Capítulo 31

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El Gran Centro Comercial solía ser una fábrica de coches y es la atracción más grande en Milpitas, que linda justo al Norte con San José. A diferencia de la mayoría de centros comerciales, no hace muy buen trabajo por ocultar su masiva naturaleza a aquellos que se aproximan, porque, por supuesto, solían manufacturar coches allí. Han invertido desde entonces una buena cantidad de dinero en pintura y decoración, pero la pura naturaleza monolítica del lugar se niega a ser escondida. Y así, habían aceptado su voluminosidad y seguido con ello autodesignándose a sí mismos El Gran Centro Comercial. Este nombre conducía naturalmente a usuales y repetidas variaciones por los ingeniosos locales hacia el efecto de: "Pues tampoco es que sea un centro comercial tan grande".

Y Paul coincidía. Realmente no era tan grande. Sin embargo, grande o no, en un miércoles por la tarde estaba lleno de gente. El cine de veinte pantallas había sido una adición posterior, un edificio separado adyacente a la estructura principal y conectado mediante un patio de hormigón con una fuente en su centro. Cientos de personas de todo tamaño, edad, y etnia imaginable pululaban por allí. Silicon Valley realmente era el proverbial puñuelo del mundo, y Milpitas en particular era el hogar de una gran población de inmigrantes asiáticos y latinos. Una de las cosas que más le gustaba a Paul sobre la zona era la diversidad de culturas y el hecho de que probablemente podías oír chino, indú o español cuando hablabas inglés. Una de las cosas que menos le gustaba a Paul sobre Silicon Valley estaba ahora de pie a veinte pasos de distancia de él.

Era Raff.

Su delgado cuerpo se encorvaba sobre la fuente, lanzando ociosamente centavos en los chorros del agua y observándolos volar hacia el aire hasta caer de vuelta dentro de la fuente. Alardeando de su anterior éxito, el polo marca registrada de Raff llevaba el logo de Bendix Software. Parecía no haberles visto todavía, pero Paul estaba seguro que era una pose de tranquilidad planeada por su parte.

Chloe y Paul miraron a su alrededor tan subresticiamente como pudieron, buscando a otros miembros de la Tripulación que pudiesen estar observándoles. Chloe le había dicho que asumía que Raff estaba trabajando con al menos un socio, quizá dos. Quizá más. Quizá había vuelto a la Tripulación entera contra ellos.

Mientras se acercaban hasta diez pasos de distancia, Raff finalmente alzó la vista y les sonrió. Uno de los muchos dones de Raff era su sonrisa contagiosa y Paul sintió su propia boca girando hacia arriba en respuesta. Se dejó llevar y le sonrió en respuesta, extendiendo una mano para estrechar la de Raff.

—"Hey," - dijo Raff. —"¿Cómo os va? ¿Os habéis instalado bien en las montañas?"

Este era el modo de Raff de hacerles saber que sabía dónde habían estado, pero ellos ya habían esperado que él lo hubiese descubierto.

—"Estamos bien," - dijo Paul. —"Tan bien como se puede esperar al menos."

—"Habéis visto las noticias entonces," - dijo Raff tornando su mirada seria. —"Eso es un duro contratiempo, hombre. Lo siento de verdad."

Chloe intervino en este punto. —"La cuestión ahora es: ¿qué coño vamos a hacer al respecto?"

—"Tienes razón, esa es la pregunta. He estado despierto toda la noche con el resto de la Tripulación tratando de salvar lo que hemos podido de este plan de Paul, pero…" - se giró y miró directamente a Paul a los ojos. —"Me temo que es una pifia, hombre. Conseguimos sacar 16k antes de que los bancos echaran la persiana."

—"¿Dieciséis mil?" - exclamó Paul. —"¿Eso es todo?"

—"Sí, Lo siento, colega, pero eso es todo lo que pudimos salvar. Hay una tonelada de presión en esto. Una jodida tonelada de presión. Con el congresista estando allí y todo eso, están entrando los federales también. Tesoro, FBI, no sé quién más. No pudimos sacar nada más sin dejar nuestros culos al aire."

Geek Mafia - Trilogía Geek Mafia 1 de Rick DakanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora