Ya llevábamos una semana conviviendo. Conan se había encargado de que Giselle se sintiera como nuestra encantadora guía turística pues por eso habíamos hecho el viaje, por unas supuestas vacaciones.
A Rocío solo la vi un par de veces, ni viviendo bajo su mismo techo lograba cruzarme con ella por más de un minuto. Sus horarios de comida se habían vuelto diferentes al nuestro y Giselle no lo notaba por estar entretenida con Conan. El mayor tiempo que la podía ver fuera de su habitación era en las noches. De los siete días que llevábamos ahí, la vi salir cinco noches seguidas y regresar casi al amanecer.
Por la mañana salí a caminar un poco. Después de comprar dos libros de Philip Zimbardo fui por algo para comer. Mi celular empezó a sonar unos minutos después.
—¿Vienes a almorzar? —preguntó Conan en cuanto contesté.
—¿Almorzar? pero si recién he desayunado.
—¿Vienes o no? —hizo una pausa y volvió a retomar— Por cierto, ¿en dónde estás? —bajó su tono de voz— ¿Qué estás haciendo? No empieces con tus estupideces aqui.
Reí— Mismas estupideces que tú también has hecho en los últimos años.
—No me jodas, ¿en serio estás haciendo lo que creo?
—¿Qué? ¿Reposar un desayuno? Sí.
Escuché la carcajada de Conan— Hazte el idiota. En fin, ¿vienes o no? Rocío necesita saber para calcular cuánto debe preparar.
—¿Rocío está cocinando para nosotros?
—Sí, hará pollo apanado.
—Estaré allí en un momento.
—Vaya, vaya, menudo interés.
—Cállate.
Después de eso me apresuré a llegar a casa. Me sorprendió el afán que tenía por llegar, pero es que si quería que Rocío me viera como su amigo debía empezar a entregarle mi atención ¿no?
Lo primero que vi y escuché al llegar fue a Rocío— Giselle, por favor —suplicó.
—Ya te dije que no. Estamos bien, no es necesario.
—Giselle... —rogó, con un puchero— por favor, por favor. —es linda cuando deja de lado su amarga actitud— Giselle solo te estoy pidiendo que me acompañes, por favor.
Pase por el lado de ellas y salude a Conan— ¿Qué sucede?
—Rocío le está pidiendo algo a Giselle, pero esta parece no querer apoyarla.
Giselle se cruzó de brazos— Que sea la última vez.
—Gracias, en serio. Llamaré a Liam para decirle que puede dejarla en el club —dijo, corriendo hasta su habitación.
—¡Te voy a prohibir la amistad con Liam!
Rocío rio— Sí, sí, lo que digas.
Giselle suspiró, relajándose— Hola, Vincent. En un momento serviremos.
Los tres esperamos a que Rocío bajara. Se remangó el hoodie y paso a la cocina.
—Por favor tomen un plato y acérquense.
Acatando su orden, me apoye sobre la barra con un plato en mis manos. Giselle fue la primera en acercarse, su amiga le sirvió exactamente lo que pidió y después hizo lo mismo con Conan. Cuando fue mi turno, me acerqué lo suficiente para ver que más quedaba. Ella se alejó un poco y me vi en la obligación de apartarme para que ella volviera a acercarse a la comida.
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La Dornan
Teen FictionCharlie Dornan dio inicio a La Hermandad. La gitana consideró que aquello debía terminar. 1994 fue el año en el que ella nació. Nacida por una maldición, creada sólo para cumplir una profecía, que todo acabe por ella, por la Dornan. Ellos son del 1...