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Logan se quedó sin habla. ¿Qué debía decir ahora? Era lo más cerca que había estado de ella en lo que llevaban de vacaciones y por fin había conseguido que Jessica se soltara un poco. De verdad le gustaba, y mucho. En el instante en el que la vio caer al agua se dio cuenta de lo mucho que le importaba, de que quería cuidar de ella. Pero, ¿de dónde nacía ese sentimiento? ¿Por qué no se había dado cuenta antes? ¿Tal vez el destino había esperado al viaje de fin de curso para juntarles? ¿Sería por alguna razón?

Una lágrima deslizándose por la mejilla de Jessica le sacó de sus pensamientos. Con una suave caricia, deslizó el dedo índice por su pómulo, retirándola. Desde ese mismo instante decidió que odiaba verla llorar. Decidió que Jessica no tenía porqué sufrir, no tenía porqué cargar con tan pesada carga ella sola, fuera cual fuese. Quería ayudarla pero, ¿y si ella no le quería cerca? ¿Y si aquella situación no era más que un momento de debilidad y a Jessica no le gustaba él? Sin embargo, el chico pensó que lo mejor que podía hacer en ese momento era abrazarla.

Y lo hizo.

Logan cubrió con sus brazos el minúsculo cuerpo de Jessica, quedando esta completamente inmóvil, petrificada. Llevaba sin recibir un abrazo tanto tiempo que ni siquiera recordaba que se sentía así de bien. Era como si parte del dolor, la culpa, la tristeza y la soledad desaparecieran por unos instantes, esos en los que Logan la mantuvo unida a su cuerpo. Débilmente, ella le devolvió el abrazo y eso hizo al joven sonreír.

Pero tan pronto como la calma llegó al corazón de Jessica, se fue al oír la puerta de la habitación abrirse. Fue como un chasquido en el oído que la hubiese despertado. Recordó a Rick, los gritos de esa noche, y también la promesa que se había hecho a sí misma: tenía que mantener a Logan alejado de su pasado.

Se separó de un empujón del moreno, como si su cuerpo quemase, y una máscara de frialdad envolvió su rostro. Quería decirle que se alejara de ella y la dejara en paz, pero una vez más, su corazón luchó contra los deseos de su mente y de su boca salieron unas palabras que deberían haberse quedado guardadas en su interior, en esa parte profunda de su alma que ansiaba gritarle a Logan que sentía lo mismo que él:

—Te daré una oportunidad— dijo, confundida por lo que estaba diciendo, observando a un Logan también extrañado por la reacción que había tenido la chica; fue una mezcla de aceptación y a la vez de rechazo, y no sabía cómo tomarse eso—, pero si no te ganas mi confianza, me dejarás en paz para siempre. Nunca volveremos a vernos, Logan Meyer.

La chica de la capucha gris ©✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora