Capítulo 6.

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La hora del almuerzo estaba próxima a iniciar. Desde que le había dicho a Rocío que me gustaba no dejaba de mirarme como si esperase que en cualquier momento le dijese "es broma lo que dije" pero claramente no era eso lo que iba a recibir.

Diagonal a mí carraspeo tratando de llamar mi atención— ¿Quieres preparar el almuerzo conmigo? Hoy podemos cocinar juntos y así puedo recompensar el hecho de que no hicimos la cena.

No me emocionaba el tener que ir a cocinar y sabía que mis habilidades culinarias estaban por debajo de la línea de pésimo— Claro, —sonreí— me encantaría ayudarte a cocinar.

Entrecerró los ojos, haciéndome saber que era sospechoso. Incluso si Conan viera mi comportamiento sabría que algo me traía entre manos.

Estando en la cocina alistamos todos los ingredientes y utensilios que utilizaríamos.

—Esta vez no quiero complicarme mucho, ¿te parece si lo hacemos sencillo?

—Eres la que dirige. Lo haremos como quieras.

—Bien. ¿Qué tan bueno o malo eres en la cocina?

Me lo pensé por un momento— Si me dices y enseñas que hacer lo haré bien, pero si me dejas a mi suerte probablemente todo termine quemado o con un extraño sabor.

Ella rio, meneando la cabeza. Saco dos cuchillos del gabinete y los puso sobre la barra, luego buscó una tabla de picar y un plato. Dividió el gran trozo de carne en dos y puso uno sobre la tabla, me la pasó y me largó un cuchillo.

—Empezaremos cortando la carne en pequeños trozos, trozos de un bocado por así decirlo.

Así como ella empezó a hacerlo, yo lo hice. Después pelamos las zanahorias y luego las cortamos, también cortamos el repollo, el cilantro y las cebollas con las medidas que ella indicaba.

Me enseñó a dorar la carne y cuando esta estuvo lista la echamos a la olla donde añadimos las verduras. Mezclamos todos los ingredientes, salpimentamos y agregamos algo de tomillo. Anexamos el caldo y la salsa marrón para finalmente dejar cocinar todo y que las verduras se reblandecieran.

—¿Cuánto tiempo lo dejaremos ahí? —pregunté señalando la olla.

—En esta primera cocinada, aproximadamente una hora.

—¿Y la papa?

—La agregaremos después, no queremos que se deshaga por completo.

No hablamos mucho en los siguientes cincuenta minutos. De hecho, yo aproveche para ir a tomar una ducha mientras Rocío estaba en su habitación. Cuando nos reunimos nuevamente en la cocina, pelamos las papas y las cortamos en trozos. Ella removió todo y se aseguró de que el estofado siguiera con el líquido suficiente para que siguiera cocinándose por una media hora más.

—Y eso es todo. Dejamos que se termine de cocinar, le apagamos y servimos. Fácil, ¿no?

Miré el producto en proceso— La verdad no fue tan complicada la preparación y tiene buena pinta.

Giselle entró a la cocina— Vaya, la bonita parejita ya empieza a hacer cosas del hogar juntos —Rocío hizo una mueca al escucharla.

Conan quien entró después que Giselle, me echo un vistazo— ¿Estoy perdiendo a mi amigo? ¿Ya te están esclavizando?

—No tengas envidia, Conan. Dejamos todo hecho un desastre para que limpies la cocina después —dijo Rocío.

Reí— Es lo que ganas por bocón.

—Está bien. Yo limpiare —dijo casi a regaña dientes.

—¿Cuánto falta para que esté listo? ¿Alcanzamos a ir por unas cuantas compras?

La DornanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora