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En la actualidad...

Logan Meyer caminaba despreocupado por los pasillos del instituto, mascando un chicle de uva que había comprado en la cafetería. A su lado iban sus mejores amigos, Ian y Jared, con su aire de superioridad y sus sonrisas arrogantes. Entraron en la clase y saludaron a sus amigas, Marge y Nikki.

—¿Qué pasa, chicas?— saludó Ian— ¿Listas para el viaje de fin de curso? ¡Va a ser la bomba!

—No me digas nada, estoy deseándolo— exclamó Nikki, emocionada—. Va a ir toda la clase. Los alumnos del año pasado me aseguran que les dejaban salir de fiesta por las noches. ¿No es genial? ¡De fiesta en Hawái!

—¡Ay, si, yo también estoy impaciente de que llegue el sábado!— Marge y Nikki emitieron grititos de emoción y felicidad y los chicos rieron de su reacción.

Todos estaban deseando que llegara el sábado: el viaje de fin de curso estaba cada vez más cerca y el desmadre de por las noches les ahorraría tener que asistir a las excursiones que los profesores y la agencia de viajes tenían previstas, por lo menos, las que consistían en levantarse temprano. Nadie en la clase hablaba de otra cosa, excepto Jessica Thunder, que mantenía la cabeza oculta en sus brazos flexionados sobre la mesa.

Logan la miró por un segundo y se preguntó si ella iría. El año pasado estuvo en una clase diferente a la de ella, pero la recordaba de otra manera. Era más... Alegre. Al menos en los pasillos, cuando se cruzaban y siempre le saludaba. Un día, de la nada, dejó de ser vitalidad y luz y se transformó en la amargada de la clase: la chica de la capucha gris cuyo nombre nadie parecía recordar. Eso era justo lo que Jessica quería, pero Logan se acordaba perfectamente.

—¿Sabéis si ella viene?— preguntó a sus amigos, y automáticamente siguieron la mirada de Logan, que chocaba inevitablemente con el cuerpo de la chica agazapada en su pupitre.

—¿Y qué más da?— cuestionó Marge, frunciendo el ceño— Es la antisocial de la clase, no creo que vaya a venir.

—Pero no sabéis si se apuntó, así que a lo mejor si viene.

—Me daría lástima que no viniese— musitó Nikki, que en el fondo sentía pena hacia la chica—. Si quieres la pregunto.

La chica se acercó a Jessica con intención de preguntarle si vendría al viaje, pero lo único que obtuvo de parte de la muchacha fue una mueca de desagrado e impaciencia. Mientras Nikki sumaba intentos por sacarle información, Ian y Jared se miraron cómplices antes de coger por los hombros a su amigo y arrastrarle a una esquina de la clase, dejando a Marge sola y confusa. Los chicos examinaron a su amigo.

—¿Te gusta?

La pregunta le sentó a Logan como una patada en la boca del estómago, pero no porque fuera verdad, si no porque le dolía que sus amigos pudieran pensar que sentía la más mínima atracción por tal amargado ser. Soltó una carcajada antes de responder:

—Ni de coña, tíos, solo es mera curiosidad— hizo una seña a sus amigos para que se acercaran a él, y así poderles contar sus sospechas acerca de Jessica—. ¿No os parece raro que antes era la chica más enrollada del mundo y ahora está deprimida total? ¿No creéis que la pasó algo muy chungo y por eso cambió?

—No lo había pensado, pero puede ser— afirmó Jared—. De igual forma, ¿qué más te da?

—Siento curiosidad por saber qué la ocurrió para cambiar tanto— observó Logan.

—Quiero saberlo— insistió Ian, con ambición—. Imaginaos que nos vamos del instituto dejando la noticia en el aire: la chica amargada y su oscuro pasado. “Los chicos populares del instituto sacian las necesidades curiosas sobre la chica más solitaria de la clase”. Estoy seguro de que todo el mundo se pregunta lo mismo que nosotros. ¿Qué decís?

Las intenciones de Ian eran puramente malvadas. Se podría decir que siendo populares y teniéndolo todo, no temían herir a los demás con sus comentarios: todos les aplaudían, y si descubrían aquel bombazo les harían un favor a todos por el que serían recordados. Les daba igual tener que pisar alguna que otra cabeza con tal de hacer llegar el grito al cielo, aunque una de esas cabezas perteneciese a Jessica Thunder. Las sonrisas maliciosas de sus amigos le instaron a continuar, y se decidió así:

—Y vas a ser tú, Logan, el que se acerque a ella— el joven le miró frunciendo el ceño—. La curiosidad mató al gato.

La chica de la capucha gris ©✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora