CAPITULO 40

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SELIM.

Entro de prisa a la tienda y me encuentro a las mujeres caminando de un lado a otro, pero lo que más llama mi atención es a la mujer que esta acostada allí, con la frente perlada de sudor, con su respiración leve y cansada, me acerco a ella pero un pequeño quejido hace paralizado, mis ojos se van directo hacia el pequeño bulto que esta entre el cuerpo de Amira, ella abre sus ojos después de unos segundos y los fija en mí, me sonríe.

-Te he decepcionado- murmura débilmente, arqueo una ceja al escucharla.

-Porque...- la veo suspirar y bajar sus ojos hacia la criatura.

-Es un niña- susurra, casi en un hilo de voz- es una hermosa niña- sonríe cariñosamente, mientras acaricia la mota de cabello que sobre sale de todo ese tumulto de tela que la tiene enrollada.

Ladeo mi cabeza incapaz de creer que no fuese el ansiado varón que todos esperábamos, me agacho un poco y la tomo en brazos, quitándole el poco de tela enrollada en su frágil cuerpo.

-Tú nunca me decepcionarías habibi, jamás lo harías- me quedo embobado por la gran belleza de mi pequeña hija, la luz de mi casa, las estrellas de mis noches, cautivado emborrachado por una pequeña revoltosa de ojos grises. Sonrió feliz por su llegada, me quedo ensimismado por la curiosa mirada, a pesar de solo poseer un par de minutos de haber nacido sus ojos vivaces están abiertos en todo su esplendor.

Un quejido agudo sale de la garganta de Amira, me tenso, y poso mis ojos en ella, la veo retorcerse de dolor cosa que me asusta a sobremanera.

-Que ocurre...- pregunto nervioso, Ganulú vuelve a revisar bajo de Amira y la veo estremecerse.

-Es mejor que salga su alteza, déjele a la niña a Verona- dice seria, yo empiezo a negar incapaz de entender que es lo que pasa, lo único que veo es como la sangre cae en el tapete y como los gritos guturales de Amira llena la estancia. Todo pasa en cámara lenta, Verona me quita a la bebé y mi hermana me saca a jalones de la tienda, dos hombres me agarran de los brazos cuando trato de volver a entrar, los gritos de Amira, las mujeres corriendo de un lado a otro, unas salen con bacinicas llenas de sábanas blancas manchadas de sangre, demasiada para ser normal.

-Hermano tienes que calmarte, si no lo haces ella se alterara más, es mejor que estés aquí si no ella se inquietara comprendes- habla mi hermana tomándome del rostro. Asiento rendido y espero, espero por varios tortuosos segundos, que se convirtieron en minutos y luego en dos horas y media. Hasta que el lugar se llena con otro llorido más. Mis ojos se abren de gran sorpresa confusa.

Me negaba a que fuera otro llorido, solo metía en mi cabeza que ese llanto era de la pequeña, pero todo se viene al ver a Sayare y Verona con dos bultos en sus brazos.

Me acerco cauteloso hacia los pequeños enrollados en tela, y miro a la nueva criatura que vino al mundo inesperadamente, Verona me lo extiende y yo lo tomo entre mis brazos- es hermosa...- murmuro casi en un susurro.

-No es niña, es un niño- responde Verona con una sonrisa, mi sorpresa se hace más visible, y la miro.

-Niño...- ella asiente- alabado sea Alláh, un niño- susurro, lo alzo hacia el cielo y cierro mis ojos- gracias Dios por darme estos hermosos regalos, por darle fuerza y valor a mi esposa para traerlos al mundo, por darme al futuro heredero de mi amada tierra- lo bajo con cuidado, y acaricio su mejilla- por ser tan bueno conmigo cuando he cometido tanto en esta vida.

***

Tres tortuosas horas de espera tuve que pasar para poder ver de nuevo a Amira, cuando entro a la tienda la veo acostada con su rostro cansado pero cautivado por las dos bolitas que se encuentran a su lado, me siento del otro lado de la cama y me coloco admirar junto con ella a nuestros hijos.

-Quien hubiese pensado que serían dos- murmuro.

-No me sorprende, mi hermano Selim también era mellizos, al igual que mi hermana y yo somos gemelas- suelto un leve suspiro, paso mis dedos por los rojos cachetes de mi pequeña estrella- no le harás el llamado de Alláh- pregunta.

-Tenemos que volver a Riad Amira, solo allí podré hacerlo, junto a la familia, solo allí sabrán sus nombres- ella frunce el ceño.

-No quiero volver...- murmura.

-Pero tienes que hacerlo, nuestros hijos tienen que crecer halla junto a mí, y ambos tenemos que retomar nuestros papeles- respondo con dureza, y no saben cuánto me arrepiento por ello.

-Voy a ser muy clara contigo Selim, deseo que nuestros hijos tengan una niñes normal, donde puedan jugar con otros niños, se que ambos tendrán que regirse al protocolo, pero mientras estén pequeños quiero que estén bien alejados de la maldad, comprendes eso- responde igualmente dura.

-Lo comprendo, pero...

-Pero nada, haremos esto, iré contigo a Riad, se hará la presentación, duraremos una semana halla y luego volveré aquí, eso es lo que haremos.

-Pero eres mi esposa, y ellos son mis hijos los necesito junto a mí para poder gobernar.

-No nos necesitas, estarás tan ocupado que ni siquiera tendrás tiempo de vernos.

-Por qué dices eso- refunfuño.

-Así ha sido siempre, o acaso se te ha olvidado que mayormente nos veíamos en las noches, eso es muy frustrante y me agobia mucho no poder verte lo sabes perfectamente.

-Puedo abrir un hueco en mi agenda para poder...

-Pues deja ese hueco para poder vernos aquí- responde sin mirarme- ya decidí Selim, yo aún no he sanado, te perdone pero aun esa herida esta abierta, hasta que no me demuestres que en verdad me quieres, y que no soy tan solo tu mejor joya yo no volveré a Riad- refuta- solo te pido tiempo, y que demuestres que en verdad me amas y eres capaz de resistirte a cualquier tentación. Tú decides Selim.

"El tiempo cura las heridas, y un nuevo comienzo forma lazos nuevos"

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Habibi ( tercer libro de la saga "AMOR EN EL DESIERTO")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora