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El aterrizaje fue igual de movido que el despegue y Jessica, que había estado viendo una película de miedo durante el viaje, se quitó los auriculares y volvió a agarrarse al asiento como si fuera un salvavidas. Logan había vuelto a su lado sin muchas ganas, incluso bostezaba por el sueño mientras el avión descendía. Si quería que Jessica sintiera aún más desprecio por su persona, lo había conseguido y con matrícula de honor.

Un autobús les recogió cuando abandonaron el aeropuerto de Hawái. Les llevó a un lujoso hotel de cinco estrellas, con piscina climatizada, pulseras VIP, buffet libre y spa. Les asignaron habitaciones por orden de lista, por lo que Jessica debía compartir habitación con Nikki y Marge, y Logan con sus inseparables amigos, Ian y Jared. Tras dejar las maletas en las habitaciones decidieron salir a dar una vuelta en grupo, y por no quedarse sola, Jessica aceptó ir, pero no sin su monopatín.

Mientras se deslizaba por las calles, alejada varios metros de los demás, los cinco amigos iban hablando de ella.

—No me puedo creer que tengamos que compartir habitación con ella— murmuró Marge, con una mueca—. La relación se va a basar en la pura cordialidad de ser personas civilizadas.

—No os preocupéis por la amargada, tenemos planes para ella— dijo Ian, soltando una risita.

—¿Qué planes?

Logan no respondió. Estaba ocupado observando a Jessica, que montaba en su skate con habilidad y destreza. La capucha de su sudadera gris cubría su cabeza y parte de su rostro, pero su cabello castaño, rebelde, se asomaba por los laterales y se mecía con el viento. Llevaba las manos metidas en los bolsillos y los auriculares puestos, sin tener idea de lo que estaban diciendo de ella a sus espaldas. Entonces, Jared habló y le sacó de un ensoñación:

—Seguro que nos convertimos en reyes después de eso.

Por un momento reinó el silencio, hasta que Nikki explotó:

—¡¿PERO CÓMO PODÉIS SER TAN CRUELES!?

Marge tapó la boca de su amiga, señalando con la mirada a Jessica, pero no fue suficiente para callarla.

—Muy probablemente ganeis una fama que no necesitáis a costa de una chica que a saber qué problemas tiene— dijo, furiosa—. Quedaréis como unos chulos pero ella no necesita que la dejéis en ridículo. ¿Qué clase de personas sois?

—Tranquila, este año nos vamos, Nikki, nadie se acordará de ella en la universidad.

Logan se quedó pensando en las palabras de Nikki. Sabía que tenía razón pero sus amigos ejercían mucha influencia sobre él, y quería hacerlo, simplemente para divertirse un poco. Nadie le hablaba borde ni le contestaba mal a Logan Meyer, y ella no era la excepción. Solo una pregunta rondaba por su cabeza: ¿seguiría recordando su nombre en la universidad?

La chica de la capucha gris ©✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora