Yacob estaba fuera de la casa organizando la vigilancia de esta después de haber recogido a un Aiden que en todo el trayecto se mantuvo siendo la almohada personal de su amigo Clay, que ajeno a todo y gracias a los calmantes que se le habían administrado anteriormente, no sabía a donde se le trasladaba completamente dormido. Dimitri se lo contó todo, de una forma parca pero ahora sabía todo lo ocurrido entre ese chico pelirrojo y él. Desde sus primeros encuentros hará dos años, la separación forzosa por parte del chico que básicamente le mandó al infierno y la vuelta a las andadas hacia unas semanas. No era estúpido así que algo imaginó cuando su mano derecha desapareció por tantos días pero prefería que la verdad fuera explicada por su amigo. Volteándose cuando vio a Dimitri fumando en el umbral de la puerta con el rostro contraído, le conocía y si pudiera saldría en busca del viejo yakuza para matarlo con sus propias manos.
"¿Ha despertado?" Yacob acercándose al tatuado que negó con la cabeza mientras le daba una calada al cigarrillo, buscó las palabras adecuadas o más bien la pregunta que le estaba rondando la cabeza desde hacia tiempo. "¿Es por toda esta mierda que llevas más de un año sin ver a tu familia?"
"No lo sé." Dimitri se encogió de hombros, ofreciéndole el cigarrillo al rubio, no solía fumar pero en esos momentos lo había necesitado. "No tengo la necesidad de verles, estoy bien aquí, con esta vida. Sabiendo que están bien, es suficiente."
"No la quieres Dimitri. Admítelo." Yacob sonriendo divertido, no pudo evitar dejar de aflorar su carácter. No era un sentimental, para él que su mano derecha tuviera esa vida idílica en Rusia, no era más que una pantomima. Conocía a Dimitri, era un lobo solitario, siempre lo fue.
"No es asunto tuyo Yacob, te lo repito." Dimitri molesto por la manía que tenía su amigo de entrometerse y opinar de su vida, se dispuso a irse. "Aiden está esperándote y está cabreado. Haz que se calme y que no moleste, tengo que seguir organizando la reunión con la hermandad."
Yacob se rió por debajo de la nariz mientras miraba como Dimitri desparecía de su vista, bastante molesto al parecer por sus comentarios pero su relación era así. No podían mentirse entre ellos y mucho menos después de todo lo vivido. Sabía perfectamente que la carga que llevaba el tatuado era muy pesada, era el que acababa manchándose las manos con la sangre de otros y quien al final, sacaba toda la información de una forma poco convencional. Pero nunca le vio molesto por ello. Apagó el cigarrillo, entrando en la casa y preparándose para el segundo asalto. Aiden y ese carácter de mierda que le sacaba de quicio pero que también lo adoraba. Subiendo las escaleras y encontrándose al pelinegro que salía de la habitación donde descansaba Clay.
"¿Quieres hablar o directamente nos ponemos a pelear para luego follar?" Yacob sonriendo de forma torcida, se acercó al pelinegro que parecía querer asesinarle y besarle a la vez. Acariciando los cabellos ondulados negros para con su otra mano coger de la cintura a Aiden, alcanzando los labios carnosos y besándolos.
"Eres un... animal..." Aiden intentando seguir molesto con ese hombre de cabellos rubios, se dejó arrastrar por los brazos fuertes hasta esa habitación que habían compartido innumerables veces, notando que el mayor sonreía entre el beso para luego adentrarse en su boca con ansia. Aiden pasando las manos por el pecho fornido para luego apartarle con lentitud, quería hablar, no follar. "¿Qué pasará ahora Yacob?"
"Siempre aguando la fiesta pequeño." Yacob bromeando, se separó del cuerpo más delgado, avanzando por la habitación y sentándose en la butaca que había en ella bajo la atenta mirada del de cabellos negros, sirviéndose un vaso de vodka de la mesita que tenía al lado. "Vamos a quitarnos de en medio a Yamada."
"¿Estás seguro? Tu mismo me dijiste que era preferible tenerle de aliado." Aiden cruzándose de brazos, se apoyó en la pared mientras miraba como el rubio rodaba los ojos molesto y bebía de su copa. Ese hombre tenía un hígado de acero, de eso estaba seguro.
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Eternal.
Lãng mạnAiden un camarero de un club exclusivo llamado Eternal que se cruzará con su perdición: Yacob, un mafioso que no será capaz de soltarle. Llevando a ambos a una espiral de pasión, perversión y sexo. Aflorando todas las inquietudes, miedos y deseos. ✨...