Capitulo 7: Eres mío.

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Aiden se sintió fuera de lugar, pocas veces le ocurría pero en esos instantes no dejaba de sentirse así. Recibió el mensaje de Yacob nada más acabar la llamada con una dirección, no la conocía ya que la ciudad era muy grande pero al final con la ayuda de las benditas aplicaciones para los móviles había llegado rápido. Y como siempre, había ido con su moto que le daba un aire demasiado de delincuente junto con su ropa habitual; pantalones vaqueros rotos de las rodillas, jersey negro y su inseparable chupa de cuero.

"¿En qué coño piensa este hombre?" Aiden elevó sus ojos oscuros volviendo a leer ese letrero que estaba posado encima de su cabeza, comprobando con su teléfono que si que era la dirección correcta. Un restaurante que se podía ver a doscientos metros que comer allí, era igual de caro que costearse una renovación de armario completa y de marca. Atusándose los cabellos cogió un cigarrillo y se lo encendió, mandándole un mensaje corto al rubio para que le afirmara que era allí. "Mierda Yacob, contesta."

"Te lavaré la boca con algo igual de efectivo que el jabón Aiden." Yacob sonrió al ver como ese chico pegaba un pequeño respingo por la sorpresa, mirando como esos labios carnosos apenas sujetaban el cigarrillo y se quedaban entreabiertos. Ese Aiden no cambiaría nunca, había aparecido vestido como si fuera a un pub a por unas cervezas y diversión. "Debería llevarte de compras." Sonriendo vio como el menor tras darle una última calada a su cigarrillo, lo tiraba al suelo y se acercaba a él.

¿Se atrevería ese maldito chiquillo?

La respuesta no se hizo esperar. Aiden en unas pocas zancadas atrapó a Yacob en un abrazo demandante, poniéndose de puntillas y alcanzando sus labios. El rubio abrazando la estrecha cintura, pegando más ese cuerpo delgado al suyo, aspirando el aroma que desprendía esa piel y acariciando con sus manos la esbelta espalda. Ambos sin importarles que estaban delante de la puerta del restaurante y que estaban siendo vistos por todos los viandantes que pasaban curiosos ante la escena. Separándose levemente del contacto y encontrándose la mirada oscura con la más clara.

"¿Vas a invitarme a entrar?" Aiden acarició con sus manos los cabellos rubios, deseaba que le arrastrara a cualquier rincón para hacerle de nuevo suyo pero el mero hecho de que Yacob hubiera querido invitarle a cenar, le enternecía. Sonriendo cuando el rubio separándose de su cuerpo, le hizo un gesto cortés para que pasara delante. "No te hagas el caballero, no te pega."

"Aún no me conoces lo suficiente." Yacob antes de que pudiera hacer algo, apareció el jefe del restaurante que les abría la puerta y les invitaba a entrar con sumos modales. Echando un vistazo y viendo que efectivamente habían cumplido sus peticiones, el restaurante estaba vacío para ellos. Viendo como Aiden con los ojos completamente abiertos le miraba. "Tendremos más intimidad."

"No quiero saber como lo haces... de verdad." Aiden negando con la cabeza se dejó guiar por el que parecía ser el dueño, que con una sonrisa les ubicaba en una mesa preparada con sumo cuidado. Quitándose la chaqueta y sentándose en una de las sillas, Yacob tomando asiento justo delante de él. "¿Siempre haces eso?"

"Normalmente no. Pensé que sería más tranquilo para hablar los dos." Yacob cogiendo la carta y mirándola por encima, echó una mirada al pelinegro que no parecía muy cómodo. "No prestes atención a los detalles Aiden, tan solo disfruta del sitio y de la comida."

"Es difícil. Normalmente los sitios que frecuento no se parecen en nada a esto." Aiden mirando toda esa decoración cargada y todos esos cubiertos en la mesa, tragó en seco. Se consideraba educado y con modales pero no tenía ni idea de con que cubierto se empezaba. Viendo como Yacob llamaba la atención de uno de los camareros y empezaba a pedir, realmente no sabía el que ya que hablaban en ruso. "¿No puedo escoger?"

"Acertaré." Yacob altivo sonrió, mirando como el de cabellos negros enarcaba las cejas divertido. "He pensado que no estaría mal cenar juntos."

"¿Tanto te has enamorado de mí?" Aiden irónico, hizo un gesto con la cabeza a modo de agradecimiento cuando uno de los camareros le sirvió el vino, agradeciendo que al poco desapareciera de su vista. Prefería servirse él solo y a poder ser, terminarse la botella. "Me desconciertas un poco Yacob."

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