuerdo, discúlpeme señor ¡le creo, le creo! —exclamó con inquietud.
—¿Usted sabe que si yo quiero puedo hacer que le reduzcan el sueldo o aún peor, que lo despidan de su miserable empleo? —amenacé. 
El hombre tragó saliva sonoramente y su semblante cambió por completo, mientras que Liam tenía que desviar su mirada para no reírse.
—Claro, señor...
—Así que le voy a pedir amablemente que se largue y me deje seguir pasando tiempo con mi pareja.

El hombre miró confundido a Liam quién estaba de todos colores y en cualquier momento iba a estallar de la risa.
—¿Su...su pareja?
—Sí, ¿acaso tiene algún problema con eso? ¿Es usted homofóbico? —cuestioné.
—No, no, no, ¡claro que no! Con su permiso me retiro señor.
—Me alegro de que nos entendamos entonces —dije y sonreí.
—Igualmente —respondió y se fue por poco corriendo.
—Uno, dos, tres —conté y Liam y yo estallamos en risas.

El tiempo pasaba y pasaba, Liam y yo hablábamos de todo como dos chicas que no se vieron por años mas o menos. 
Liam tuvo que regresar a la habitación porque en un rato iba a amanecer. Quedamos en que cuando todos estuvieran en clases fuera a la habitación ya que no tenía dónde quedarme mientras tanto.
Debía conseguir ropa para poder darme una ducha y lo más importante, debía conseguir sí o sí cigarrillos, porque ya no aguantaba un día más sin ellos. 


