23- Agnes

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El coche de Edrick iba delante de mi moto, conduciendo a toda velocidad.

Tenía mis manos aferradas a los hombros de Ada, pues la velocidad a la que íbamos era muchísima como para no tener ningún agarre.

Maldije de todas las formas que sabía, y también recé para que estuviese bien.

No podía permitir que le pasara algo a Less, no tenía ni idea de qué era, pero para que una de nosotras llamase pidiendo ayuda de esa forma tan agitada como Tathia la había descrito debía ser algo muy malo.

Me estaba desesperando por llevar un rato aquí, con el culo pegado a una puta moto y sin ver la casa frente a mí.

Mientras tanto, tampoco podía sacarme de la cabeza los rostros que acababa de ver. Eran ellos, estaba completamente segura, sus ojos seguían teniendo el mismo brillo peligroso.

Pero no era posible, ellos murieron hacía tres años y su partida dolió demasiado como para que ahora estuviesen vivos, y para colmo, intentando matarnos sin razón aparente junto a un grupo de personas.

No podía, es que no podía ser verdad.

Por fin, el desagradable trayecto terminó y aparcamos los coches frente a la casa.

Había un coche blanco viejo aparcado.

Todos nos miramos entre nosotros, alerta y a la defensiva.

Me crucé con la mirada protectora de Edrick, y me estremecí ya que desde hacía unas semanas ni nos habíamos mirado.

Y ahora sus ojos parecían aún más perfectos.

Nos acercamos corriendo hacia la casa, la puerta estaba entreabierta y Kol la terminó de abrir de un empujón. El desespero de sus ojos era casi del mismo nivel que el de los míos.

Me coloqué la segunda, después de él, y nos encontramos a Less corriendo hacia nosotros, llorando desconsoladamente y con la respiración entrecortada.

La ira fue creciendo dentro de mí al verla en ese estado. Less era como un témpano de hielo, y solo la había visto llorar aquel día por su padre, que estuviese así solo podía significar una cosa.

Saqué mi pistola aletada y unos segundos después un hombre se hizo presente en la sala.

Viejo pero fuerte, en buena forma física. En cuanto lo miré a los ojos y vi esa maldad y el parecido con los de Less lo reconocí de inmediato.

Él también tenía una pistola, la alzó y Less se giró a mirarle, aterrorizada.

Nunca había visto esa mirada en ella. A decir verdad, una mirada tan aterrada como la suya no la había visto en la vida.

El asco hacia ese ser se apoderó de mí impulsando mi agresividad y mi descontrol.

No me dio tiempo a reaccionar, cuando quise darme cuenta el padre de mi amiga había apretado el gatillo y disparado contra ella.

Less cayó de espaldas a los brazos de Kol, el cual la miró horrorizado.

—¡No! —la voz de Ada gritando de horror se apoderó del lugar. El grito que había salido de su garganta fue devastador.

Desvié la mirada y vi a una de mis mejores amigas con una bala en la frente, y una cascada de sangre goteando y manchando todo su precioso rostro.

—Yo le he dado la vida, yo tengo derecho a quitársela —el hijo de puta elevó la comisura de su labio.

Todo pasó en cuestión de nanosegundos y mi cuerpo reaccionó solo, antes que mi cerebro el cual seguía en shock.

Apreté el gatillo una vez, le di en el hombro.

Venenosa Tentación©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora