19- Agnes

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El ruido de la alarma de mi móvil comenzó a vibrar sacándome de mis profundos sueños.

Eran las seis de la tarde y como había dormido por el día y no por la noche, no había comido nada. La barriga me rugía.

Me vestí con unos simples joggers deportivos negros y una sudadera. Estaba agotada y tenía ganas de vomitar.

Me retiré el maquillaje que no había limpiado antes de dormir y me recogí el pelo en un moño alto y desordenado.

Entré al baño, escuché ruido en la parte de abajo, risas y la televisión.

—Está ocupado —chistó Tathia cuando abrí la puerta. Kol estaba sentado encima del retrete con una toalla alrededor de los hombros y la cara manchada de negro.

—¿Pelinegro? —pregunté apoyándome de brazos cruzados en el marco de la puerta, detallándolo con interés.

—Y con ojos grises —Tathia sacudió una cajita de lentillas con falso entusiasmo. Seguramente estaría enfadada porque le habían dejado a ella con eso mientras la parejita reía en el salón—. Lo voy a dejar guapísimo.

—Para eso no hacía falta cambiarle —ladeé la cabeza con los ojos fijos en él. Era demasiado guapo incluso con tinte por todo el rostro—. ¿No había otra que le tiñese mejor? Le has dejado la cara negra.

Estaba bastante gracioso en ese estado, pero no me reí. No estaba de humor.

—Ada está demasiado ocupada con Edrick en el salón y Less está dando de comer a los caballos así que no, no hay nadie mejor —bufó y yo les dediqué una última mirada. Bajé a comer algo, la cabeza me iba a estallar.

Di ruidosos pasos para que notaran que bajaba, no quería ver cosas que no me interesaban.

Les pareció dar igual mi presencia porque bajé y me los encontré en el sofá, él sentado viendo la tele y Ada con la cabeza apoyada en sus piernas. Edrick recorría todo su cuerpo con las manos.

Jodido hipócrita. Pensé en abofetearme por haberle dado paso anoche al deseo. Él estaba intentando jugar conmigo y por momentos parecía que lo conseguía.

Pasé por delante de ellos y cogí unos papeles que había en la isla de la cocina. Era la nueva identidad de Kol, un alemán de veintidós llamado Rayden Wood Klein.

Tomé un café descafeinado para no trastornar más mi sueño y una tostada mientras revisaba mis redes sociales. Era bastante famosa en ellas gracias a mi reputación en Slum Killer, barrio que dejé atrás por vivir en esta casa apartada de todo por un chico al que ni conocía, que para colmo era familia de los Walker, familia que quería asesinarme. Era fantástico.

¿En qué momento me volví tan estúpida?

Escuché el repiqueteo de unos pies bajando por las escaleras de caracol y aparecieron Kol y Tathia.

Me quedé observándolo atentamente. Llevaba un jersey ajustado y unos vaqueros que le resaltaban las musculosas piernas. Había dejado atrás la sexy melena que le adornaba la cara y ahora llevaba un tupé negro azabache junto con unos ojos grises que me parecían irresistibles.

—Os presento a Rayden Wood Klein —habló Tathia.

Una sonrisa quiso aparecer en su rostro, pero no lo consiguió. Me miró fijamente con su, al parecer, habitual seriedad en la cara. Vale, Kol era igual de serio que Tathia, podía que incluso más.

—Parece que te ha gustado el resultado —comentó Ada sonriéndome. Parecía que desde que Edrick había aparecido en su vida estaba mucho más feliz. ¿Debía alegrarme por ello? Algo me lo impedía.

Venenosa Tentación©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora