Zenda, este nombre es de origen persa y su significado habla de una mujer sagrada
Así la consideraba Diego, una niña sagrada, arte para sus ojos, esa bonita niña tímida y antisocial que hacía que su corazón se derrita de ternura, se sentía bien a un lado de ella, Zenda siempre entendía a Diego y lo ayudaba en su tartamudez y no se rendía hasta lograrlo.
—Vamos Diego, se que puedes —La dulce voz de la chica llegó a los oídos del niño, brindándole paz.
—E-es impo-imposible, Ze-Zenda —El chico tapó su cara de vergüenza al haber tartamudeado frente a su enamorada.
—Hey, tranquilo —Dijo Zenda con voz dulce sacando las manos de Diego de la cara del nombrado— ,no es nada, tu eres el mejor y podrás hacerlo —Acarició la mejilla del chico tímidamente—¿Probamos?
Diego sonrió
—S-si —Dijo Diego.
—Genial —Dijo Zenda.
Los dos se posaron frente al espejo, sin poder evitar ver al opuesto.
—Detengase —Dijo Diego a la primera.
La chica lo miró con una sonrisa de oreja a oreja y lo abrazó.
—¡Lo hiciste! —Dijo abrazandolo.
—¡Lo hice! —Reaccionó Diego.
El tomó la cintura de la chica y la elevó, también abrazandola.
La chica se puso roja al instante, sin querer, había leído los pensamientos del chico, a veces le costaba bastante poder controlar su poder.
—¿Po-porque piensas en be-besarme? —Dijo Zenda.
El chico también se sonrojó.
—¿Pu-puedo? —Dijo Diego.
Los dos estaban tan solo a centímetros, podían sentir sus respiraciones algo agitadas por los nervios y la emoción.
La chica solo asintió.
Este la tomó de la cintura y sin más se abalanzó a los labios de Zenda, ella profundizó llevando sus manos a la nuca del chico.
Sus labios encajaban perfectamente y sus manos viajaban por el cuerpo del otro.
Pequeño error, habían dejado la puerta abierta.
—Diego, la vas a embarazar —Se escuchó la voz de Klaus— .Vaya vaya con la tímida.
Los dos se separaron al instante con las respiraciones agitadas y entrecortadas, la chica tenía la mirada baja y sus mejillas a más no poder de rojas, Diego miraba con una mirada asesina a Klaus, el cual salió corriendo al ver como dirigía una de sus manos a sus cuchillas.
Al momento que Klaus se fue, Diego fue a cerrar la puerta con pestillo, dándoles total privacidad.
El chico tomó el mentón de la chica y elevó la cabeza de esta, mirándola, ella tenía los ojos cristalizados y su labio inferior temblaba.
—¿Zen? ¿Que pasa, nena? —Dijo tomando las mejillas de la chica.
—S-seguro le di-dirá a pa-pá y no nos dejaran e-estar ju-juntos —Dijo para después dejar escapar un sollozo.
—No no no —Diego la abrazó apretandola contra su pecho— .El no hará nada, no lo dejaré, bonita —Dijo acariciando el pelo de la chica.
—Diego —Lo llamó.
—Dime, Zen.
—Me encantas —Soltó.
Diego se sonrojó al instante.
—También me encantas.
La chica se separó de él y lo miró con una sonrisa, esa sonrisa que hacía que Diego esté a los pies de la chica.
Se acercaron y sellaron sus palabras en un bonito beso de amor.
