Estaba en el lugar donde sería mi hogar, allí pasaría la mayoría de mi tiempo. El harem es enorme, tiene grandes instalaciones y su gran estación de jardines lo hace parecer de ensueño. Ya mis cosas estaban trasladadas a lo que serían mis aposentos, me sentí un poco incomoda, ya que no dormiría con mi marido como tal.
Selim mando a instalar en mi habitación una enorme estantería llena de libros, de todo tipo, también posee un enorme ventanal con vista al jardín, y es de dos plantas, es como una mini mansión marroquí.
Lo que también se cambió por completo es mi forma de vestir, para la preferencia de mi esposo, el prefiere que mis trajes sean tradicionales y muy coloridos, cosa que a mi gusto me parece bien, no he sido mucho de moda ni de andar en pantalón y camisetas, prefiero lo ligero, en casa de mis padres siempre vestía con largos vestidor veraniegos. Desde nuestra discusión de esta mañana no nos hemos vuelto a ver.
-Mi señora...- me volteo, estaba en el jardín viendo los rosales por lo que me sorprendió ver un grupo de cinco mujeres frente a mí.
-Si...
-Es un gusto conocerla, y un honor trabajar para usted, mi nombre es Salma yo seré su dama de compañía y la que se encargara de todo lo que necesite.
-Su alteza, un gusto en conocerla también, mi nombre es Janet, yo seré su secretaria y guía.
-Y nosotras nos encargaremos en ayudarla en sus necesidades, ella es Jamin, Solec y Eva- las miro a todas un tanto confusa, por que necesitaría tantas mujeres.
-Quien las ha enviado- pregunto con el ceño fruncido.
-Su alteza la Jequesa Hisu nos ha elegido para usted, y su majestad en Emir lo ha aprobado- ahora comprendo.
-Muy bien... entonces ustedes son las que me ayudaran a organizar mis cosas y.
-Y su equipaje ya está listo para su viaje con el Emir, no se preocupe por lo demás ya nos encargaremos de ello.
-Ok, entonces...
-Cuando regrese de su viaje mi señora, tiene una junta con los encargados del horfanato Mara...
-¡YA BASTA!- digo molestas, las mujeres me miran serias- creo que es una falta de respeto que hablen cuando yo lo hago, por lo que les pido que si serán mi conjuntiva que por lo menos me dejen decidir... ¡entendido!
-Como usted ordene, pero la señora Hisu...
-Salma- miro a la mujer- creo que la que es tu jefa ahora soy yo, si no quieres que haga queja con mi esposo sobre el elegimiento de mis criadas entonces compórtese como tal.
-Disculpe si la ofendí- la mujer hace una reverencia con su cabeza.
Trato de relajarme, no suelo ser una persona violenta, pero esas mujeres me desesperan- no te preocupes, quiero que seamos amigas, la mayoría de mi tiempo me las pasare con ustedes, su compaia me ara bien- todas me miran neutrales- Jamin, podrias por favor guardar en el baúl de viaje unos libros románticos, creo que vi unos en la biblioteca de mi salón- la mujer asiente y se a hacer mi mandato- Janet querida, cuando vuelva de mi viaje me contaras toda mi agenda, por los momento quiero disfrutar sin estar pensando en mi deber como Reina.
-Como desee majestad- la mujer se marcha haciendo una inclinación de cabeza, y con la indignación en su rostro.
-Las demás pueden retirarse, menos tu Salma, necesito hablar contigo- las mujeres se marchan dejándome sola con la mujer.
-Para que soy buena su alteza.
-Quiero dejar en claro algo, por lo visto eres una de las damas de la Jequesa- la mujer se tensa- lo sé porque te vi el día de mi boda junto a su combo de siervas, no te preocupes no te pienso devolver, pero solo quiero una mujer leal en mi combo, no una mujer intrigosa y chismosa, que le cuente todo lo que hago a esa mujer.
- Pero señora...
-Ten presente algo Salma- la miro a los ojos- si quieres estar a mi lado, tienes que entender que tu lealtad es conmigo, y que tus oídos ojos incluso tu habla, también son míos, no quiero una sartaderas de chismes de mí, se a la perfección cuál es tu misión a mi lado, y pretendo arriesgarme a que tu ama le ande con cizañas a mi esposo. Comprende algo Salma, siempre he sido una mujer callada, prefiero oír y ver, y luego pensar que es lo adecuado para hablar. La Jequesa Hisu aún le cuesta desunirse de sus deberes, y ponerte a ti aquí junto con las demás, es para saber que hago bien o no.
-Está bien su alteza, mi lealtad de ahora en adelante es de usted- responde. Frunzo el ceño.
-Tú te encargaras de decirle a las demás- ella vuelve asentir- Bien, tu serás mis ojos y oídos en este palacio, por lo que mi pregunta el día de hoy, es en qué lugar queda el harem de las concubinas de mi marido- pregunto tensa.
-Su alteza no tiene concubinas, bueno tubo solo una antes de comprometerse con usted, la visitaba cada fin de semana, y residía en una de las habitaciones del palacio, pero ahora fue enviada al harem de concubinas del antiguo rey junto con las demás mujeres.
Unos celos inmundos me inundo el cuerpo, pero trate de verme lo más neutra posible- como se llama la mujer, y como mi esposo la conoció- pregunto curiosa de saber más, necesito saber si es una amenaza en mi relación.
-Su nombre es Inna, no se sabe mucho de ella, solo que fue entregada al antiguo rey como pago de una deuda, se dice que él fue el primero en estrenarla, y luego uno de los jefes de la tribu Janun. Su alteza la conoció en uno de las exóticas fiesta de la Jequesa Hisu, ella es una excelente bailarina incluso estuvo bailo el día de su boda- eso fue como un jarrón lleno de agua fría. La ira llena cada fibra de mi cuerpo- su alteza siempre solía llamarla para que le bailara y le complaciera.
"Inna, la maldita mujer se llama Inna" hago mis manos puños, respiro hondo y luego voto- quiero que vigiles a esa mujer, más bien quiero saber todo de ella, incluso quiero saber si mi esposo llega a llamarla un día.
-Como desee mi señora- responde.
-Y por supuesto- la miro- mantén eso en secreto, esa será tu prueba, si oigo algún comentario de ello, juro que haré todo lo posible para que te largues de palacio, ¡entendido!
"Los celos, son la rama de la inseguridad, pero si das motivos para activarlos, con mucha razón dudare de tu amor por mi"
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Habibi ( tercer libro de la saga "AMOR EN EL DESIERTO")
Roman d'amourElla sabia que no tenia alternativa, simplemente dejo que las arenas del desierto hiciera con ella lo que quisiera y es allí cuando no pensó que se enamoraría de él. Ella no lucho contra el destino, que tenia por perder si ya desde años sabia que el...