Danger -Louis Tomlinson

34.

¿Saben que tanto duele soportar tu primera resaca? Mucho. Y no hablo de un mucho de dolor hablo de un dolor enorme. Sentía que todo emitía un sonido y dolía como el infierno soportarlo.
-Cameron, ¿aún te duele?- Danny hablaba bajo lo sabía pero aún así sentía que un alta voz estaba en sus labios penetrando mi cabeza y produciendo dolores como si alguien estuviera taladrando en mi cráneo. 
-Danny, ¿Amas lo suficiente tu cabeza como para que no te la saque del cuerpo por hacerme sentir tanto dolor?- escuché su risa y dolió todo aún más, nunca antes me había molestado su risa pero ahora mismo me parecía la cosa más molesta del universo.
Ni siquiera la voltee a ver a los ojos para verla irse, cuando estaba por abrir la puerta alguien tocó, y tocó muy fuerte para mi dolor.
Estaba conteniendo mi ira, más le vale a quien esté ahí que valga la pena.
-Oh dios.- escuché que dijo Danny- No es bueno que estés aquí tiene mucho dolor de cabeza.- por la distancia su voz no me molestaba tanto, por lo menos no hasta que terminó de hablar.- En serio, tienes que irte Louis.
Me hizo sentarme en mi cama, no me importó si estaba en pijama o con el cabello hecho un asco, él era la última persona que deseaba ver esa mañana.
-¡Fuera de aquí!- no me sorprendí de haber gritado y tampoco me sorprendí de haber movido los brazos sin control y haber lanzado una llamarada de fuego, nada grande tampoco quería matar al chico, solo lastimarlo severamente.
-Oh vamos, ¿Aún no superas lo de anoche?- su risa me hacía rabiar.
-¡Eres un imbécil!-Si no entienden completamente mi enojo déjenme contarles.
Anoche de camino a casa la borrachera comenzó a subirse a mi cabeza, lo recuerdo todo. Estaba riendo y brincando e ignorando por completo a Louis ya que me había arruinado la noche, estando fuera haber estado riendo con Charlie se veía como algo mucho más placentero. Traté ignorarlo lo más que pude pero sonaba como algo imposible al recordar lo mucho que me había molestado hasta ahora.
-¿Vas a quemar su cabello o algo así? Podría pagar para ver eso, aún no estoy feliz con ese tipo imbécil.- Robert me apoyaba incondicionalmente en esta situación lo cual era reconfortante.
-Tal vez, tal vez haga algo peor.- me tropecé con los estúpidos zapatos mientras entrabamos al territorio de la escuela, por suerte iba del brazo con Robert y él me detuvo antes de tocar suelo.
-Oh campeona, te ayudaré desde aquí.- me levantó y comenzó a cargar en brazos. Ya ni siquiera me molestaba, estaba tan cansada y tan llena de energía al mismo tiempo que en lo único que podía concentrarme era en el dolor que me producían los malditos tacones que llevaba.
Estaba dormitando pero aún así pude escucharlos.
-Yo la llevaré suéltala.- era Louis.
-¿Quién eres? ¿El protector de damiselas en apuros o algo así? Piérdete icee, ella no te necesita.- el pequeño apodo que había inventado haciendo referencia al los helados deliciosos que me encantaban me hizo reír en voz alta.
-Icee. –repetí riendo un poco más bajo. Escuché a Louis resoplar.
-Solo bájala, ¿Quieres?- sentí el tirón que le dio al brazo de Robert y por poco caigo, por poco.
-No, no quiero así que mueve tu trasero y déjame llevarla a su habitación.- me estaba cansando de esto y estaba tan confundida que no sabía qué hacer.
-Yo lo haré.
-No, no lo harás.
Robert me estaba apretando un poco y dolía así que me levanté y vi a los ojos a Louis.
-Estas actuando como un idiota ¿y sabes algo? Ya no me sorprende últimamente lo haces tan seguido que esto se está volviendo una maldita costumbre.
-No me interesa lo que pienses mientras estás borracha. Este idiota no te llevará a tu habitación así.
-¡Tú eres el idiota!- Robert se movió tan bruscamente al replicar que caí al suelo en mi trasero.
Y fue así como comenzaron a pelear. Y no quiero dar muchos detalles sobre esto pero Louis ahora tiene un ojo morado y Robert – quien es el más alto de los dos- terminó congelado del cuello para abajo mientras golpeaba a Louis en la cara, todo fue tan rápido que no lo vi venir.
Todos tratamos de separarlos pero ellos estaban tan aferrados el uno al otro que entrar en su campo de pelea te podrían haber costado un golpe o una pequeña congelación de mano.