9- Agnes

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Me revolví en las sábanas de forma inquieta recordando detalle a detalle lo que acababa de suceder. Esa espalda musculosa llena de tatuajes y la gran cicatriz de su pecho eran un imán para mis sentidos locos por todo lo que indicase peligro

Yo no era tan hipócrita. No podía odiar con tanta fuerza a una persona y después acostarme con él como si nada ocurriese. Dejando de lado que, su familia me quería muerta y que acababan de disparar a mi amiga en la pierna y casi se desangra.

Pero, ¿de dónde provenía mi odio? Me había salvado la vida en repetidas veces, cosa que mi orgullo me impedía agradecerle, pero por encima de todo había ayudado a mi amiga.

Ya, ya me acordaba: lo odiaba por meterse donde no lo llamaban, por subestimarme y por chantajearme en el baile de máscaras.

Esos pensamientos abandonaron mi cabeza con rapidez sustituyéndolos por Katerina Cerny. Y por el hecho de que Edrick me había impedido asesinarla de una vez por todas. Era su culpa que Tathia hubiese recibido un disparo. Todo era su culpa.

Fui cerrando los ojos con lentitud pensando en las mil y una formas en las que me vengaría de esa rubia.

—¡Agnes! Despierta de una maldita vez —gritó Less agitándome y golpeándome todo el cuerpo.

En cuanto mi cerebro estuvo completamente despierto comencé a percibir cierto olor a humo, el cual poco a poco aumentó llenando mis pulmones de toxicidad.

Me levanté de un golpe, semidesnuda.

Los ojos se me cristalizaron debido a los gases que los irritaban. Corrí junto a Less por el pasillo con un nudo en la garganta y el mayor agobio que había sentido nunca dentro de mí.

Miré a mi alrededor, todos los muebles, todas las fotos, todo ardía entre unas llamas despampanantemente enormes.

Me costaba respirar y no paraba de toser. Agarré el brazo de Less para intentar arrastrarla conmigo, pero respiraba dificultosamente y su cuerpo había caído sin fuerza al suelo.

La intenté sostener, pero no paraba de toser y yo también estaba demasiado débil como para llevar su cuerpo tomado sin caerme.

Tenía su perfecto y perfilado rostro manchado de carbón y lo único que pude hacer fue arrastrar su cuerpo casi inconsciente hasta fuera del piso, arrasando con el polvo y los objetos que habían caído. De verdad creí que conseguiríamos salir, pero las llamas nos habían prácticamente alcanzado. Mis brazos suplicaban a gritos que dejase el esfuerzo, pero nunca dejaría a una Medusa tirada.

Ni aunque costase mi propia vida.

La atmósfera caliente que nos envolvía parecía un horno. Me ardía el cuerpo y el agobio era insuperable.

No entendía cómo coño se había formado este incendio, pero ya se había propagado a todo el edificio y lo único que se escuchaba eran los gritos de los residentes y el feroz y ensordecedor rugido de las llamas.

Me temblaban las piernas y cuando pensé que ya no resistiría, Ada apareció corriendo con la cara tiznada.

—¡Cógela, ya no puedo más! —no sabía de dónde había sacado las fuerzas para gritar. Tal vez del miedo, tal vez de la esperanza. O tal vez de la creencia de que mi amiga recobrara la consciencia.

La rusa agarró de la cintura a Less y la cargó en brazos entre tosidos y dolor.

Estaba en shock, no entendía nada y lo único que quería era que mi cuerpo dejase de reaccionar con miedo y poder salir de allí.

Caminé más lento que Ada, la cual ya iba bastante avanzada, sintiendo que en algún momento caería muerta allí mismo, respiraba dificultosamente y tan solo di un paso antes de que el edificio comenzase a derrumbarse y me quedase allí atrapada entre las llamas, el humo, y la ceniza tóxica que acabaría con mi cuerpo de una vez por todas.

Venenosa Tentación©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora