Capitulo 30: Lazos.

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En esa nave abandonada resonaban los gritos rotos de un hombre que parecía el mismísimo demonio resurgiendo de su más antigua sepultura. Como si fuera casi poético, los hombres de Mijaíl custodiaban el edificio sin querer inmiscuirse en esa última batalla, que sería la más dura para el más antiguo de los patriarcas de esa maldita familia nombrada mafia. Los hombres renegados del que parecía ser el perdedor, abandonaban a su líder sin ningún tipo de remordimiento. Es lo que sucedía cuando tan solo los amedrentabas con dinero y sin lealtad.

Mijaíl intentaba contener la bestia de Sergey pero a su edad, difícil y doloroso. Esos gritos parecían romper las cuerdas vocales del más joven y cada uno de ellos hacia que algo en su interior se removiera de tal modo, que le estremecía. Se dejó aplacar por el más alto, viendo en esos ojos azules cristalinos la rabia y el odio. Sintiendo que el corazón le iba a estallar por quizás ser su última visión y así el nuevo comienzo de una guerra.

Pero la bestia le sorprendió.

Sergey le soltó para dirigirse con dificultad al cuerpo casi sin vida de Lev.

"No... era necesario." Sergey haciendo una mueca de dolor cuando consiguió colocarse de rodillas en el suelo, le retiró los cabellos manchados de sangre al loco de Lev. Sintiendo aún su respiración pero siendo esta demasiado lenta. Se arrancó parte de su camisa, presionando la herida que rebosaba sangre a borbotones. "Siempre tu maldita predilección."

"Cállate Sergey. Sabías lo que iba a pasar joder." Mijaíl cansado de la testarudez de ese hombre, se acercó unos pasos pero manteniendo la distancia que era necesaria dado el historial del mayor de los Sokolov. "Vete... si sigues mi consejo, un equipo médico esta esperando en el coche que te llevará al aeropuerto."

"Demasiado preparado... ¿Ya sabías quién iba a perder?" Sergey sin querer mirar al hombre que le educó la mayor parte de su vida, siguió presionando la herida de Lev. No quería escuchar al viejo, no quería su maldito sermón. Ya conocía él toda la verdad.

"No, lo sabías tú desde el inicio." Mijaíl agotado, se sentó en un maltrecho barril mientras miraba la fuerte espalda del que había sido el más letal de sus hombres. Joder, jamás hubiese imaginado que habría tenido que expulsar a uno de sus vástagos hijos por asesinar a demasiada gente. "Enviaste tu mismo a Lev a este destino... lo podrías haber parado pero esa mente retorcida tuya quería saber como acababa todo esto. Querías saber.. si podías volver aún asesinando a tu hermano."

"No es mi hermano... lo dejó de ser el día que pasó por encima de mi." Sergey escueto, no sintió rencor al decir esas palabras. Para él eran ciertas. La practicidad, la frialdad y la forma que tenía de ver la vida sabía que no era compartida con nadie pero le servía. No importaban los lazos de sangre, no importaban los sentimientos, tan solo importaba el poder. "Te daré la razón en que pude frenar a Lev... pero tu lo reclamaste, enseñándome así la gran polla que tienes y quitándome al mejor hombre que tenía. No podías escoger a cualquier otro idiota para dirigir el mercado de la droga... necesitabas a Lev."

"Sabes que es un negocio complejo... no podía dejar a cualquier idiota al mando. Pero puestos a sincerarnos, podría haberlo ahorrado." Mijaíl llevándose el puro a los labios, se lo encendió mientras escuchaba reír a Sergey. "¿Te divierte saber que me equivoqué?"

"No... me divierte ver ahora, que fue un tonto intento tuyo... para solventar las cosas." Sergey dejando escapar el aire en forma de risa burlona, agarró el cuerpo maltrecho de Lev para levantarlo con el cuidado que le permitía también su estado. Alegrándose que ese maníaco estuviese sin conocimiento y no pudiera gritar de dolor. "¿De verdad creías que haciendo que nos reencontráramos haríamos las paces Mijaíl?"

Mijaíl se quedó en silencio.

No podía rebatir a Sergey. Fue un viejo iluso pensando que haciendo que los dos hermanos Sokolov se encontraran, acabarían por limar asperezas y harían que ese trato estúpido que existía entre ellos se desvaneciera para que todo volviera a su cauce.

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