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Cuando dieron las ocho de la tarde, decidieron volver todos al hotel. Logan les contó a sus amigos los progresos que había hecho con Jessica, pero intentó omitir detalles. Ya lo tenía claro: no quería hacerle daño. Le dio igual el plan que había formado con Jared e Ian, le dio igual la fama, le dio igual todo, solo pensó en que ella no se merecía algo así. Ni siquiera pudo pensar en cómo se le ocurrió aquel asco de plan, pero no quería continuar con él.

Jessica, por otro lado, no dejaba de pensar en Logan mientras montaba en su skate. No porque se hubiese enamorado ni nada por el estilo, si no porque sabía ocultaba algo. Había algo en él que no le transmitía buenas vibraciones, había malas intenciones detrás de su amabilidad y su sonrisa encantadora. ¿Por qué quería saber cosas de ella? ¿Sospecharía de algo de su pasado? Porque si fuera así, no tenía sentido que le sonriese tanto.

Así que, esa noche, después de ducharse, bajar a cenar, y dejar a Nikki y Marge preparándose para la salida que habían planeado, salió al balcón y visualizó la luna. Le hizo una promesa que intentaría no romper por nada del mundo: prometió no dejar que Logan Meyer se metiera demasiado en su vida. Prometió que le dejaría fuera de todo lo que ella consideraba triste y deprimente y que nunca le hablaría a nadie de lo que había ocurrido en su casa hace casi un año.

Logan, por su lado, llevaba en el baño casi dos horas y sus amigos empezaban a impacientarse. El joven se había duchado, afeitado, había aplicado aftersun en su cuerpo y se había peinado con el secador del baño del hotel. Estaba más pulcro que la vajilla del día de Navidad. La realidad era que pensaba que Jessica saldría, pero al esperar a las tardonas de Nikki y Marge junto a sus amigos, y darse cuenta de que con ellas no iba, le decepcionó mucho, mas no dejó que sus ánimos decayeran.

Mientras se alejaban por la calle en busca del algún pub e ignorando a los profesores que les pedían responsabilidad, Logan se giró instintivamente, sintiéndose observado. Dirigió la mirada hacia los balcones del hotel y ahí la vio, con la capucha de su sudadera gris cubriendo su cabeza, apoyada en la barandilla negra del balcón. Juraría que le pilló mirándole, pero en el momento en el que él se percató, Jessica devolvió su atención a la luna. Logan también la observó y, al igual que la chica, le hizo una promesa silenciosa, mental: haría lo que fuera para adentrarse en la vida de Jessica Thunder.

La chica de la capucha gris ©✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora