Capítulo 57: Old Town, Maine

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Erik consiguió tener tranquilidad luego de la invasión de vecinos la noche del martes, ya que al día siguiente los únicos visitantes fueron su familia política y Phil. Aprovechó el tiempo en la importante labor de absorber lo más rápido posible la rutina que Abby había creado en su hogar. No era ideal en el sentido que no estaban yendo al colegio o al trabajo, pero aun así le servía para apreciar la personalidad de sus hijos y la forma en que interactuaban entre ellos o con su madre.

A primera vista Darryl no requería demasiado esfuerzo para ser entendido, pero no le tomó mucho para comprender que la dificultad con su hijo se encontraba cuando había que seguirle el paso. Abby era bastante hábil adelantándose a las ocurrencias del niño, pero incluso a veces se veía superada por los rápidos cambios de tema y su mente dispersa. Según lo que su esposa le explicó, Darryl parecía haber llegado a un pico de hiperactividad por la emoción de tenerlo en casa y esperaba que volviera a sus niveles normales pronto.

Su hija era una historia diferente. Donde el hermano mayor brillaba en espontaneidad y soltura, Edie tomaba la ruta opuesta, prefiriendo un perfil bajo donde pudiera observar en silencio a los demás. Abby le comentó que la pequeña adoraba tocar el piano y que era bastante buena, pero detestaba que otros estudiantes la miraran practicar, esa fue una de las razones por las que acabó aceptando el instrumento en casa. También no le pasó desapercibido que Edie quería saber más de él y que a pesar de ser joven no estaba satisfecha con lo que sus padres le ofrecieron por respuesta de los años de ausencia. La única razón por la que no expresaba el descontento era para no atraer la atención u ocasionar alguna fricción con el deleite de su hermano.

Pero, quizás lo más resaltante para Erik era que sus hijos parecían tener una relación bastante cercana a pesar de poseer personalidades tan opuestas. Darryl era disperso y aun así recordaba llevar a su hermana o al menos invitarla cuando se le ocurría ir a algún lado o comenzar un juego. Edie era capaz de predecir a su hermano mayor mejor de lo que Abby podía y solía estar preparada para acompañarlo o hacerle recordar que si pensaba ir a atrapar ranas al río necesitaba llevar una red y quizás un frasco.

Esa mañana, Erik había pensado en tratar de insertarse en la rutina matutina en lugar de ser un mero espectador, tenía cuatro días antes que sus hijos y esposa comenzaran a ocupar muchas de sus horas fuera de casa y debía sacar provecho. Sin embargo, sus planes de tratar de poner la mesa o incluso servir el desayuno se vieron truncados cuando se encontró con Abby revolviendo con furia el refrigerador.

―¡Darryl! ¡Ven acá en este momento! ―gritó ella cerrando de golpe la puerta― ¿Qué hiciste con las salchichas? ―preguntó enojada al verlo llegar corriendo con expresión despreocupada y el cabello revuelto.

―Las usé de carnada ayer cuando fui con Phil a atrapar ranas ―explicó con desfachatez―. No les gustaron, así que se las di a los peces.

Abby trato de replicar, pero sólo tartamudeó un par de palabras incoherentes, su cerebro era incapaz de comprender a su hijo en momentos como ese.

―Después de desayunar vamos a ir a reponerlas ―intervino Erik al ver que si Abby no llegaba a decir algo el niño terminaría por asumir que todo estaba bien.

―¿Tengo que ir? ―se quejó Darryl al escuchar a su padre―. Comprar es aburrido y la chica de los embutidos me odia desde que me comí todas sus muestras.

―La próxima vez no te lleves la comida sin preguntar ―respondió sin dejar de mirarlo. No se trataba de un niño irrespetuoso o malintencionado, simplemente no pensaba antes de actuar―. Ve a alistarte.

Darryl se retiró con un quejido, arrastrando los pies como queja ante semejante castigo.

―¿Estás seguro de que quieres llevarlo? Manejarlo estando solo...

Peace could be an option [Erik Lehnsherr/Magneto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora