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Jessica no respondió; no porque no quisiera, si no porque se había sorprendido tanto que se había quedado sin habla. ¿No era el mismo chico que se había sentado junto a ella en el avión? Recordó haberle hablado feo cuando intentó tranquilizarla, pero rememoró aún mejor que sus palabras si le calmaron y aún así, no le dio las gracias. La nueva Jessica no conocía esa palabra.

Logan esperaba una respuesta por parte de la chica que nunca llegó. Observó cómo después de mirarle detenidamente, volvía a cerrar los ojos, echada en la toalla. Por el rabillo del ojo vio a sus amigos y se dio cuenta de que no le hacían caso. Bien, eso era lo que quería.

—¿Por qué llevas sudadera en pleno verano? ¿No tienes calor?— intentó romper el hielo de alguna manera y esa le pareció correcta.

Lo que Logan no sabía es que Jessica estaba a punto de mandarle a la mierda, pero por alguna razón, de su boca salieron unas palabras completamente diferentes:

—No, no tengo calor.

Bueno, era un avance, había respondido a su pregunta sin sacarle el dedo o hablarle borde. Logan interpretó su respuesta como una oportunidad para seguir conversando con Jessica, que trataba de averiguar porqué narices había dicho eso.

—¿No te gusta la playa?

Jessica intentó volver a librarse de él, pero algo en ella se lo impedía. Supuso que añoraba volver a tener conversaciones con la gente, como una persona normal. Era tan solitaria y estaba tan deprimida que se había aislado en una burbuja a prueba de agujas, pero para su sorpresa, Logan fue capaz de pinchar su pompa.

—No.

—¿Y eso?— continuó preguntando Logan, con un pequeño brillo en los ojos que demostraba la emoción de haber conseguido hablar un poco con Jessica— ¿Es la arena?

La chica movió sus pies descalzos enterrados en la arena en señal de negación. Pero, ¿por qué estaba haciendo eso? Debía parar de alguna manera. Todo eso le parecía extremadamente raro: que un chico guapo le hablase (o un chico en general), que estuviera respondiendo a sus melódicas preguntas... ¿Qué estaba pasando?

—¿No te gusta el agua salada? Se te queda la piel pegajosa, es cierto, pero...

Al fin, Jessica pudo decir algo que su mente estaba pensando. Se incorporó sobre la toalla, apoyando los codos en esta, y le miró ceñuda.

—¿Qué quieres?

Logan sabía que estaba extrañada. Realmente él tampoco entendía cómo había llegado a esa situación. Supuso que la curiosidad le estaba jugando una mala pasada, pero después de todo, estaba dando sus frutos.

—¿Yo? Nada— soltó una risita que, a su parecer, era de puros nervios—. Solo...

—¿Sólo, qué?— exigió saber Jessica, a la que cada vez le parecía más y más sospechosa la actitud del chico.

—Solo quiero saber un poco más de ti, Jessica Thunder.

La chica de la capucha gris ©✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora