Capítulo 21.

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Los días pasaban y cada vez se me hacía más fácil hablar con Vincent. Aun así, aun no podía entenderlo muy bien. Vincent tenía un lado muy débil, ese lado era el que había ocupado su madre. No lo demostraba muy a menudo, podría decir que lo había callado por mucho tiempo, pero el haberla perdido fue como si lo hubiese condenado a una no muy agradable vida. Él la extrañaba, pero parecía extrañar más un lugar seguro y donde pudiera ser solo él sin pensar en cosas perversas. Aquel lado bonito de él que seguramente había sido forjado en gran parte por su madre me hacía creer que ese era el verdadero lado que él quería ser. Pero siempre estaba ahí, un segundo lado, el más oscuro a un costado de él que hacía me mantuviera al margen.

Justo cuando empezaba a manejar todo muy bien a mi favor e ir conocimiento más de Vincent, Liam regresó. Estaba tan enojado y con tanta razón que yo simplemente no pude reprocharle el comportamiento. Le había dicho que no seguiría con la idea de deshacerme de cierto miembro de La Hermandad y que echaría a los dos nuevos visitantes, pero claramente aquello no había pasado y él se había enterado, me había tomado por sorpresa su presencia. Era la primera vez que lo veía con la rabia directa hacia mí y por ello no era capaz de reaccionar, traté de tranquilizarlo para que palabras de más no se escaparan de su boca o se girara hacia Vincent en busca de problemas.

—No puedes contra todos —pero yo solo quería a un objetivo.

—Tienes que dejarme hacerlo. —le rogué— Solo necesito una última aventura.

Los ojos de Liam se cristalizaron y lo dejé cargarme hasta la habitación porque sabía que mis palabras le dolían. Él sabía lo que significa aquello, él sabía lo que yo quería hacer.

Con las lágrimas que no me dejaban ver con claridad alcé mi vista a él— No puedo más. —hablé en medio de sollozos— Todo me duele. —me desesperaba saber que no eran dolores físicos que podía detener tan fácil— ¿Por qué tengo que seguir con vida? —cuestioné, con mi corazón quebrantado.

Ya no encontraba un motivo para seguir adelante, quizá nunca lo tuve, quizá el sentido de mi vida en los últimos años fue esperar con ansias que aventura me depararía el futuro con cada viaje que tenía que hacer con los chicos. Sin motivos para seguir adelante y con ese dolor en mi pecho de perder todo, la idea de cortar el ciclo de mi vida se me hizo muy tentadora.

¿Por qué tengo que ser yo quien continúe con vida? ¿Qué propósito tiene un cuerpo que solo anda sintiéndose más muerto que vivo?

Me preguntaba aquello una y otra vez en las últimas semanas. Charlie, Earnest e Ian ya no estaban, Jack tenía su vida hecha y sabía que se animaría a incluir a una persona permanente en sus planes, Giselle encontraría un nuevo destino y sería feliz, Liam... él se las ingeniaba para mover todas las casillas a su favor y tener una buena vida así que ya no tenía por qué preocuparme.

Quizá era una decisión muy arrebatada, pero entiendan lo horrible que era cerrar los ojos y que todos los malos momentos se apoderaron de mí, en la oscuridad de mi mente se escuchaban gritos, lamentos, quejas que dejaban relucir todo el dolor. Abrir los ojos y ver que el mundo siempre tendrá una muy buena cantidad de maldad y pase lo que pase aquello no cambiará porque, al fin y al cabo, somos humanos, somos increíblemente buenos para causar dolor incluso cuando no queremos causarlo.

—Por favor, Roci. —Liam gentilmente acarició mi mejilla— Una aventura más.

—Me siento demasiado cansada. —le hice saber— Siento que tengo muchas cargas y a la vez no tengo nada. No quiero ni un día más.

Él hizo que lo mirara fijamente— Una cena más, un baile más, una canción más, un país más, ir a la playa una vez más, cocinar una vez más, un nuevo libro una vez más, una foto más... —continuó nombrando varias cosas— Todo una vez más y así quizá cuando hagas todo una vez más encuentres algo que te anime a desear cada noche un día más.

La DornanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora