Capítulo 4.

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La noche me resultó algo aburrida cuando Rocío salió de casa. Ya habíamos cenado, pero ninguno de los tres parecía tener la intensión de querer irse pronto a dormir. Por suerte, a Giselle se le ocurrió la idea de en mitad de la noche casi madrugada salir a dar un paseo y simplemente distraernos.

En cuanto subí al jeep las preguntas quisieron salir a flote.

—Giselle, ¿podrías solucionarme algo? No quería mencionarlo delante de Rocío para no traer de vuelta un posible mal recuerdo, pero...

Ella me interrumpió— ¿Quieres saber quién es Dylan?

Asentí— Él mencionó algo de que por culpa de Rocío le habían fracturado tres costillas.

Suspiró siendo consciente de que el tema ya había salido a flote y tanto Conan como yo queríamos saber que sucedía.

Ella empezó a contar— La primera vez que vimos a Dylan fue hace más de un año, estábamos en una fiesta. Él empezó a molestarla, creímos que sería un simple ebrio adolescente queriendo llamar la atención de una chica, pero a medida que pasaron los minutos Rocío se sintió realmente incómoda y como ella estaba con alguien más prefirió que nos fuéramos para no causar alguna discusión. No creímos volverlo a ver hasta hace un par de meses que tuvimos un día de playa.

Antes de seguir hablando, Giselle le pidió a Conan que cambiará el rumbo que había indicado en un principio. El hablar de Rocío le recordó que debía llevarle las llaves que se había olvidado.

—Estábamos las dos con Liam. Rocío quiso entrar al mar mientras yo me bronceaba y Liam compraba unas bebidas para nosotras. Cuando volví a ver a Rocío, ella corrió hacia mí casi a punto de hiperventilar. Se esforzó por contar lo sucedido y fue ahí cuando me enteré que Dylan al reconocerla se lanzó al agua y empezó a tocarla, había hombres alrededor y ninguno hizo nada. Rocío estaba paralizada por el miedo y solo logró apartarse cuando una mujer de edad se atrevió a intervenir.

El tan solo imaginarme que había pasado por algo como eso me rayó la cabeza. En ese momento creí que quizá Dylan era el responsable de la desconfianza de Rocío y su claro desagrado por el abuso.

—¿Cómo es que los que estaba al rededor no la ayudaron? —preguntó Conan.

—Es triste decirlo, pero vivimos en un mundo en el que se ha normalizado el ver el abuso y no intervenir con la excusa de "no debemos meternos en los problemas de los demás"

—Ahora la actitud de Rocío tiene una gran explicación. Después de que ella llegó a ti, ¿qué sucedió?

—Le contamos lo sucedido a Liam. En cuanto él se enteró, enloqueció —meneo la cabeza— Decir que enloqueció es poco. Ese hombre no cabía de la ira. Si no lo mató fue de mero milagro.

—¿Quién es Liam? —pregunté y vi a Conan echarme una mirada de reojo.

Giselle sonrió— No es su novio, por si eso es lo que estabas por pensar. Liam es... un amigo muy importante para Rocío. Podría decirse que es la segunda amistad más importante que ella ha tenido.

—Supongo que tú eres la primera.

—No, pero ya no hablamos de esa persona.

Conan estacionó donde Giselle le indicó, en una gran cafetería con servicio de las veinticuatro horas. Ahí entendí que las veces que vi a Rocío salir fueron porque debía trabajar. Conan no quiso salir del jeep así que fui yo quien acompañó a Giselle.

Ella empujó la puerta y en cuanto lo hizo se escuchó el sonido de una campana como si anunciase los nuevos clientes. Rocío pasó frente a nosotros después de atender a una pareja. En cuanto vio a Giselle se acercó a nosotros, arreglando su delantal y guardando una pequeña libreta junto a un lápiz en uno de los bolsillos.

La DornanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora