Danger -Louis Tomlinson

27.

Oh mierda… Mierda, mierda. Ya no sentía casi nada, pero seguía ahí. 
Seguía sabiendo que si no me movía ambos moriríamos, si es que Robert no resultaba estar muerto ya. ¡Qué estupidez más grande! Muerto por mí, eso no suena como una idea tan buena en mi cabeza.

Comencé a abrir los ojos y una sacudida de dolor me atravesó por todo el cuerpo. Sentía que mi grito de dolor iba a llegar hasta Francia, ¿Por qué nadie escuchaba y llegaba a ayudarnos? No es como si estuviéramos tan lejos de la civilización o algo peor.

Cuando pude ver completamente que estaba sucediendo a mí alrededor pude darme cuenta de que estaba sola. Con el cuerpo de Robert cerca pero sola. Dolía, dolía como el infierno en todas partes. Mi cabeza retumbaba como un tambor y mi cuerpo casi hablaba por si mismo enviando señales de dolor cada vez que decidía mover algo de cuerpo. 
Aún así me senté en el pasto para buscar a mi padre, el lugar lucía algo solo pero de igual forma se escuchaban ruidos a lo lejos. Me acerqué a Robert para ver como estaba. En cuanto lo moví comenzó a toser ruidosamente.

-Oh gracias al cielo.- Alcancé a decir, comencé a revisar su herida aunque no tuviese una mínima idea de lo que estaba haciendo cuando escuche los ruidos acercarse. Era él obviamente, mi padre y llevaba cargando un galón de algo que lucía bastante pesado.
Tenía poco tiempo, mierda, teníamos poco tiempo.

-¿Robert?- Traté de atraer su atención un poco, un gemido me llego como respuesta-¿Puedes desaparecerte de aquí para que alguien te ayude?- un gemido negando exaltado me llegó y me hizo doler más aún todo mi cuerpo.- Solo busca ayuda para ambos, ¿Si? Yo confío en ti.
Me vio a los ojos y un calor se apoderó de mi… si no podía salvarme por lo menos lo salvaría a él. Él no tenía nada que ver con todo esto. Era mi mierda, no la compartiría con él ni con nadie.

Y de repente desapareció, una pequeña ráfaga de viento hizo que mi cabello se despeinara y me trajera de vuelta a la realidad.

-Vamos a quemarte como me quemaste a mi pequeña perra.-Sinceramente no podía entenderlo. ¿Qué hice tan malo? Está bien, casi lo mato la primera vez pero en todo caso, ¿Por qué mierda volvía? Probablemente solo quería verme como la victima ya que sus malditos golpes dolían como el demonio. Mierda que dolían, ahora no puedo dejar de maldecir en mis pensamientos… definitivo me iré al infierno.

-Suficiente.- Le grité, o bueno, eso intente- ¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué me seguiste?

-Se llama venganza Cameron, Dios, no creí que fueses tan estúpida.- Su tono lo hizo ver joven por un momento y luego de asimilar las cosas pude verlo a los ojos, apenas y podía ignorar toda su piel y rostro destruido que tenía.

-¡Estoy harta de esto!- Grité aún en el piso- ¡Harta de ti! ¡Déjame en paz!- Él solo me ignoró acercándose un poco más a mi.- ¡Que me dejes en paz!
No supe que más hacer así que solo moví los brazos hacia él. Sabía que estaba creando mi pequeña y mediocre bola de fuego y que la lancé hacia él para derribarlo pero no podía controlar mis movimientos.

El saltó lejos, tal vez incluso demasiado para la fuerza que había empleado y la rueda de fuego comenzó a expandirse por su pecho.
Por alguna razón estaba llorando sin poder parar, el aire me faltaba de nuevo y no sabía qué demonios iba a hacer. Así que hice lo único que sabía recordando por alguna razón a Gabriel en este momento. El era un ángel de la muerte a mis ojos pero él no quería hacer eso.
Yo definitivamente no quería quemar a mi padre hasta la muerte.

-Pararé el dolor.- Dije bajo mientras gateaba hasta encontrarlo en el pasto, estaba inconsciente, se había dado un buen golpe en la cabeza al caer.- Solo pararé el dolor.

Las lagrimas seguían cayendo y me sentía como una niña por derramarlas, una niña pequeña y triste que no quería ir al dentista y lloraba a sus padres para que no la llevasen. Llegué a él y sin verlo a los ojos puse mis dos manos en su cuerpo, una en una pierna y la otra en un brazo… preparada para quemar toda la mierda en que mi padre se había convertido.

Se sentía mal en mi cabeza pero todo mi cuerpo se sentía vivo al hacer todo esto, se sentía como si lo hubieran sacado del trance en el que estuvo por los golpes. Lo quemé... controlé las llamas por todo su cuerpo y cuando fue el momento preciso alejé las manos de él. 

Pero de igual forma me quedé ahí, solo para ver como se quemaba en mi propio infierno creado para él, me quede ahí para ver lo que había ocasionado.