3- Agnes

2.1K 126 30
                                    

Llegué furiosa a mi piso. Habían intentado matarme por culpa de Katerina.

—El turno de Tathia y Ada termina en media hora, vamos a esperarlas y a hablar de esto. Esto no va a quedarse así —comentó Less abriéndose una lata de cerveza y colocándose a mi lado en el pequeño balcón.

Yo estaba furiosa, apoyada en la barandilla del balcón, observando las cutres calles del barrio mientras me fumaba otro cigarro e imaginaba las mil y una formas de las que me vengaría de esos Walker, y después, de Katerina.

Acabé el cigarrillo y lo tiré de mala gana al cenicero, después golpeé con la palma de mi mano el umbral del balcón.

—¡Joder! —grité. Había intentado mantener la calma en La Calavera, pero después de unas cuantas copas y de la tranquilidad de mi piso, comencé a enfurecerme más y más. Había estado a punto de morir, es más, lo habría hecho si no fuera por ese tío que apareció de la nada.

Tal vez debería habérselo agradecido, pero eso no importaba, porque esa palabra no existía y no existiría en mi vocabulario.

En ningún momento le pedí a ese chico que me ayudase, y por su forma de actuar me daba la impresión de que no lo hizo por mí.

Sinceramente no me sonaba de ver a ese rubiazo por estos barrios, y me extrañaba porque tenía todo el aspecto de ser alguien como yo. Mala vida, sin dinero, agresivo.

—Esos tíos van a pagar por lo que han hecho. No saben dónde se han metido —dijo Less, caminando detrás de mí y sentándose en el sofá.

Me saqué la chaqueta y guardé todo el dinero que habíamos ganado en la caja fuerte. Este mes habíamos ganado el doble que casi todos los meses, lo que significaba que íbamos a poder darnos unos cuantos caprichos y no tendría que robar la gasolina.

Me tiré al sofá con desdén agarrando mi teléfono, que por cierto iba como el culo.

—Less, ¿sabes cuándo cobran Ada y Tathia? —pregunté, dejando el móvil en la mesa.

—Ni idea, pero pronto —se encogió de hombros y yo repasé con la mirada el tatuaje que tenía en mi antebrazo.

Pasé los dedos suavemente por él. Era el nombre de mi padre.

Respiré hondo soltando el aire sonoramente, él era lo más importante que tenía. No había tenido la mejor vida, mi padre no tenía dinero y estaba envuelto en este ambiente, pero aun así me dio más de lo que otros habían tenido. Cariño y confianza.

Su ausencia dolía demasiado, era como sentir un balazo en el pecho cada vez que mi mente lo evocaba, y a pesar de que todo el mundo pensase que realmente no me importó mucho porque no hablaba del tema ni lloraba, la realidad era que se había llevado parte de mí con él. Por no decir que se había llevado la poca empatía y sentimientos que me quedaban.

Lo único bueno que había en mí era la lealtad que sentía hacia mi banda, mis amigas, mi verdadera familia. Después de ellas, no había conseguido sentir ninguna otra emoción positiva por nadie.

Los únicos sentimientos que yo albergaba eran la ira, la furia y la rabia, y ahora mismo las tenía todas.

Realmente pensé que iban a matarme en el callejón, y todo porque Katerina no era capaz de defenderse sola. Fue buscando protección a esos Walker, que, iban a pagarlo caro.

La puerta del piso se abrió dejando ver a las chicas que venían abrazadas y contentas.

—Mirad, ¡hemos cobrado hoy también! —exclamó Ada, enseñando dos fajos de billetes—. Yo he cobrado ochocientos dólares y Tathia mil cien.

Venenosa Tentación©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora