⊰Capítulo 20⊱

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Cada año que pasaba, la época de invierno se sentía mucho más helada hasta llegar al punto de doler los huesos, pero de alguna manera no se incomodaba al momento en que la brisa removía sus azabaches cabellos y el frio cosquilleaba en sus mejillas. Encontraba confort en ello. JooHeon miró detenidamente la lenta y escaza nevada que se estaba manifestando el día de hoy, no era abundante la nieve, por ello no fue problema caminar por el libre sendero para despegar su mente, los copos bajaban a su ritmo sin ninguna prisa alguna, y desde arriba podía ver los frondosos árboles, los cuales sus copas estaban cubiertas por mantos gruesos de blanco. Giró su cabeza un poco y divisó sus propias huellas que se quedaban marcadas en el camino de nieve que tenía a su paso, metió las manos en sus bolsillos y suspiró con calma dejando que el vapor abandonara sus labios, dejándolo volar en el aire. Su caminar era lento (en parte por la nieve) y sus ojos analizaban todo árbol bañado en nieve o en los mismos copos que lograban caer sobre el frente de su cara, los retiraba sin algún tipo de prisa. Se detuvo a un lado de un gran y macizo árbol con un grueso tronco que se elevaba mucho más de lo esperado, arremangó las mangas de su abrigo, tomó impulso con sus pies y saltó logrando sujetarse de la corteza del árbol, usó su cuerpo para impulsarse para seguir subiendo sin llegar a lastimar las palmas de sus manos tomándose su tiempo y cuidado. Miró a su izquierda y pudo distinguir una gran rama que se veía fuerte y estable, se balanceó y enganchó una de sus piernas para probar la rama con torpes golpes, al ver que no se caería dejó que su cuerpo saltara y se sostuvo de la rama. Usó la fuerza de sus brazos para elevarse, y al ver que el peso de su cuerpo no era rechazado pegó su espalda al tronco y tomó aire con orgullo en su interior. Sus ojos pestañearon con lentitud.

Por más relajado que pudiera lucir, en realidad no lo estaba. Sentía todo su cuerpo completamente tenso, y mucho más en la parte de sus hombros y cuello, que no importaba cuanto movimiento hiciera la incomodidad no podía dejar su cuerpo. Las ganas de cerrar sus ojos no era poca, estaba exhausto. Pero aunque deseara mucho acostarse en la cama y caer en el sueño el insomnio se lo impedía. Suspiró irritado y dejó que su cabeza se recargara en el tronco del árbol donde estaba sentado sin molestia. Lo peor de todo este asunto del sueño no era de unos pocos días, en estos últimos años el dormir correctamente se había vuelto algo extraño para él, normalmente al poder cerrar sus ojos solo era en poco tiempo. En esta temporada exacta del año los habitantes del clan estarían en sus casas con la chimenea quemando madera para así producir calor y tolerar el frio invernal. En cambio este alfa prefería estar afuera en el bosque mirando como todo se cubría de la nieve, aquello le quitaba un poco de tensión de sí mismo (al menos su mente se distraía un poco), ya en estos tiempos podía salir solo sin la necesidad de personas acompañándole para su seguridad, eso le causaba un poco de calma al poder estar solo en el silencioso y relajante bosque sin sentir la presencia de alguien más.

—Tan silencioso...— Susurró al escuchar solo las hojas chocar entre ellas por el leve aire de la naturaleza haciendo que el sonido no fuera molesto o brusco. Este removió los cabellos despeinados que caían sobre su frente con lentitud en movimientos de un lado a otro siguiendo el curso del viento. Bajó su mirada y miró sus manos como su centro de atención. Al observar los nudillos de una de sus manos pudo ver claramente marcas de piel arrancada por el uso de los puños, no eran críticas y la carne no se veía a un punto preocupante, pero si había algunas costras que empezaba a producir su piel para llevar a cabo la recuperación de la piel. Sus dedos acariciaron sus nudillos con suavidad para no lastimarse. Luego, acarició su antebrazo por sobre la manga del abrigo logrando sentir una molestia al presionar con sus dedos, claramente ahí había un moretón que todavía no sanaba.

No le parecía extraño o siquiera lo hacía sentir molesto. Después de todo, era resultados de su entrenamiento que ha estado llevando a cabo durante sus tres años siendo la cabeza del clan. Aunque claramente muchos se veían reacios a hacer su pedido de ayudarle con el entrenamiento en el pasado, al final logró hacer lo que quiso, y afortunadamente había avanzado grandes pasos con su habilidad en combate. Obviamente el beta no mostró iniciativa al principio, pero al ver como al final de cada sesión el alfa de cabellos negros terminaba con golpes en su rostro y los labios partidos rápidamente pidió ser quien le ayudara con los entrenamientos (era más suave que los guardias pero no tanto como si estuviera tratando con un niño ya que sabía que si mostraba compasión el alfa se molestaría y se negaría a ser entrenado por él). No era bueno admitirlo, pero JooHeon se estaba acostumbrando a los golpes, ya no es tan doloroso como al principio donde por cada moretón dejado tenía ganas de gritar, no era de piedra ¡claro que sentía dolor! pero no tanto como en los inicios de su rutina. Su vida no tenía únicamente sesiones de entrenamiento para tener más fuerza física, también tuvo que poner en orden al consejo, y con ayuda de la señorita YongSun pudo tener un control incluso de su propia mente que en ocasiones comenzaba a nublarse y no poder pensar correctamente en sus bloqueos, no era el mejor para las juntas ni mucho menos, pero alguien tenía que hacerlo. En una junta del pasado cuando había terminado la reunión y el consejo se despedía para ir a sus residencias JooHeon comenzó a sentir mucha pena al pensar en... KiHyun. Siempre admiró la manera tan calmada con la que tomaba las cosas, aunque a edad temprana tuvo que hacerse cargo del clan por el repentino cargo a alfa líder, sintió mucho dolor y lamentó en su mente, imaginándose como se habría sentido su hermano cuando tuvo que ordenar y discutir con el consejo además de cuidarlo para que no tuviera que pensar mucho en el fallecimiento de sus padres.

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