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He aprendido algo nuevo de mi misma. Cuando estás enojado por algo los días pasan rápido a la espera de que tu objeto de enojo aparezca de una vez por todas para acabar con ese sentimiento, cuando se está feliz los días pasan como cualquiera y cuando se está triste es cuando los días pasan lento y doloroso. 
Por obvias razones que implicaban amor hacia mi misma no deseaba sentirme así más pero seguía haciéndolo. Era como algo que no podía evitar sentir, no podía evitar sentirme más miserable por todo lo que me había sucedido y todo lo que había provocado.
Las pesadillas continuaron, cada noche soñaba con rostros horribles y desfigurados por fuegos interminables que creaba yo misma, siempre rostros conocidos, mi madre, Danny, Louis, Robert, Stella, todos siempre.
Al día siguiente cuando desperté sola fui a visitar a Robert. Sorprendentemente se encontraba a cinco camas lejos de la mía en la enfermería, había cortinas ya que le gustaba la privacidad. Lo escuchaba quejarse ya que según él la enfermera lo tocaba indebidamente.
-¿Es esto ilegal?- preguntaba él mientras abría la cortina, él la miraba a ella sorprendido y con una sonrisa burlona en la cara mientras ella lo miraba a él completamente fastidiada.
-Oh Cameron, hola.- La enfermera Jenkis en serio lucía feliz de verme.- ¿Puedes quitarle la venda del pecho a Robert sin que me acuse de violación a menores por favor?
Aunque lo dijo bastante seria no pude evitar reír, que bromearan me hacía sentir mucho mejor sin darme cuenta.
-Seguro.- contesté y comencé a hacer lo que me había pedido. El pecho de Robert lucía muy bien, el comenzó a contarme de una cirugía rápida para sacar la bala y como la señora Jenkis había hecho desaparecer su cicatriz mágicamente en un segundo.
Por un momento no pude alejar mi mirada de donde se suponía que la cicatriz debería estar, el poder que ella tenía era hermoso y ayudaba, me hacía sentir mal conmigo.
-Oye, sé que estoy bastante bien pero no tienes porque babear de ese modo por mí. – al regresar a sus ojos y verlo reír me olvidé de todo sintiéndome más cómoda que antes.
-Eres un idiota.
-Cuando gustes.
Los días siguieron pasando, la tristeza seguía ahí para mí como recordatorio diario de las cosas horrendas que había cometido. Danny se había comenzado a enojar por mi actitud.
-¡Estas actuando como un zombie! No puedo soportar esto más, me está matando verte así.- Ella gritaba e imploraba por un cambio pero era algo que sentía que no podía darle.
-No quiero pelear contigo Danny, tú simplemente no entiendes lo que sucede así que no molestes más.- su rostro lucía herido pero poco podía hacer ahora para compensar las cosas. 
Comenzaba a hartarme sentir así, no había pasado el suficiente tiempo como para recuperarme pero debería hacer un esfuerzo para hacerlos creer que lo hacía.
-Saldré un rato a tomar aire.- dije a Danny pero ella hizo como si no me hubiese escuchado, probablemente todo era mejor si actuaba así conmigo.
Probablemente debería de dejar salir por la noche sola o acompañada en absoluto, las cosas malas siempre me suceden por la noche en este lugar, es como si estuviese maldita.
Las noches seguían heladas y el ambiente se sentía aburrido para mí pero no para los demás, todos tenían planes.
-Cameron.- escuché decir a mi espalda, el susto me hizo dar un pequeño salto aunque sabía quién era y no estuviese feliz de escucharlo.

Danger  -Louis TomlinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora