Al día siguiente, Jessica ocupó, como siempre, un doble asiento libre en el autobús. Los parques acuáticos no le llamaban mucho la atención, y de hecho no pensaba deslizarse por ningún tobogán ni bañarse en ninguna piscina, por lo que se llevó un bikini solo por si acaso y ni siquiera le llevaba puesto. Sin embargo, los planes que Logan tenía para ella eran muy diferentes. Cuando subió al autobús y vio a la chica conectar los auriculares a su teléfono móvil, sonrió y se sentó a su lado, ocupando el asiento del pasillo.
Medio autobús se quedó atónito, sobre todo Ian, que iba tras él. Estaba a punto de decir algo cuando Jared le empujó para que continuara avanzando, dedicándole a Logan una sonrisa cómplice. El moreno miró entonces a Jessica: parecía querer escupirle fuego con los ojos.
—¿Qué narices crees que haces, Logan?
—Sentarme a tu lado, Jessica— dijo, obvio—. Hoy vas a pasar todo un día conmigo. Fantástico, ¿verdad?
Jessica tardó en procesar la información el tiempo suficiente para elaborar una respuesta, basada en lo primero que le vino a la cabeza.
—¿Qué tipo de droga te venden tus amigos en la habitación?
Logan soltó una carcajada que solo molestó más a la morena. Se cruzó de brazos y le miró, exigiendo una excusa complaciente. No estaba acostumbrada a que le llevasen la contraria, y mucho menos a que el que lo hiciera fuera Logan Meyer. El pesado que no salía de su cabeza. Su abrazo el día anterior fue algo inesperado para la morena, pero en su interior, algo que creía perdido pareció volver a emitir un sonido que hacía mucho había desaparecido, jusro cuando los brazos del joven se situaron a su alrededor. Sintió algo diferente a la soledad, al terror y a la indiferencia, y eso la asustó. Maldita sea, la asustó mucho.
—Sinceramente no tomo nada de eso— dijo Logan, dispuesto a continuar su conversación con la morena, que continuaba intentando discretamente ponerse los auriculares sobre la cabeza y evitando darse cuenta de que todo el autobús tenía los ojos puestos en ellos—. Solo algo de alcohol en los momentos menos pensados.
—Eso machaca a tu hígado y a tus neuronas, Logan.
—Neuronas tengo pocas y el hígado aún no se me ha salido por la boca, así que todo bien por el momento— el moreno sonrió de una forma tan especial que Jessica empezó a sentir un cosquilleo atípico en el cuello y en el torso, y un ligero rubor ascendió por sus mejillas—. ¿Te ocurre algo, Jessica?
—Estamos en Hawái, hace mucho calor y este condenado conductor no pone nunca el aire acondicionado— musitó, tratando de pasar por alto la mirada examinatoria de Logan y el deje de preocupación en su mirada. ¿Creería que se iba a volver a desmayar? Dos veces en una semana sería preocupante—. Logan, vete con tus amigos, por favor.
—No, Jessica, lamento decirte que hoy no tienes permiso para darme órdenes— Logan mostró una sonrisa socarrona y la morena rodó los ojos con fastidio—. Hoy vas a divertirte de verdad y vas a olvidar lo que sea que te esté atormentando.
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La chica de la capucha gris ©✓
ContoLogan Meyer sentía una curiosidad terrible por la chica de la capucha gris. Había algo en ella que le llamaba mucho la atención, y su corazón le pedía averiguar qué era. Vio su oportunidad en el viaje de fin de curso, y retado por sus amigos, Logan...