Ya todos estaban en clases, así que aproveché a entrar a la habitación y me duché. Escuché ruidos dentro de la habitación así que abrí cuidadosamente la puerta y vi de quién se trataba.
—¿Dónde diablos esta? —habló sola.
—Estoy aquí, cariño... —la sorprendí por detrás tomándola por la cintura.
—¿Qué...? ¿Cómo...? ¿Styles? —preguntó confundida y me observó de pies a cabeza. Yo solo llevaba una toalla en la cintura y abajo tenía puesto los boxers.
—¿Me extrañaste? Yo mucho.
—Sí, me imagino... —dijo irónica y se alejó de mi.
—Qué feo, eh, ¿por qué tan así? —pregunté, volví a acercarme y la tomé del rostro.
Me tomó la mano y la sacó de su cara bruscamente.
—Si en un día te besaste primero conmigo y más tarde casi te acuestas con otra chica, no quiero saber que hiciste en dos semanas... tal vez estuviste con medio internado, o, no, no, no, tal vez con todo el internado —habló molesta.
—Oh, vamos, lo de Chelsea fue un error, somos amigos, nada más —volví a explicar.
—¿Y ahora me dirás que las otras chicas con las que estoy segura que estuviste, también son errores?
—A ver, tú me dijiste el día de la fiesta que yo no era nada tuyo y nunca lo sería.
—Claro, lo tomas en cuenta cuando te conviene. Sabes que no lo dije en serio, estaba enojada, aún lo estoy —habló, se sentó en una de las camas y se cruzó de brazos.
—No entiendo las reglas de tu juego, explícamelas —pedí y me senté a su lado.
—Deberías saberlas porque tú comenzaste éste juego —sonrió falsamente y reí apenas.
—¿Qué es esto? ¿Una escena de celos? 
—Lo dejo a tu criterio —se puso de pie.
—¿Podemos cambiar de tema? Tenemos que hablar.
—¿Así quieres solucionar todo? Cobarde.
—¿Cobarde? —pregunté incrédulo, me puse de pié y fruncí el ceño—. Con lo mal de la cabeza que está tu novio, estoy arriesgando todo por ti, Amber. 
—Como si yo no me estuviera arriesgando también... Además me lo echas en cara, sabes que no estas obligado a nada, Harold. 
—Sí, sí estas arriesgándote pero tú fuiste quién me llamó cobarde, no yo —dije mientras me vestía—. Y no te lo echo en cara, si hago lo que hago por ti es porque te quiero, Amber —dije y giré su rostro para mirarle a los ojos.
—Igual... no me refería a cobarde en ese sentido, simplemente que quisiste arreglar todo con un simple “cambiemos de tema”.
—No, Amber, no, simplemente no quiero discutir contigo, hace tiempo que no nos vemos ¿y cuando lo hacemos vamos a pelear? 
—¿Es necesario que andes con cualquier zorra que se te cruce en el camino? —preguntó y se cruzó de brazos.
—Seamos realistas, ¿qué hombre le dice que no a una chica que se te regala, prácticamente?
—Aquel que le acaba de decir a alguien que la quiere de verdad, tal vez. 
—¿Qué pasa si ese alguien no está disponible?
—Lucha por ese alguien entonces.
—Es lo que trato de hacer todos los días —dije y acaricié su rostro una vez que estaba en frente de ella.
—Y si tanto quieres a ese alguien, ¿por eso estás coqueteando conmigo?
—Porque ese alguien —pausé—, está en frente mío.
—¿Osea tú mismo? 
—No entiendo...
-—No creo que hables de mi porque no demuestras en lo absoluto que estas “luchando” por mi o que “me quieres”, pero además de mi se encuentra el espejo —dijo, levanté la cabeza y me vi en éste.
—Ya se que soy sexy —bromeé—, pero no soy yo “ese alguien”, me refiero a ti, en serio.
—Tú y tu egocentrismo —sonrió apenas.
—Cortaste mi lado cursi, solo sale en pocas ocasiones, deberías aprovecharlo más.
—¿Ese fue “tu lado cursi”? Lo que me dijiste quizás lo usó el bisabuelo de mi tatarabuelo para su primera novia —dijo y se escabulló de mis brazos. Sonreí ante su comentario.
—Me esfuerzo, te juro que lo hago, no suelo ser así con las chicas. 
—Lo sé, tu debes ser con las demás una noche y adiós, ¿verdad?
—¡Amber! —le llamé.
—¿Qué? ¿Vas a decirme que no es así?
—¿Vamos a seguir mucho rato más discutiendo esto? —me rasqué la nuca.
—No, ya me voy —dijo y se dirigió a la puerta—. Aunque voy a proponerte algo —regresó.
—¿Qué?
—Lo nuestro no funciona, acabas de darte cuenta —dijo y fue como un baldazo de agua fría—. Seamos amigos.
—¿Amigos? Pero no--
—Amigos o nada Harold —dijo con un tono de voz firme.
—De acuerdo, seamos “amigos”
—Muy bien, debo irme, los chicos me esperan.
—Esta bien, pero como amigo exijo un abrazo... —dije y me fulminó con la mirada—. Tranquila, solo bromeo —sonreí, negó con la cabeza con una media sonrisa y finalmente se fue.
¿Amigos? ¿Enserio? Esta loca. Acababa de dejarme más que en claro que estaba celosa y que le molestaba que saliera con otras chicas ¿y me pide que seamos amigos? Sigamos jugando a su juego entonces, o quizás... simplemente esté en su ciclo del mes.


De acuerdo, ya me había duchado, ya había fumado el cigarro que necesitaba, ya había salido del internado por el mismo hueco por el que entré y solo me faltaba una cosa: hablar con mi padre. 
Mi celular comenzó a vibrar en mi bolsillo, lo saqué y atendí.
—¿Se puede saber en dónde diablos estás? —preguntó apenas contesté.
—Buenos días para ti también, papito.
—Harold Edward Styles, estaba en medio de una reunión importante y me llaman del internado para comunicarme que mi hijo querido se dio de fuga.
—Te hubieras quedado tranquilamente en tu “reunión importante”, ya que en mis dieciocho años de vida tu trabajo siempre ha sido mas importante que yo.
—No discutiremos eso ahora, sabes que no es así —dijo—. ¿Dónde estas? 
—Aquí —respondí simplemente.
—¿Dónde es “aquí”? —preguntó perdiendo la paciencia.
—Me pica el ojo.
—Deja de tomarme el pelo —habló firme.
—No te estoy tomando el pelo, es enserio, me pica —dije y contuve la risa.
—Dime dónde estás o ¿prefieres que te busque la policía?
—Encuéntrame en veinte minutos en el bar B&C. 
—Pero--
—Se cor...ta la com...uni...ca...ción... —colgué—.Y se cortó —dije en voz alta.

