CAPITULO 35

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Después de un rato hablando, salimos a recibir a Jayare y su esposo Jacob, que no estaban en la tribu. Apenas todas las personas de allí nos vieron hicieron una leve reverencia con su cabeza, símbolo de respeto. Jayare nos recibió con una enorme sonrisa, junto con su esposo, pero me sorprendió ver lo idéntico que es el príncipe Ganun a su padre, es como si fueran dos gotas de agua, a pesar de que la criatura tan solo tiene once meses de edad se puede reflejar a la perfección las características y el carácter que tendrá cuando sea grande, y es entonces cuando una nostalgia me llega al alma. Un hijo, cuando había anhelado un bebé, símbolo de mi amor hacia Selim, pero por lo visto eso jamás podre darle, y mucho menos ahora que ya viene encamino el futuro heredero al trono, ya mi obligación por traer al mundo un nuevo rey no es tan exigente como antes.

Suelto un pesado suspiro, si todo hubiese sido tan diferente, pero eso nada cambiara, el lazo que alguna vez Selim y yo forjamos, se ha roto de tajo, y quizás jamás vuelva a unirse. Miro el cielo y veo el grandioso manto rojizo, ya está que cae la noche, y voy a disfrutar a sobremanera ver la estrellada galaxia nocturna.

-Su majestad, desea acompañarnos en la fogata esta noche- me pregunta una joven chica, le sonrió y asiento.

-Con todo el gusto, espero que no me atengan de ayudar en lo que necesiten, no estoy en palacio aquí no están las personas que eviten que haga algo que no valla acorde con el parlamento etiquetario de palacio- la muchacha sonríe.

-A Gonulú le encantara tenerla a usted ayudando en la cocina- le sonrió- es un honor para nosotros tenerla aquí majestad.

-No me digas majestad, para ustedes solo soy Amira- ella asiente con su cabeza- solo Amira- me sonríe.

-Está bien mi señora- niego, en definitiva la formalidades siempre estarán presentes por mi título. Sigo a la muchacha a una de las tiendas, y allí me encuentro con unas cuantas mujeres sentadas hablando y riendo. Ellas al verme se callan se levantan he hacen una inclinación con la cabeza, pero lo más curioso de todo eso, es que solo una mujer no se levantó, solo se mantuvo sentada mirándome fijamente.

-Que gusto conocerla Jequesa Amira- la mujer se levanta y se encamina hacia donde esto y se para frente a mí, ella me sonríe y luego extiende su mano, la señora es mayor, le calculo unos 78 años o quizás más, pero se le puede ver lo refinada que es su rostro, es como si en sus tiempos hubiese sido una mujer muy hermosa- mi niña dame tu mano- lo hago sin decir nada, ella toca el fondo de mi mano y empieza a subrayar con sus dedos las líneas que forman en ellas, y sin dejar de mirarme a los ojos murmura- los días tristes están por terminar dulce Amira, pero solo tu sabrás si deseas continuar o prefieres marcharte y ser infeliz el resto de tu vida.

-Que quiere decir con eso señora- frunzo el ceño por su repentina respuesta.

-Esta línea significa lo que fuiste, y esta lo que eres, pero tienes dos caminos, renunciar o seguir, pero solo uno te dará la felicidad, el otro solo te llenara de soledad y angustia. Decide mi niña tienes mucho tiempo de vida en este mundo para decidir, pero el tiempo no es muy agraciado cuando dejas ir la hora pautada para elegir.

Relamo mis labios, nerviosa por sus extrañas palabras- a quien debo el honor de leer mi mano- digo después de unos segundos. Ella me sonríe.

-Ganulú Osegine, Felicidades, pronto serás madre.

-Que...

***

SELIM...

-Que pasa...- pregunto a la mujer que aparece en mi despacho.

-Disculpe majestad pero tiene que venir conmigo al harem de la Jequesa Amira- me sorprendo por las palabras de la mujer, me levanto sin decir nada y la sigo, cuando voy en camino me encuentro a varios sirvientes caminando de un lado a otro con jarrones sillones, galones de pintura y demás cosas. Frunzo el ceño, y solo me dispongo a seguir a la mujer.

-Que es lo que ocurre, Janet- nos adentramos a los aposentos de mi esposa y me sorprendo de lo que veo. Las pareces están pintadas de un color verde pino y muchas decoraciones están totalmente distintas.

-La concubina Sayara mando a cambiar la recamara de mi señora, eso es lo que pasa, y como me lo imagine usted no sabía de ello.

La rabia me llena por dentro, miro todo a mí alrededor y poco a poco mi paciencia se va al mismísimo infierno.

-Donde esta...- pregunto, ella señala una parte del jardín, voy hacia allá y me la encuentro platicando con unos sirvientes, aquellos al verme se van de prisa, dejándome a solas con la chica, ella hace una leve reverencia, cosa que rompo cuando la tomo de la mandíbula y la acerco a mi rostro. La miro con furia, y con muchas ganas de matarla.

-Qué diablos hiciste con la recamara de mi esposa- ella se queja por mi rudo agarre.

-Nada, solo la remodele, la señora Hisu me asigno esa recamara, por lo que me dio permiso a modificarla como yo qui...- la suelto de golpe haciéndola caer- te largas, te largas de aquí ahora, mismo, tu no vivirás aquí, seguirás viviendo en el harem de las concubinas.

-Pero señor, yo espero...

-No me interesa, además quien me confirma que esa criatura es mía, cuando estuve contigo no eras tan virgen que digamos- la chica abre ojos- ¡que! Creías que no me daría de cuenta, que estúpida eres...

-Yo si era...

-Cállate, ahora márchate- refuto con fuerza.

-No me iré- arqueo una ceja, la tomo del brazo y la levanto, la arrastro conmigo hasta los pasillos, allí me encuentro al sequito de sirvientes arreglando y modificando les digo que dejen todo como estaba antes y ellos sin decir nada obedecen, allí saco a la mujer del harem y se la llevo a Hisu, la mujer se sorprende cuando irrumpo en sus aposentos.

-Hijo...

-Desde este primer momento dejas de ser mi madre, desde este mismo instante te vas de este palacio, junto con esta odalisca osada que metiste aquí.

-Como te atreves...

-Me atrevo porque soy el Emir de arabia Saudita, y ante todo soy tu superior Hisu que no se te olvide, te lo advertí pero no captaste- recalco, me doy media vuelta y me voy sin decir más. Me arte, estoy cansado de toda esta mierda, suficiente tengo ahora con tener a mi mujer lejos por mi estúpida culpa para que también tenga que enfrentar a estas víboras que solo han traído problemas en mi matrimonio.

"Mi amor, mi vida, mi luz"

HOLA CHICAS, QUE TAL ESPERO HALLAN DISFRUTADO DEL CAPITULO, NOS VEMOS LUEGO CHAITO, DEJA TU VOTO Y TUS COMENTARIOS.

Habibi ( tercer libro de la saga "AMOR EN EL DESIERTO")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora