Capítulo 55: Old Town, Maine

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Abby apagó la radio del automóvil cuando las noticias de último momento sobre lo ocurrido en Washigton sólo relataron como novedad la detención de Bolivar Trask. Se removió incómoda en el asiento del copiloto, logrando que Erik desviara la atención hacia ella por unos instantes, casi intuyendo lo que ocasionaba su ansiedad. Decidida a no dejar que el tiempo siguiera pasando, tomó aire y volteó el rostro, llamando la atención de sus hijos.

―Ayer no pude terminar de conversar con ustedes, pero tenemos que hablar sobre lo que ha estado haciendo su papá todo este tiempo ―dijo, sintiendo la penetrante mirada de su esposo posarse sobre ella.

―¡Papá es un agente secreto del gobierno! ―exclamó Darryl con emoción, saltando en su sitio.

―¡No! ―intervino Abby girando por completo, ignorando la ligera risa proveniente de Erik―. ¿De dónde sacaste esa idea? ―preguntó, notando como Edie se encogía en el asiento.

―Ayer en la noche Edie me dijo que no cree que papá haya estado fuera del país, así que debe de haber estado oculto trabajando ―explicó el niño casi con orgullo, aunque su hermana no parecía haber sido artífice de la conclusión.

―No, Erik no es un agente secreto ―aseguró Abby.

―Aunque estuve en una instalación secreta ―comentó Erik en voz baja, tratando de sonar serio con poco éxito.

―No estás ayudando ―le recriminó al ver cómo Darryl parecía aún más emocionado―. Es verdad que Erik no estuvo fuera del país, pero no pueden decirle eso a nadie. ―Estaba pidiéndoles que mintieran y detestaba tener que hacerlo, pese a que tenían edad suficiente como para comprender de forma básica que incluso la gente buena lo hacía en determinados momentos.

―¿Por qué no podemos decirlo? ―preguntó Darryl.

―Hay gente que no le gustan los mutantes, eso ya se los había explicado.

―Sí, por eso no puedo mostrar lo que hago ―asintió Darryl sin ocultar su descontento.

―Algunas personas no quieren que vivamos entre la gente sin poderes ―continuó Abby, tratando de encontrar las palabras adecuadas que informaran el peligro sin mencionar acciones directas contra ellos o incluso muertes―. Los robots que vieron en la televisión el otro día los hicieron para tratar de encontrarnos.

―Eso es tonto ―soltó Darryl riendo un poco―. Tú los puedes congelar ―añadió elevando las manos al cielo.

―No todos los mutantes pueden ―recalcó con suavidad, negándose a girar el rostro en dirección a Erik, estaba usando uno de los argumentos que él siempre usó para justificar sus acciones.

―¿Papá los estuvo buscando? ―cuestionó Edie con las cejas fruncidas, como si estuviera tratando de comprender dónde encajaba su progenitor ausente.

―Sí ―respondió, pero antes de poder decir una palabra más Edie volvió a intervenir.

―¿El hombre de las noticias es papá? Dicen que controló los robots...

El auto dio un movimiento brusco por un instante antes de que Erik recuperara el control, no esperaba que la niña dedujera que se trataba de él. Podía decir que estaba orgulloso de que fuera capaz de percatarse de los detalles y armar una idea a tan corta edad; pero eso también significaba que iba a juzgarlo más duramente que Darryl y aún era demasiado joven como para que su visión permitiera un punto de vista flexible.

―¡Magneto! ―exclamó Darryl con fascinación, provocando que sus padres le dijeran al unísono que no repita ese nombre.

―No pueden decirle a nadie nada de esto ―pidió Abby.

Peace could be an option [Erik Lehnsherr/Magneto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora