6. Diamante | Gilraen

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En Rivendel, una madre enseñaba a su hijo nuevas palabras. Habían sido bienvenidos a la casa del Señor Elrond, y permanecerían un tiempo ahí debido a los orcos de Sauron que nunca dejaban de buscar al heredero de Isildur para acabar con su estirpe.

"Zafiro." Dijo Gilraen.

"Za-fi-ro." Repitió el pequeño a su lado.

Sentados uno junto al otro, en frente de ellos sobre una mesa se hallaba un libro con varias imágenes y sus respectivos sustantivos. El libro parecía antiguo, sin embargo, no era difícil de entender para un niño de casi cuatro años, el cual aprendía nuevas palabras tanto en Westron como en Sindarin.

"Esmeralda."

"Es-me-ral-da." Observó aquel dibujo.

"¿No crees que las gemas son preciosas, Estel?" Sonrió Gilraen.

El pequeño ladeó la cabeza. "Hmph."

La mujer suspiró, sosteniendo con delicadeza la hoja del libro para voltearla. En ella apareció el dibujo de otra joya, de un blanco puro como el mismo color de las estrellas, y aunque no le desagradaba la imagen, se preguntaba porqué la mayoría de ellas serían de distintas gemas. Quizá el libro trataba sobre distinguir las piedras preciosas de la Tierra Media.

"Ahí sólo encontrarás joyas." Dijo una voz externa. Cuando Gilraen giró para ver al dueño de aquella voz, notó a Elrond en el marco de la puerta. "¿No te gustan las esmeraldas, Estel?" Sonrió.

"Son bonitas," Contestó. "Pero los diamantes lucen más bonitos."

Gilraen sonrió orgullosa. "¡¿Acabas de leerlo?!" Su hijo asintió ante aquella pregunta. "No es por sonar cruel, pero creí que le tomaría más tiempo." La mujer miró al Elfo.

"Mamá, ¿puedo ir a jugar con Elladan y Elrohir?" Pidió el pequeño.

"Sí, anda." Permitió su madre.

Estel saltó disparado y salió corriendo del pequeño salón donde se hallaban. Elrond lo miró cruzar en frente suyo, hasta verlo desaparecer por las escaleras. Gilraen observó una vez más aquel diamante dibujado en papel, antes de cerrar el libro para divisar a la figura que se acercaba a ella.

"Es un niño inteligente, y crecerá cada día más fuerte. En su sangre corre tanto la tuya como la de Arathorn y los reyes de Númenor." Sonrió.

"Me temo que aquella sangre no sólo lo hará fuerte e inteligente, sino igual ambicioso." Al bajar la mirada, sus rubios cabellos cayeron. "No quiero que sus deseos vayan más allá de lo que puede conseguir."

"Y no lo harán," Elrond colocó una mano sobre el hombro de Gilraen, quien levantó la vista hacia él. "No obstante, te sorprenderá la posición que tu hijo llegará a ocupar."

La mujer sonrió. Su mente viajó al pasado, a los años en que Arathorn aún vivía, y deseaba que él estuviese aquí para ver a su hijo. Unas risas se escucharon desde afuera, por lo que Gilraen se levantó, y junto con Elrond, ambos asomaron por la ventana. Observaron a Elladan cargar a Estel, mientras eran perseguidos por Elrohir.

No toda esperanza estaba perdida.

No toda esperanza estaba perdida

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notas:
1. la imagen pertenece a @windrelyn en tumblr.

Fictober 2020 | Edición TolkienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora