7- Agnes

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Iba a ver su vida pasar por delante de sus ojos, gracias a mí.

—Vas a pagármelas por hija de puta —me acerqué a ella dispuesta a proporcionarle el primer puñetazo, pero agachó la cabeza y lo esquivó.

—Esta vez sí que no voy a dejarte con vida —habló la niñata, intentando buscar la manera de golpearme.

—Reza porque esta vez salgas viva tú —apreté mi cuerpo con fuerza y le di el primer puñetazo en el estómago, el cual provocó que retrocediese con expresión de dolor.

—¡Dalo todo, perra! —gritó Less, animándome con furor.

Sonreí de lado y le proporcioné con todas mi fuerzas un golpe en la cara, la cual giró con bastante fuerza.

Escupió mucha sangre.

Se acercó a mí con los ojos ardientes de ira, y me propinó un puñetazo en un lado de la cara, luego en el otro.

—Joder... —dije retrocediendo para coger aire, y mirarla con odio.

Me acerqué con rapidez, haciendo el amago de ir a golpear en un lado, por lo que intentó defenderse y dejó al descubierto su otro costado, y por ahí ataqué.

Golpeé dos veces el lado izquierdo de su abdomen, intentó arremeter contra mi cara, pero me agaché.

Le di un rodillazo en la barriga con toda mi fuerza cuando estaba en una posición medio inclinada, y cayó al suelo.

—Hija de puta —susurró de forma que solo fue audible para mí.

Sentí la ira de venganza subir con toda fluidez por la corriente sanguínea de mis venas cuando la vi tirada en el suelo, indefensa. Me senté sobre ella y le golpeé la cara repetidas veces, ella intentaba defenderse, pero la había inmovilizado.

Salía sangre de varias zonas de su cara, y yo lo único que sentía eran las ganas de provocarle más, más dolor, más sangre y más sufrimiento. Hasta matarla.

No me di cuenta del momento en el que su brazo se liberó de mi agarre y estiró de mi pelo con fuerza hacia atrás, consiguiendo que la soltase y me quedase tumbada en el suelo mientras ella se colocaba encima de mí. Pero no le di la oportunidad, pues cuando estaba a punto de conseguirlo le propiné un golpe seco con el codo en el cuello, ocasionando su falta de aire.

—Voy a matarte —rugí con desdén mientras se levantaba a duras penas del suelo, con el cuerpo ligeramente inclinado.

—En tus sueños —se acercó corriendo a mí y sin darme cuenta sentí una patada en la zona baja de mi barriga, tirándome al suelo en el acto.

El dolor me dejó inmovilizada durante unos segundos pero cuando vi su puño dirigirse hacia mi nariz, rodé todo mi cuerpo y golpeó el suelo.

Aproveché su distracción para posicionarme rápidamente detrás de su espalda, enredar mi mano en su pelo, y arrastrarla por todo el ring mientras la gente coreaba mi nombre.

—¡Eres la puta ama! —gritó alguien haciéndose oír en todo el almacén.

Su cara de dolor me provocaba una increíble satisfacción, por lo que de un salto me coloqué de nuevo encima y golpeé su rostro y su abdomen. Me cegué por la ira hasta tal punto de querer matarla ahí mismo sin importarme nada.

Me sentía aislada, fuera de ese mundo. Estábamos solo ella, mi ira, sus intentos de matarme y yo. Y se sentía tan jodidamente bien verla sufrir y sangrar.

Estaba tan cegada que no escuché sus gritos rindiéndose, rogándome que la soltara como la inútil que era, hasta que los brazos de algunas personas allí presentes me quitaron de encima.

Venenosa Tentación©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora