Danger -Louis Tomlinson

24. 1/2

Sabía que Louis era el siguiente y en serio quería escucharlo pero los oídos me zumbaban y comencé a marearme sin poder controlarlo. Salí del lugar y la helada noche me recibió con alegría.

-¿Hey qué pasa?- Grité al escuchar eso sin poder atascar el grito en mi pecho. Era Robert.

-¿Cómo llegaste tan rápido?- Lo vi con miedo pero al instante recordé su habilidad.-Oh cierto.

-Lamento asustarte, te acostumbrarás rápido.-Me guiñó un ojo y me hizo sonreír un poco.- ¿Estás bien?

-Fue la emoción del momento.- Le dije refiriéndome a mi escape de hace un momento, sonreí alejándome un poco de él, aún no me recuperaba por completo del susto. ¿Emoción del momento? Mentira. En realidad gracias a esa maldita presentación acabo de descubrir mi pánico al público.

-¿Puedes fijarte si aún están presentando algo importante?- Necesitaba un momento a solas, por si vomitaba o algo aún más vergonzoso que eso.

-Claro.- Escuche que dijo a mi espalda pero para cuando di la vuelta para agradecer ya había desaparecido.

-Asombroso.- Dije a la nada.

-Ese es mi segundo nombre.- Grité de nuevo por la sorpresa, un poco más bajo.

-Esa podría llegar a ser una de las líneas más estúpidas que se han dicho alguna vez Louis.- En cuanto me controlé pude contestarle, demasiados sustos en un día. Los ojos de Louis me estudiaban, poniéndome un poco más nerviosa de lo que ya estaba.

-¿Qué pasó ahí dentro?- Me preguntó.

-Nada que te interese.- Me crucé de brazos para lucir más seria pero sabía que aún en la débil luz que brindaban las luces exteriores del edificio mis mejillas rosas me delataban.

-¿Y qué si me interesa?- sus brazos se movieron en un gesto vago para intentar restarle importancia a sus palabras aunque difícilmente lo lograrían. 
No tenía nada en mente para decir, ni una sola idea.

-Nada importante.- dijeron en mi oído. Esta vez solo alcance a brincar un poco para no gritar a garganta abierta.

-¡Robert!- Estaba enojada y sabía que lucía bastante enojada.

-En serio lamento esta.- Su sonora risa decía todo l contrario.- Lo estas manejando mucho mejor por cierto. Ah y respecto a allá adentro nada importante sucede, solo hablan de la interminable guerra contra Bruno. Ese hombre que caza gente como nosotros y experimenta con nosotros. Aún no atrapamos a ese maniaco.

Al verlo cruzarse de brazos y desviar la mirada completamente molesto hacia unos árboles pude ver lo enojada que estaba en realidad toda esa gente. Y ahora sabía que hacía Bruno… escalofriante. Estúpida guerra… como la mayoría.

-¿Bruno?- preguntó Louis casi gritando, lucía bastante asustado.

-Eh… si.- Robert lo vio confundido mientras contestaba. Louis se alejó caminando rápido de nosotros mascullando por la bajo cosas sin sentido.-¿Eso es común en él?- Lo escuché preguntar.

-En realidad no. Yo soy la que suele escapar de situaciones incomodas normalmente.- Recordé aquel día en su cuarto… -Soy bastante buena escapando.

-Mi especialidad.- dijo sonriendo y sonreía porque era cierto.
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Se siente como otra vida desde que llegué aquí, como si estuviese destinada a estar aquí desde siempre. Solo habían pasado dos semanas pero ya había sucedido bastante. Incluso demasiado.

Me encontraba tirada en el pasto, el cielo era emocionante de ver y tranquilo. Todo iba calmado ahora, nada nuevo en realidad. 
Danny estaba a mi izquierda con Mark hablando sobre una nueva película que deseaban ver en el cine, Rose estaba a mi derecha y a su lado estaba Robert. Ambos hablaban sobre un viaje a París el fin de semana para explotar el nuevo descubrimiento del grupo: Robert puede transportar personas con él.

Lo descubrió hace un par de días mientras dormía con un oso de peluche que Robert jura no lo pertenece. Prometí guardar su secreto. Sonaba demasiado tentador.

-Cameron, ¿Practicamos un poco?- Robert estaba de pie, obstruía por completo mi vista y con los ojos brillosos. Era atractivo, no lo suficiente como para destacar en cuanto lo conoces pero si lo suficiente para recordarlo cada vez que lo ves, tenía ojos café y el cabello del mismo color. Moreno claro y alto.

-Rose no quiere practicar conmigo aún.- Puso los ojos en blanco y sonrió.

-No veo la razón.- Dije sarcásticamente.- Tu “almohadón” no es algo muy de fiar.

-Solo abrázame y calla. Yo me encargo del resto.- Ya estaba de pie, a cuatro pasos de distancia indecisa. Comencé a correr a él antes de pensarlo dos veces.
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