Llegué al bar y casi no había gente, aún era temprano. Pedí un vaso de cerveza mientras esperaba a mi padre. Pedí dos vasos, tres y al por fin llegó con cara de pocos amigos. Creo que si hubiera hecho algo así uno o dos años atrás, ya a estas alturas estaba a dos metros bajo tierra, pero ahora como ya cumplí los dieciocho las cosas son un poco distintas.
—Sírvele un trago al señor —le ordené al barman y solté el humo que contenía del tercer cigarro del día en mi boca.
—No, no necesito un trago —respondió seco.
—Sí, sí lo necesitas, luces estresado... —me hice el inocente. Le palmee la cara y me tomó fuertemente del brazo apartándolo de su cara.
—¿Qué buscas? ¿Volverme loco? ¿Llamar la atención?
—Nop, nada de eso. Quiero volver al antiguo internado...
—No vas a volver a ese lugar, Harold.
—Déjame hablar, ¿esta bien?
—¿Qué? —preguntó y soltó una bocanada de aire.
—Hagamos un trato; vuelvo al internado con la condición de no ocasionar un solo problema —planteé.
—Harold...
—Es en serio, te juro que no me meteré ni ocasionaré ningún lío si vuelvo allí.
—No vas a volver a ese internado. 
—Al otro internado tampoco —repliqué.
—Y si no vuelves al internado a casa tampoco.
—¿Enserio? —alcé las cejas con confianza.
—Sí, enserio. Y no se qué harás porque no pienso darte ni un peso, ni nada. Además recuerda que tu madre esta de viaje. Si quieres vuelve a la cárcel, al menos tendrás ropa, una cama y baño.
—Ja-ja-ja, qué gracioso —dije sarcástico—. No necesito de ti para vivir.
—¿Ah, sí? ¿Y como piensas vivir entonces? —cuestionó burlón.
—Me las arreglaré, conseguiré un trabajo y una casa.
—Mira no más, ¿y mientras buscas un trabajo y una casa piensas vivir en la calle?
—Voy a arreglármelas de alguna manera —dije y rió.
—No aguantarías ni un día sin estar dentro de un lugar, Harold.
—Me extraña que pienses eso de mi, como si no me conocieras lo suficiente para saber que siempre me las arreglo sea como sea.
—No te creo. 
—¿Ah, no? Pruébame —lo reté.
—Muy bien, a partir de hoy estas solo, a menos que estés dispuesto a seguir mis reglas —dijo, se levantó del asiento y caminó hacia la puerta.
Él tenía razón, odio admitirlo pero tenía razón. A pesar de tener dieciocho años soy demasiado inmaduro como para comenzar una vida solo, desde cero y sin ninguna ayuda.
—Espera... —pedí sin voltearme.
—¿Qué? —me volteé y él igual. 
—Por favor, déjame volver al internado, te prometo que no haré nada malo... —supliqué.
Suspiró y se acercó rendido.
—¿Y las clases que perdiste?
—No importan, las recupero, si me lo propongo voy a recuperarlas enseguida, me quedaré tiempo extra, lo que sea.
Sea quién sea que esté dentro de mi cuerpo que salga ya mismo, este no es Harry Styles, yo no hablaría así nunca. 
—De acuerdo, tienes una sola oportunidad, una sola —remarcó las dos últimas palabras con su voz—. Llegan a llamarme una sola vez de parte de la dirección y aparte de irte del internado, vas a irte a una escuela militar.
—No hablas enserio... ¿O si?
—Sí, hablo enserio Harold.
—Esta bien, gracias. 
—Hay que ir por tus cosas al otro internado.
—Sí, pero antes... —tomé el trago que mi padre nunca tomó—. Debes pagar.
—¿Qué? Pero tú...
“Se cor...ta la com...uni...ca...ción...” —repetí mis palabras utilizadas anteriormente por celular y caminé hacia la puerta.
Había conseguido lo que quería, siempre es así, nunca me doy por vencido. Volvería al internado y al que le guste bien y al que no, mala suerte entonces. 

Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, otro capítulo más largo :)) Bueno, gracias por sus comentarios y votos, no olviden hacerlo! Ly<3

Confía en mi || h.s - Original - (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora