Capítulo 30.

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CAPÍTULO FINAL.


PERSHY DORNAN.

Año 2014.

Apreté el acelerador nuevamente después de haber movido la palanca de cambios— Voy lo más rápido que puedo.

—No me parece tan rápido —Vincent gruñó, cruzándose de brazos— Habíamos acordado regresar antes.

—No fue culpa mía, fueron los vuelos que casi no logramos conseguir. —de reojo lo vi hacer un mal gesto— Que no se te olvide que te puedo patear el trasero así que no me hagas berrinche.

—No es berrinche, Pershy. Solo quiero ver a Rocío y conocer a mi hijo. ¿Entiendes que nació hace cinco días y aun no lo conozco?

—Pronto llegaremos. Quita esa cara o tu hijo terminará viendo tu ceño fruncido. 

—Enfócate en conducir más rápido.

Sonreí pues, aunque el crío a mi lado iba echando humo, íbamos a ver a Rocío. Meses atrás ni siquiera hubiese imaginado llegar hasta tal punto con ella.

Después de lo sucedido en la fortaleza de los de la Hermandad, me costó ceder a permitir que le quitaran la libertad de salir a Rocío. No había estado mucho tiempo con ella, pero sintiendo el papel de hermano mayor sabía que debía intervenir.

—Tú sólo la has estado regañando —le dije a Levin— y tú estás tomando todo de broma. —me dirigí a Rovdyr— Déjenme a mí entrar y hablar con ella.

—No la vamos a dejar salir hasta que se empiece a comportar —dijo Levin.

—Él tiene razón. —Rovdyr le apoyó— No puede salir de esa habitación hasta que deje la tontería.

—No es una tontería, Rovdyr. Ella necesita ayuda.

—Ayuda que no quiere aceptar.

Suspiré— ¿Por qué no dejarla? —Rovdyr me lanzó un golpe a la cabeza y Levin una patada al muslo— Hablen, animales. Denme una explicación, no me golpeen, idiotas. Soy su hermano mayor y los dos saben que golpeo más fuerte.

—No hagas preguntas tan idiotas, Pushy.

—Y vuelve con eso.

Levin tomó la palabra— No la dejaremos porque es solo una idea demasiado errónea que tiene en su mente. A creído por tanto tiempo que es un cuerpo sin vida que ya se siente más del lado de la muerte que ni de este, pero ella es la clase de chica que lloraría ante una foto o se conmovería ante una melodía. Ella ha sonreído mientras sentía desmoronarse. Su soledad intentó destruir su fortaleza. Estuvo por años fingiendo que nada pasaba ni dolía cuando lo único que quería era dejarse hundir en sus propios problemas. Ella no está muriendo lentamente, ella solo está demasiado triste y rota como para ser consiente de la vida que le espera.

—No nos vamos a rendir con ella, Pushy. Es nuestra hermana, cueste lo cueste la vamos a ayudar a reconstruir su vida. Se lo debemos.

Al día de hoy me sigue haciendo feliz el no haber abandonado a mis hermanos en ese momento y haber hecho parte del proceso.

El abuelo confió en nosotros y nuestras habilidades, pero ninguno de nosotros sabía exactamente cómo íbamos a llegar al momento en el que tuvimos que entrar en acción, es que nadie sabe nunca el resultado de nuestros actos, pero podemos estar seguros de que cuando llegue el momento de tomar una decisión será respaldada por el deseo de salvarnos y continuar.

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