Capítulo 27

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Paul y Frank habían tenido una complicada relación laboral. En cualquier otro escenario, los dos no se habrían mostrado amistosos. En realidad, Paul tenía problemas para imaginar cualquier otro escenario donde sus caminos se hubiesen podido encontrar. Frank vivía para tres cosas: escribir estupendos programas de ordenador, escuchar música realmente alta y las carreras de regatas. A Paul no le gustaba ninguna de esas cosas. Frank era, sin la menor duda, un hombre muy, muy inteligente y un excelente programador. Tenía tanto el ojo para el detalle como la imaginación necesaria para hacerle un verdadero innovador de software. Al mismo tiempo, la visión del mundo de Frank era absolutamente práctica y dedicada a teminar el trabajo tan rápida y eficientemente como fuese posible, lo cual le evitaba quedarse enfangado en el minutero. Paul por otro lado, había sido el soñador oficial de grandes sueños en la compañía y los dos a menudo entraban en coflicto siempre que sus delirantes sueños colisionaba con el pragmatismo de Frank. Ambos tenían un hábito de elevar lenta pero irremediablemente sus voces durante una discusión, y las reuniones de diseño a menudo terminaban a gritos entre ellos aunque ninguno estuviese realmente enfadado del todo. Hasta el día en que Frank había propuesto despedirle, Paul siempre había pensado que ambos sentían cierto respeto mutuo. Resultaba que aunque Paul respetaba las habilidades de Frank, el programador jefe siempre le había visto como un flojucho vago nada profesional. Una vez que había tenido a los demás socios a bordo, había saltado a la menor esperada oportunidad para mostrarle a Paul la puerta. Y ahora, aquí estaban de nuevo, uno frente al otro. Paul notó que había olvidado una cosa sobre Frank.

La cuarta cosa sobre Frank, además del código informático, la música y los veleros. Frank era republicano. 

—"Joder," - dijo Paul una vez más, porque honestamente no sabía qué otra cosa decir.

Fue transportado a la sala de reuniones. A lo furioso que Frank había estado.

«Joder», pensó, «¿Qué va a hacer?»

—"Bonito bigote," - dijo Frank. —"¡Lo compraste túf?"

Paul simplemente se quedó mirando mientras daba un paso atrás hacia la puerta de la cocina.

 —"¿Qué está pasando, hombre?" - persistió Frank, su boca se torció en una media sonrisa maliciosa marca regisrada que conseguíia transmitir masivo desdén con sólo un ligero tirón del labio superior.

—"¿No tienes nada que decirle a tu viejo socio?"

De hecho, Paul no tenía nada que decir. En alguna parte de su mente pensó que quizá aún podía salir de esta jugándolo como un caso de confusión de identidad, convencer a Frank de algún modo de que él no era Paul en absoluto. Pero el sublime absurdo de esa idea le mantenía en silencio, le prevenía de formular cualquier clase de diálogo. Su espalda chocó contra la puerta de la cocina y él retrocedió de sorpresa.

 —"Siempre pensé que eras un liberal, Paul," - dijo Frank. —"Recuerdo todas esas charlas sobre los derechos laborales de nuestros empleados y las cosas que podíamos o no decir en la oficina sin ofender a las mujeres o a los gays. Aquello no me parece de la clase de tío que estaría al mando de algo como esto." - movió un brazo casual hacia la habitación detrás de ellos. —"¿Qué pasa?"

Congelado, con la mente en blanco excepto por visiones de todo derrumbándose en las llamas, Paul se retiró cruzando la puerta. Frank, siempre inclinado a presionar cuando tenía ventaja en una discusión, le siguió de cerca sin pensarlo dos veces.

—"¿Qué pasa, Paul?" - dijo Raff, que estaba mirando la PDA en su mano, monitorando las pujas.—"Esto va genial. creo que…" - y luego se detuvo y alzó la vista hacia Frank al entrar en la cocina.—"¿Quién es este?"

Geek Mafia - Trilogía Geek Mafia 1 de Rick DakanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora