Capítulo 24.

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VINCENT FARRELL.

Hubieron bajas y muchas, pero como era de esperarse no tuvimos tiempo de luto ni de penas. Habíamos recibido un ataque directo y eso era todo. Kira estaba furiosa por no haberse deshecho de sus objetivos, pero después de recibir una llamada se relajó.

A mí me encontraron fuera de la casa. Dieron por entendido que me habían herido, dado por muerto y después se fueron. Y aquello lo entendieron porque cuando llegaron me encontraron en el camino con una herida de bala, herida que me proporcionó Rovdyr cuando pasaron en el auto. Su respuesta a su acto fue "sería muy sospechoso que salieras tan ileso" aunque a Kira lo que le sorprendió fue que me hubiese dejado lastimar pues se me conocía por manejar todo a distancia y salir casi ileso.

Antes de que Pershy volviera a aumentar la velocidad pude ver a Rocío, ella dormía en brazos de Levin. Sonreí. Ella estaría bien si ellos se la llevaban.

Tres días pasaron, días en los que pasé horas y horas durmiendo. Ponía de excusa el que me sentía adolorido o cansado, pero lo cierto era que no quería lidiar con Kira y su insistencia por recuperar rápido nuevos hombres después de lo que habíamos perdido.

No supe de Conan sino hasta la tarde del tercer día que decidió regresar a la fortaleza. Cuando notó que estaba despertando salió de la habitación sin pronunciar palabra alguna. Después de un buen baño decidí salir y caminar un poco, en algunos rincones del lugar aún quedaban manchas de sangre y supuse que los hornos debieron estar muy ocupados con los cuerpos que tuvieron que cremar. Yendo hacia el comedor a la hora de la cena vi a Conan en el pasillo.

—¿Va todo bien? —le pregunté, caminando detrás de él.

—Todo bien —me respondió sin darme cara o si quiera esperarme.

—Esperaba mi mejor amigo viniera pronto a cuidarme —bromee.

—¿Para qué? Te ves en perfecto estado.

Aceleré el paso hasta poner caminar a su lado— ¿Qué estuviste haciendo estos días? ¿La viste? ¿Viste a Rocío? ¿Conociste a sus otros hermanos? Esos sí que están locos, realmente dementes —o era lo que las imágenes que recordaba me hacían deducir pues hay veces en las que no puedo recordar ciertas cosas y solo tengo lagunas en mi memoria. A veces me parecía un síntoma abrumador, pero después no tuve molestia con no recordar ciertos acontecimientos de mi línea de tiempo.

Conan se giró un poco para verme. Tenía un pronunciado golpe en la parte izquierda de su boca y el labio partido— Sí. Los conocí.

—¿A qué se debe ese golpe?

Quería decirme algo más, pero parecía no ser capaz de hacerlo— Es hora de la cena —dijo en cuanto Cernícalo empezó a acercarse. Asentí y en silencio nos reunimos en el comedor.

Solo estábamos los tres en ese momento. Conan no quería cruzar palabra ni miradas conmigo. Cernícalo estaba más de fisgón sobre mí, me observaba como si estuviese a punto de descubrir una traición, cosa que no me hubiese convenido pues si se enteraba que yo sencillamente dejé a los Dornan a hacer tales asesinatos yo podría ser el siguiente en pasar al horno. Yo aún tenía algo por hacer, yo tenía algo por terminar, pero debía pensar todo muy bien. Los de La Hermandad se encontraban más alerta e irme contra todos me dejaba en desventaja.

El sonido de unos tacones acercándose me hicieron saber que Kira se uniría. Había pasado los días tratando de evitarla pues el desagrado que me producía tan siquiera escucharla ya me era casi imposible de ocultar. Me puse de pie pues el hambre se me escapó en cuanto ella se sentó.

—¿Cuándo volverás al trabajo, Akos?

—Cuando me sienta mejor.

Cernícalo bufó— Estás bajando de categoría, Akos. Estás fallando, estás más débil.

La DornanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora