Capítulo 20.

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Año 2013.

Los meses pasaron y consigo varios problemas vinieron.

La Hermandad le había puesto precio a la cabeza de Jack Dornan desconociendo que aquel no era el pelirrojo que había asistido conmigo al evento y que ese otro ya no se encontraba con vida, aun así, para La Hermandad Jack era el único responsable de la muerte de George Farrell.

No me comunicaba con Jack en los primeros meses, él se dedicaba a su vida y a su pareja. Liam era quien nos mantenía al tanto así que Levin y yo creímos que sería bueno ponernos justo en la mira de los de La Hermandad y así atraerlos a todos directo a la trampa. Liam se enteró de que enviarían a Arthur Farrell mejor conocido como Geckos a buscar el paradero de Jack así que le aconsejó que una buena ruta para llegar a alguien era a través de las redes sociales pues últimamente cualquiera se conecta de forma rápida con alguien al otro lado de la pantalla solo si este nos hace sentir bien. Giselle fue de gran ayuda atrayendo a Arthur. Él no era lo que yo esperaba, era muy joven y no lucia como los demás miembros con los que me había cruzado, Liam me hizo saber que aquel junto a tres más era de los más jóvenes de La Hermandad.

Con el recuerdo de Mactans encima eliminé de mi mente el volver a dejar convencerme por una buena apariencia. Arthur era más impaciente y hablaba mucho, solo se delataba ante tantas palabras. Una noche todo se inclinó a mí pues fue la noche en la que Arthur le puso pausa a las preguntas que quería formular y empezó a responder las mías.

Él era libre, pero no sé sentía libre.

Poco a poco fui ganándome su confianza y se abrió a mí con completa sinceridad. Aunque incluso fue difícil para mí el aceptarlo, nosotros realmente nos volvimos amigos. Él supo que yo aceptaría la confianza sin importar lo oscuro que fuese, aquello le sorprendió.

Intentas encontrar color donde todo es opaco —me dijo.

Incluso un mínimo rayo de luz me hará creer que aún tienes algo bueno.

Arthur era solo un joven que se escondía detrás de un perfecto historial, detrás de Geckos para no dejar a la vista lo débil que era cuando su propia madre lo golpeaba y lo obligaba a mantener relaciones con ella, en ocasiones lo ataba a la cama y lo tocaba por todo el cuerpo, Arthur ya no podía defenderse pues siempre lo dopaban.

Eres increíble, Rocío. Tu táctica es asombrosa. inclinó la cabeza Tus extraños ojos son como una trampa que hace que cualquiera se quiera acercar, pero es tu forma de mirar y transmitir lo que hace que cualquiera decida ponerse la soga al cuello por voluntad propia.

Arthur llevaba semanas dudando y eso no me gustaba. Yo necesitaba que él me llevara hasta La Hermandad, pero él ya no quería eso. Lo había quebrado tanto que él ya no me veía como su presa sino como su escape y eso sucedió aquella vez que él me contó lo que su madre le hacía y yo le conté lo que su padre había hecho. Él no pudo aceptar la realidad y decidió que ya no volvería.

Reí mientras acariciaba su cabello Me halagas.

Él sonrió Tú eres la trampa. Tú eres el arma letal de los Dornan.

Me acomodé en el sofá y lo miré fijamente Arthur, susurré ¿estás seguro de lo que harás?

Él estiró sus piernas y suspiró Ya no puedo pensar en hacerte daño, no después de lo que me contaste. Además, estoy agradecido contigo, fueron solo unas cuantas semanas, pero... pero tú realmente quisiste conocer quién era yo realmente aun sabiendo el propósito con el que venía. Tú me hiciste sentir como una persona más y no sólo como un soldado que sigue órdenes. Así que estoy muy seguro de que no voy a delatarte.

La DornanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora